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APATRIDAS Y PARIAS AL POR MAYOR  
Abril 4, 2010

  • Diálogo de un Padre y su Hijo con un Tema Central en el México de Hoy
  • Las Inconsistencias, Contradicciones y Realidades del Hombre Moderno  
  • Los Legisladores, los Jueces y los Gobernantes Contra los Ciudadanos  

Por Alfonso Fernández de Córdova M.  

-¿Qué es un apátrida, apá? Pues, te lo voy a decir Paquito. Pon mucha atención, contestó el padre. 
-Apátrida es aquel que no tiene patria. En tres palabras: Hombre sin patria.

-¿Y un paria, apá? Es un infame, un rechazado, un proscrito, un excluido por una casta, por un grupo social o desterrado por los ciudadanos de un país.

En el primer caso, hay hombres que por voluntad propia y conscientemente no aceptan tener ni adoptar ninguna nacionalidad y optan por caminar libremente por el mundo, son trashumantes o errantes. El trashumante se explica en función de los cambios climatológicos, significados por las cuatro estaciones del año; o bien, en razón a su libre pensamiento, como el caso del Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha.   

En la medida que el hombre se asentó y sus semejantes convinieron en darse -gradualmente- un orden social, un orden moral, un orden religioso, un orden político y luego un orden jurídico y legal, se distribuyeron las cargas de trabajo, las obligaciones, las responsabilidades y los deberes, más tarde se dieron un orden económico y, en conjunto, derivó el orden cultural que caracterizó a las civilizaciones y los distintos grados de desarrollo de las mismas. 

Más tarde aparecieron los Estados modernos, que paulatinamente sustituyeron a los reinos y sus extensos territorios, con sus monarcas, algunos bonachones y otros tiranos; las aristocracias, con sus oligarquías, plutocracias y feudalismos, variantes del poder, y, finalmente, las democracias, con sus demagogias y oclocracias.
-¿A qué viene esto, apá? No entiendo.

-A que han pasado los siglos y los milenios, y a pesar de las grandes civilizaciones y la evolución de la Humanidad, de los grandes inventos y descubrimientos científicos y tecnológicos, el hombre apátrida y el paria aparentemente desaparecieron de la faz de la Tierra. Sin embargo, emergen cíclicamente. Ahora, en el siglo XXI de la Era Cristiana, renacen y abundan en México. Es lamentable.

-¿Puedes continuar? Empiezo a interesarme más en este tema.

-Es triste decirlo, porque es la realidad. El México que vivieron nuestros ancestros fue difícil construirlo, requirió de grandes sacrificios y esperanzas por parte del pueblo, desde el inició del movimiento de Independencia Nacional, para ser libres y darse la forma de gobierno, costumbres y proyecciones conforme lo deseado por los que hicieron la patria.

El país que recibimos nos toca defenderlo con renovado espíritu de combate, con ideas y realizaciones. Consumada la Independencia vinieron tiempos aciagos; hubo otras revoluciones hasta la más significativa en 1910. Se luchó contra invasores extranjeros en el siglo XIX, pero éstos nunca decayeron en su intento de someternos, aun en el siglo XX y en el presente, por eso tenemos que seguir alertas.

En ambas centurias aparecían y desaparecían los apátridas y traidores, el pueblo unido los desterraba una y otra vez. Hasta que llegó un periodo de paz, tranquilidad y trabajo, relativamente. Durante setenta años -1930 al 2000- el país fue reconstruido y las generaciones que vivieron el último cuarto de siglo estaban orgullosas del pasado histórico. Desde la época prehispánica, la nación mexicana contribuyó a forjar y formar el vigoroso y moderno México. 

-¿Qué sucedió y cuándo empezó a caer de nuevo nuestro querido país?

-Al fracturarse ese esquema de desarrollo y bienestar, a partir de 1988, en que gente sin escrúpulos se decía de izquierda y de oposición partidista empezó a demoler los órdenes social, político e institucional que se tenían incólumes. Los apátridas se escudaron, unos en los partidos políticos y otros de plano en la delincuencia alta y baja. Cada quien hacia lo que quería amparados en prácticas de corrupción, chantajes políticos y económicos, amenazas y desacatos a las leyes. Lo peor fue la violencia desatada en actos delictivos, aparentemente políticos, por los autollamados autores de la “revolución democrática”, quienes además se creyeron descubridores del sistema democrático.

Ante ese caos político agudizado en 1997 cuando los “revolucionarios democráticos” y sus tribus enardecidas manipularon la política electoral y alentados por la fuerza y el terror sembrados se apropiaron del gobierno de la capital de la república y tres años después, en el 2000, lapidaron las instituciones y entronizaron a su líder hasta la locura, antiguo agitador social que le faltó al respeto a cuanta autoridad se le puso enfrente y descalificó las investiduras de los titulares de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,  de la Presidencia de la República y de la Iglesia Católica, a quienes retó sin consideración alguna.

Para colmo, en el 2000 asumió la Presidencia de la República una persona, ex empresario derechista, se llama Vicente Fox, nombre del cual no quiero acordarme, quien de un plumazo desconoció lo construido política, económica y socialmente siete décadas atrás y se proclamó descubridor e iniciador de la democracia, por lo que también barrió inescrupulosamente a los héroes que nos dieron patria, instauraron la democracia, la república y en pocas palabras el Estado mexicano.  
    
-¿Qué más pasó, apá? 

-Con dos fuertes golpes asestados al país, uno por la izquierda radical y otro por la derecha, también radical, la estructura social, política y económica se tambaleó y gracias a la estructura jurídica, que es el marco constitucional fundamental, resistió algunas reformas promovidas por la nueva gente en el poder, pero sus trincheras fueron endebles y la tercera fuerza política en el Congreso de la Unión, con apoyo de los mexicanos nacionalistas, puestos por las circunstancias al centro de las coordenadas políticas, logró contrarrestar los embates de quienes no sabían ni podían gobernar a sus anchas.

Lamentablemente, la situación política tuvo consecuencias negativas en la producción y en los índices económicos, y sobrevino la decadencia. A río revuelto, la delincuencia criminal se reorganizó y surgió con fuerza todo lo relacionado al narcotráfico. Aunado todo a la falta de respeto a la religión, al gobierno, al ejército, a la moral, a la ética, a las costumbres y, lo peor, a la vida de los ciudadanos. El país entró en una crisis generalizada de la cual no salimos ni sabemos como solucionar.

-¿Y los apátridas y parias dónde están, apá? 

Están deshaciendo al país, el que costó hacer en doscientos años. Están incrustados o infiltrados en todas las esferas públicas y privadas. Todo aquel que lastima y no quiere a México, ni lucha, ni trabaja con honestidad, responsabilidad, solidaridad y patriotismo es un apátrida. Todo aquel que envenena con drogas y mata con balas a niños, jóvenes y a todo ciudadano que se cruza en su camino es un paria. Merece la pena de muerte. Pero los legisladores derogaron el artículo 22 de la Constitución; algunos jueces, ministros de la Corte y gobernantes colaboran para ir contra la sociedad civil, contra el pueblo.

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