* A 55 AÑOS DE FILMAR MACARIO

TAXCO DE ALARCON, GUERRERO, 25 de mayo de 2014.- En la misma caverna donde en marzo de 1959, hace 55 años, filmó la película Macario, bajo la dirección de Roberto Gavaldón, este fin de semana el actor Ignacio López Tarso acompañado de su hijo Juan Ignacio protagonizó la adaptación teatral de "Macario, el ahijado de la Muerte" como parte de las actividades de las XXVII Jornadas Alarconianas en Taxco de Alarcón, Guerrero −23 al 31 de mayo−.

Tras la representación que tuvo acceso gratuito y foro lleno, López Tarso recibió, de manos del alcalde de la ciudad de Taxco, Salomón Majul González, las llaves de la ciudad, mismas que lo acreditan como huésped distinguido y ciudadano ejemplar.

En su cuenta de Facebook su hijo Juan Ignacio, otro talentoso actor de cine, teatro y televisión, al respecto escribe:

“Memorable función de "MACARIO EL AHIJADO DE LA MUERTE", en las grutas de Cacahuamilpa en Taxco de Alarcón, en el marco de las jornadas Alarconianas. Mi señor Padre con sus vigorosos 89 años, subió y bajó más de 150 escalones, caminó más de 1300 metros, dio una función emotiva, gozó una vez más a su personaje, y allí mismo se reencontró con él, ya que hace 55 años filmara escenas climáticas de la icónica cinta de Gavaldon. En un círculo mágico se reencuentran el autor y su intérprete. B. TRAVEN Y LÓPEZ TARSO. Afortunados quienes estuvimos allí.

SOBREVIVIENTE DE LA EPOCA DE ORO

Por ELVIA ANDRADE BARAJAS
--- Ia. Parte ---
Exclusivo de RM
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“Para hablar de mi vida he de hacerlo de mis muertos. Son muchos: María Félix, Pedro Armendáriz, Emilio “El Indio” Fernández, Ismael Rodríguez, Salvador Novo, Javier Villaurrutia, entre otros”, afirma quien en la Epoca de Oro representó a “Macario”, “Gallo de Oro”, “El Papelero”, “Pito Pérez”, así como al que inmortalizó los corridos mexicanos y fue homenajeado en Bellas Artes por su brillante carrera artística. 

* Entregué mi Vida al Teatro Universal y al Cine

ANA MARÍA LONGI
 
El alma infinita de Ignacio López Tarso parece concentrada en sus profundos ojos oscuros recubiertos de luminosidades. “Mire Ana María, yo pertenezco de todo corazón a la gran hermandad artística de México, por dos sencillas razones: Porque le entregué mi vida al gran teatro universal y porque comprendí siempre lo qué en cine deseaban los grandes y muy importantes directores mexicanos.