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Paraíso de pordioseros
Junio 17, 2012



Por RAMIRO GÓMEZ-LUENGO
-- 2a. Parte--

MEXICO, DISTRITO FEDERAL, 17 de junio de 2012.- En una ciudad vasta y caótica como el DF, la cultura de la propina se muestra con toda su fuerza, puesto que cada vez que el chilango sale a la calle debe destinar entre cinco y 15 pesos a propinas, eso si no se topa con los insufribles franeleros, quienes en las zonas más conflictivas de la ciudad ponen una tarifa por quitar la cubeta de "su calle", la cual puede ir de 10 hasta 40 pesos.

El portal Tva.com.mx hizo una clasificación de algunos empleos o programas sociales en los que se da propina o se deja un donativo, a saber:

Empleados que no perciben un sueldo y sólo reciben como gratificación las propinas: Despachadores de gasolina, cuidadores de coches de establecimientos y cerillos o empacadores de supermercado; los últimos ganan de 50 a 80 pesos por día, mientras que los fines de semana ganan hasta 200.

Empleados que perciben un sueldo pero sus principales ganancias son de propinas: Barrenderos, lavacoches, repartidores, acomodadores, maleteros, valets, meseros, botones, entre otros.

Trabajadores en la clandestinidad: Son todos aquellos que, según la ley, están desempleados, evaden impuestos, pero exigen el pago de un servicio, tal y como sucede con los viene-viene y los limpiadores de parabrisas, quienes pueden llegar a ganar hasta unos 400 pesos en un buen día.

Servidores públicos: También hay quienes piden una cooperación para el chesco, tal y como ocurre con los policías encargados de resguardar las colonias y las afueras de los bancos, así como empleados de poda y tala de árboles, destapa caños y pinta topes, entre otros.

Por si fuera poco, el capitalino también debe hacer frente al pedinchismo institucionalizado, como es el caso de los programas instrumentados por organizaciones particulares, llámense bancos, tiendas de conveniencia, empresas alimenticias o instituciones de asistencia privada, que solicitan cooperación para financiar programas de corte social, casi todos relacionados con la educación.

Ante la magnitud de este fenómeno, la revista Forbes realizó una guía, país por país, con los montos adecuados que se deben dar en propinas, ya sea en un restaurante, el hotel o por un recorrido en taxi, y en el caso de Latinoamérica recomendó dejar en los restaurantes un 10% extra al total de la cuenta, en el caso de que no esté incluido.

Para los recorridos en taxi, en cambio, consideró amable si se redondea la tarifa total hasta el próximo dólar, mientras que en los hoteles consideró sensato dar el equivalente a 1 dólar por maleta a la persona que lo ayude.

En América Latina este acto es voluntario y en reconocimiento a la buena atención del mozo, sin embargo, en Argentina se viene debatiendo reglamentar las propinas y establecer que cada empleado reciba el 10% del total.

En Perú, el Instituto Peruano de Gastronomía, que ya abrió la primera escuela de garzones en el país, también está trabajando en una propuesta para reglamentar la propina a los mozos.

Hasta 1981, la ley chilena indicaba la obligación de entregar el 10% del valor del consumo al garzón. Sin embargo, ese beneficio cambió radicalmente y la nueva legislación es clara al respecto: No existe la propina legal del 10% de lo consumido en un restaurante.

Empero, se estila que en ese país las personas, tanto los habitantes locales como los turistas, dejen un 10% de propina como cortesía por la atención recibida.

En nuestro país, y algunas naciones de Centroamérica, lo usual es dejar entre un 10 y un 15%. Sin embargo, en Venezuela el costo es mayor, pues a cada cuenta se le agrega un 15% por concepto de IVA, más un 10% en el ítem, cargo por servicio, y recién a esa cantidad se le suma la propina opcional.

El caso de Costa Rica, un país altamente turístico, la situación es singular. Los costarricenses no dan propinas, ya que no es parte de su cultura, pero el 10% siempre está incluido en las cuentas de los restaurantes. Eso sí, que los ticos no la entreguen no significa que quienes trabajan en turismo no esperen propina de parte de los viajeros que llegan al país.

Pero no en todas partes la propina es vista con buenos ojos, como es el caso de Japón, donde es considerada un insulto, aunque en todas las cuentas se agrega un 10% por cargo de servicio, mientras que en Cuba, Fidel Castro la declaró extinta tras el triunfo de la revolución.

En España la situación es completamente distinta, ya que allí la propina es realmente un gesto de cortesía que para nada se considera obligatorio, pues es estrictamente voluntario. En los restaurantes, por ejemplo, los camareros no cuentan con recibir una propina, puesto que no dependen de ellas para vivir. En ese país reciben sueldos justos (633 euros al mes), como cualquier persona que trabaje en otro oficio.


Las opiniones entre los consumidores en torno a la obligatoriedad o no de la propina están divididas, puesto que mientras algunos creen que sirve para apoyar la economía del trabajador, otros señalan que sólo propicia que los salarios se mantengan a niveles denigrantes.

De todos los que viven en la ciudad de México de la propina, llámense meseros, acomodadores de autos, entregadores a domicilio de pizzas, baguettes y tacos, así como maleteros en terminales de autobuses y en los aeropuertos, sin olvidar limpiaparabrisas, empleados de gasolineras, payasitos nalgones y tragafuegos de crucero, además de los cerillos de las tiendas de autoservicio, los mejor remunerados son los recolectores de basura.

No estamos hablando de los que viven de la pepena, sino de los que cada mañana empujan su carro de ruedas con dos botes y pasan de casa en casa, pero también en los edificios, de departamento en departamento, a recoger la basura.

En la colecta de basura hay jerarquías, ya que están los 2 mil 500 choferes y 3 mil 400 peones que recogen la mayor parte de las 13 mil toneladas de basura que se producen a diario en mil 430 camiones para llevarlas a depósitos, de donde los deshechos son trasladados por 236 traileres a 13 estaciones de transferencia concesionadas a la iniciativa privada.

Después están los barrenderos de calle, que limpian entre dos y cinco kilómetros lineales diarios; ocho mil lo hacen de las 6:00 de la mañana hasta las 2:00 de la tarde. Pero existen además los barrenderos del Centro Histórico, que sólo limpian un kilómetro cada uno.

De los 8 mil 500 barrenderos, 7 mil son voluntarios, siendo éstos los que viven de la propina, que puede ir desde 10 a 20 pesos por casa, cada semana.

El gobierno capitalino asegura que a sus barrenderos les repone sus carritos cada siete años, así como llantas una vez cada seis meses, mientras que les cambia sus botes cada año y medio.

Según dicha fuente, el 90% de sus escobas son de vara, las Marinas (láminas para recoger la basura), les duran años, además de que reciben dos dotaciones de vestuario al año, consistente en un overol, guantes, casco, fajillas y botas.(

(rluengo4@hotmail.com)



Niño del pueblo

De topes contra la realidad



Gloria in Excelsis



Post mortem





Rencontrando al campeón

-- 1a. y 2 Partes --



Rencontrando al campeón

-- 3a. Parte --




El Nivel
--1a. parte ---

El Nivel
--2a. parte ---



El Nivel
--3a. parte ---


 
 
 
Paraíso de pordioseros
Junio 5, 2012



Por RAMIRO GÓMEZ-LUENGO

-- 1a. Parte--

MEXICO, DISTRITO FEDERAL, 5 de junio de 2012.-Asombrado ante la magnificencia de los edificios que embellecían nuestra ciudad a principios del siglo XIX, el sabio alemán Alexander von Humboldt no dudó en calificar a la capital de la entonces Nueva España como la Ciudad de los Palacios, según reza la leyenda.

Y efectivamente, aquello resultó una leyenda, puesto que fue en realidad el viajero inglés, Charles Joseph Latrobe, quien durante su periplo en 1834 por la Nueva España, admirado ante la imponente belleza de las construcciones ideadas por gente como Manuel Tolsá y Francisco de Guerrero y Torres, exclamó: “City of palaces”.

Pero los tiempos cambian, y hoy en día nuestra capital ha pasado de ser Ciudad de los Palacios a Ciudad en Movimiento, previa escala por Ciudad de la Esperanza, aunque para muchos el Distrito Federal debería simplemente llamarse Ciudad… de la Propina.

Y es que todos los días los chilangos destinan, en mayor o menor medida, una parte de sus recursos a este rubro, la mayoría de las veces porque les nace, e incluso hay ocasiones en que lamentan no tener cambio y exclaman: “Te lo debo para la otra”.

Sin embargo, existe la otra cara de la moneda: la obligación de dar propina por un servicio que, en la mayoría de los casos, ni siquiera se solicitó.

La palabra propina proviene del latín propinare, que quiere decir: dar de beber. Inicialmente, la propina era regalarle a alguien un trago como agradecimiento, y si bien existen muchas teorías sobre el origen de la práctica de dejar algún dinero a cambio de un favor o un servicio, lo cierto es que no se sabe realmente cómo empezó, ya que mientras algunos dicen que fue en Francia, otros aseguran que nació en Inglaterra.

No hay lugar en el DF donde el sufrido chilango no tenga necesidad de hurgar en sus bolsillos para buscar un par de monedas y recompensar a esa persona que le brindó un servicio, ya sea en el supermercado, en la gasolinera, en el restaurante, en el estacionamiento, en los hoteles, en los grandes espectáculos o incluso en la calle. Siempre hay alguien a quien entregarle una propina, pero el problema no radica en dar, sino en que se ha convertido en una obligación, ya que la costumbre hace que aunque el servicio no sea óptimo, hay quienes esperan el reconocimiento sin merecerlo.

A pesar de que parece una práctica de países tercermundistas, donde los salarios son bajos y las tasas de desempleo altas, también en las naciones del llamado Primer Mundo se da la propina, aunque en algunos lugares esta práctica es mal vista e incluso se llega a considerar un insulto.

Mientras en naciones como EU e Inglaterra dejar entre el 10 y el 15% del total de la cuenta como propina es una regla habitual que impera desde hace varios años en todos los restaurantes y bares de primer nivel, en América Latina, pero sobre todo en México, nadie se pone de acuerdo no sólo con el origen de la propina, sino también sobre la obligación de darla o no.


Incluso en el vecino país del norte la regla habla de dar una propina de hasta un 20%, ya que si bien hace unos años atrás bastaba con el 10%, hacerlo ahora podría ser interpretado por el trabajador como insatisfacción con su servicio.

Esto se debe a que en ese país las personas que trabajan como camareros y en otros oficios similares reciben un sueldo menor a lo que se considera el salario mínimo (7,25 dólares por hora), razón por la cual se les deja propina para que puedan compensar con el dinero recibido.

Como sea, en la mayoría de los países se da propina, sólo que en México se hace en trabajos que no existen, ya que las empresas se aprovechan de la falta de empleos para contratar personal sin goce de sueldo que desarrolla labores como cerillos, cuida coches y despachadores de gasolina, entre otros.

(rluengo4@hotmail.com)



Niño del pueblo

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Rencontrando al campeón

-- 1a. y 2 Partes --



Rencontrando al campeón

-- 3a. Parte --




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