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Delfines, Cocodrilos y Ballenas
Mayo 13, 2010

POR RAMIRO GÓMEZ-LUENGO

Y en las puertas del parque... una cotorra, un cardenal y un cocodrilo.

Pero no es el zoológico de Chapultepec, o el de Aragón, que al menos se haya más cerca, sino el parque de la colonia Guadalupe Tepeyac, el cual brinda asilo en una de sus esquinas a la primera y única Galería del Autotransporte Público del Distrito Federal, el cual fue ideado, creado y cultivado por Luis Jesús Ríos, anticuario de 44 años y ex trabajador de la Secretaría de Transporte y Vialidad.

Luis Jesús Ríos confiesa que fue la pasión que siente por la historia del transporte público capitalino lo que lo llevó a fundar la Galería del Autotransporte Público del Distrito Federal, la cual califica como “un espacio sui generis surgido del imaginario urbano de un anticuario”.

Este licenciado en relaciones comerciales por el Instituto Politécnico Nacional convirtió su hobbie por coleccionar cualquier objeto relacionado con el oficio de trasladar a las personas en vehículos de uso público en un proyecto cultural de educación vial que ocupa toda la parte baja de lo que él mismo llama su “casa-oficina”.

“La visita a esta galería, que hasta el año 2000 fungía como la sala-estancia de la casa de mi suegro, es un viaje a través del tiempo que remite a los accesorios que portaban los autos que hoy conocemos como peseros y ecológicos a finales del siglo XIX e inicios del XX, o mejor dicho: un recorrido por la evolución tecnológica del inmobiliario del servicio público de la capital”.

Luis Jesús Ríos destaca que este atípico museo particular exhibe en sus paredes poco más de 300 reliquias: señalamientos viales, trolebuses y camiones a escala, taxímetros, licencias de manejo, insignias de policías y taxistas, boletos, placas de autos de particulares, e incluso de bicicletas que entre 1946 y 1952, debido al reglamento de tránsito vigente entonces, debían circular matriculadas.


La parafernalia atesorada por el joven del pasado golpea las puertas de la nostalgia al atesorar fotos e incluso juguetes que nos remiten a las ballenas, los delfines, los cocodrilos, las cotorras o los cardenales, toda una fauna motorizada en forma de taxis o camiones que circularon ufanos por la otrora Ciudad de los Palacios en cerrada disputa con los tranvías, mejor conocidos por los capitalinos como el “tren”, cuando aún no había ejes viales, segundos pisos o un gusano color naranja que se desplaza por debajo de la tierra y que llamamos Metro.

“Siempre recordados por los abuelos, la mayoría de esos nombres sólo fueron conocidos por las generaciones más jóvenes en fotografías y filmes en blanco y negro de la época de oro del cine mexicano, entre los cuales destaco Esquina bajan, La ilusión viaja en tranvía, Memorias de un ruletero o Los Reyes del volante, sólo por nombrar algunos”, agrega Luis Jesús Ríos.

Señala que fue en 1992 cuando surgió la idea de instaurar la galería mientras trabajaba como Dante (inspector de servicios públicos), estimulado por el contacto directo con micros y taxis en los cotidianos peritajes que realizaba y ante la suerte de encontrar una pieza antigua o curiosa.

“Gracias a mis frecuentes encuentros con los líderes de sitios y rutas, con quienes establecí vínculos de amistad y a quienes les comentaba mis inquietudes recibí de ellos apoyo y donaciones.

"Lo primero que me regalaron fue un taxímetro, después tarjetones, licencias, hasta que ya no tuve lugar para guardarlas. Lo demás ha salido de chacharear cada domingo en La Lagunilla, la Plaza del Ángel, el tianguis de Santa Cruz Meyehualco y el de la San Felipe de Jesús".

Lo primero que atrapó la atención del reporperro cuando llegó a la sede de la Galería del Autotransporte fue la presencia de un trío de taxis de los años 40, 50 y 60, los cuales fueron conocidos en su momento como cotorras, cocodrilos y cardenales debido a sus colores y diseño, estacionados afuera de la misma.

Cuando el perro le pregunta al hombre del pasado porqué los vehículos lucen el símbolo de pesos en sus parabrisas este contesta de manera escueta: “el que te guste te cuesta 28 mil pesos; están con todos sus papeles en regla, traen copete original y taxímetro antiguo y no hay necesidad de que te los lleves con grúa porque los tres arrancan”.

Tras cruzar la puerta el perro pudo observar tres pequeñas salas y un corredor estrecho, donde lucen un par de triciclos ingleses de 1940, una bicimoto de llanta de piel de 1865, un camión a escala de 1911 y otro de 1925, un par de bombas de gasolina y las paredes tapizadas de autos miniatura, escudos y taxímetros, así como fotografías originales del archivo Casasola donde aparecen los primeros sitios de taxis en el Zócalo.

La galería evoca el ambiente de un salón de juegos de un niño coleccionista, vehemente y ordenado, que conoce a detalle cada pieza que cuelga de los muros y que con orgullo las muestra una a una, incluyendo las preferidas:

"Por afecto familiar ésta es especial para mí, ya que mi abuelo y padre fueron policías", apunta, mientras señala una placa de policía municipal de 1889, enmarcada, en tanto recorremos la primera sala donde se encuentran escudos, placas, taxímetros y un refrigerador de los años 50 pintado de taxi cocodrilo.

Otra de sus favoritas es una placa de taxista de 1930 que tiene grabadas unas grecas prehispánicas, la Virgen de Guadalupe, un San Cristóbal (patrono de los choferes) y a un operador.

"Hay piezas que no son muy costosas pero sí valiosas por la dificultad de encontrarlas. Como los recursos con los que cuento son limitados, tengo sólo para lo que me alcanza."

En la siguiente sala, la principal por el tamaño, se observan bonos para el trolebús y camión que daban las empresas a sus empleados como parte de sus prestaciones sociales, boletos del tren de 1936 para utilizarse en cualquier fecha, placas de taxis de 1942 y anuncios de periódicos de 1899 donde una marca suiza ofrece sus recientes modelos de taxímetros.

Cuando se le pregunta el motivo de su afición, el ex Dante precisa que "lo que empezó como un juego terminó involucrándome por completo".

"El diseño que acompaña al transporte me seduce, cuando me voy de paseo prefiero sacarme una foto con un autobús típico que con alguien o algo famoso? Es como salir con una bella mujer, me gusta el copete de los taxis, la cromática y tipo de autos que se usaban".

Ha invertido una cantidad considerable pero no cobra la entrada a los pocos visitantes que llegan y desea que las escuelas que hay alrededor lleven a sus alumnos.

Relata que “los niños que han venido regresan con sus papás o abuelos, hasta para sacarse fotos con los taxis; el otro día llegó uno con toda la indumentaria original de taxista para retratarse con uno de ellos."

“Quiero destacar que mi intención no es lucrar, sino mostrar la historia del transporte capitalino a los niños, futuros usuarios y prestadores del servicio, para captar su interés y fomentar una cultura vial entre ellos, donde el respeto por el reglamento y las autoridades sean las directrices.

“De ahí que he hecho algunas propuestas, como utilizar los parques para exhibiciones con carros y semáforos a escala para que los pequeños conozcan el reglamento. Así como un espacio amplio donde, junto con todo lo que tengo y que estoy dispuesto a donar si hay una institución seria que lo cuide, se conjugue el juego y el aprendizaje para que los menores experimenten ser choferes, particulares, pasajeros o policías.

El joven del pasado acota que estos planes los envió a la Presidencia de la República, la cual respondió que Conaculta se encargaría, pero a la fecha no hay contacto y sólo ha tenido, por insistencia propia, un breve intercambio de opiniones con embajadores de Inglaterra y Francia sobre la necesidad de crear aquí escuelas para choferes como las hay en Europa.

Al finalizar el recorrido llegamos a donde tiene las joyas de su colección: dos placas, una de porcelana de 1908, y otra conmemorativa de 1968 con los aros olímpicos grabados, así como un taxímetro de los años 40, usado en Colombia y Cuba como contador de kilometraje, el cual se podía adaptar como reloj de billar, ya que viene provisto de un espacio para guardar las bolas.

Tras invitar a todos los que quieran conocer su galería a que lo contacten previamente al teléfono 5537-8960, Luis Jesús Ríos concluye que se necesita impulsar la cultura vial "para que funcione la ciudad como se debe y que los niños aprendan de manera lúdica a tolerar y prevenir".

(rluengo4@hotmail.com)

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