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A MISA CON EL PADRE AFRICANO JANVIER SIDJEU        
Enero 19, 2012

  Por Alfonso Fernández de Córdova M.   

  • ¿Qué pasa con las vocaciones sacerdotales en México?    
  • ¿Qué tanto afecta la inseguridad en Michoacán y Jalisco?    
  • “Todos quieren y piden cambios, pero nadie quiere cambiar”  
  • “Es Dios quien llama…Eso me sucedió a los 27 años…”  

ENTREVISTA EXCLUSIVA

MEXICO, DISTRITO FEDERAL 19 de enero de 2012.- “¡Vamos a misa con el padre africano Janvier Sidjeu!” Esta expresión se hace singular cada domingo entre los habitantes de los barrios de San Lucas y Nextengo, y vecinos de las colonias Ángel Zimbrón, Recreo, Imparcial y Clavería, cercanos al centro histórico de la Delegación Azcapotzalco, en el Distrito Federal.    

Esto llama la atención de los lugareños, quienes están un poco desconcertados desde que llegó el decano Esteban Mayassi, oriundo del Congo Belga, a hacerse cargo de la Parroquia de San Lucas Evangelista, recinto católico que data de 1746, cuando fue una modesta capilla de adobe y ahora erigida como Parroquia por el Cardenal y Arzobispo Primado de México Norberto Rivera Carrera, el 29 de junio de 1998, a petición del entonces presbítero Gerardo Morales, encargado del templo, hoy en día insuficiente para atender a los fieles que acuden dominicalmente al amplio atrio cubierto con lonas blancas sobre una estructura metálica provisional desmontable. 

Esto motivó la entrevista periodística con el coadyutor del decano Mayassi, el ingeniero civil y sacerdote Janvier Sidjeu, quien poco a poco se gana la simpatía y aprecio de los feligreses por su sencillez, sinceridad, homilías y buen español con que oficia la Santa Misa y otros actos litúrgicos, como los efectuados las noches del 24 y 31 de diciembre reciente, con asistencia de más de 300 personas, en cada fecha. 

-¿Cómo es eso de que usted es ingeniero y sacerdote? Explíquenos por favor. Así inició la conversación. 
-Con todo gusto. Nací el 1 de enero de 1966 en un pueblito llamado Banfang, al oriente de la República de Camerún, la capital es Yaoundé, en la parte central de África. Mi país tiene cerca de 20 millones de habitantes y es cuatro veces más pequeño que México. Los idiomas oficiales son el inglés y el francés, además hablo mi lengua mater, el Nufi. El español lo aprendí cuando llegué a México, en octubre del año 2000.

Hice la instrucción primaria en la Escuela de Nuestra Señora de Banka y en otra población fui a estudiar la secundaria-bachillerato, en 1976, donde obtuve nociones de ingeniería civil. Con el apoyo familiar y de amigos seguí estudiando y trabajando tres años en esta profesión. Teoría y práctica la tuve y aproveché. En 1986 fui supervisor en la construcción del Hotel Mansel y luego en las nuevas oficinas de la Guardia Presidencial.    
-¿Cuándo empieza a tener inclinación por la fe católica?

-Nací en el seno de una familia Cristiana y tengo un primo que es monje benedictino en Francia. Hace poco cumplió 50 años de vida religiosa. Mi inclinación por la vida religiosa empezó al principio de los años noventa, cuando tenía una obra abajo del Seminario de la Diócesis de Bajjonssam. Los seminaristas menores venían a ayudar y platicábamos de sus estudios, deberes y fe. “Ahí prendió fuego mi vocación”. Una tarde de 1993, los jóvenes tienen su misa y el coro cantó: “…

Busca primero el reino de Dios y lo demás llegará por añadidura”. Pensé profundamente en esas palabras. El 15 de agosto, Día de Santa María, de cada año, mi papá reunía a toda la familia todo el día y platicaba varios temas. Una tía hizo la oración: Señor, nos ha dado muchos hijos, ¿por qué no escoge uno para que pueda celebrar la misa? Esa tarde platiqué con ella de mis anhelos espirituales y me dijo: mañana vemos al señor Obispo. Terminé la obra de construcción. Tiempo después el deseo se cumplió.


-¿A dónde quería ir? 

-Cuando platiqué con mi párroco León DeBrune, quien ahora es mi compañero, me preguntó que a dónde quería ir y respondí: a donde estaba él y así entré a la Congregación del Inmaculado Corazón de María. Estudié Filosofía tres años, luego un año de Noviciado en el Congo, regresé a Camerún a estudiar Teología, cuatro años.

-¿Cuándo vino a México?

-El 11 de octubre de 2000 vine a México a la Parroquia de la Divina Providencia, en Cuautepec, al norte del Distrito Federal. La congregación me envió a Cuernavaca, tres meses, a estudiar historia de México, español y otras materias, regresé a la capital al Centro de Estudio para Extranjeros de la UNAM, a aprender español e historia de América Latina, porque la cultura es parte de la formación sacerdotal. Ya tenía más de 30 años de edad y aprender castellano se me dificultó mucho. En el CEPE estuve cinco meses.

En mayo de 2001 me nombraron encargado de los jóvenes de la Parroquia de la Divina Providencia y estuve más metido en el trabajo pastoral.

-¿Cómo se involucra usted en el indigenismo de México?  

-Esta es la parte más importante de mi vida religiosa y social. Muy feliz y mucho trabajo. Ocurre en mayo de 2002, cuando me enviaron a la Parroquia de Santiago Apóstol en Temalacatzingo, Guerrero, y nuevamente trabajo con los jóvenes, ahora indígenas de la región, donde elaboramos un plan de evangelización integral del ser humano y fuimos respaldados por la señora Xóchitl Gálvez, funcionaria del Gobierno Federal en materia indigenista.   
  
-¿Y la Ordenación Sacerdotal, cuándo y dónde?   

-El 6 de febrero de 2003 fui ordenado Diácono y el 1 de noviembre del mismo año fui ordenado sacerdote, en mi natal Camerún, África.

-Después de unas breves vacaciones regresé a México y viajé de nuevo a Temalacatzingo, junto con un compañero guatemalteco y los jóvenes indígenas trabajamos en el proyecto integral ideado en el 2002 e iniciado en enero de 2004, que incluía evangelización, aspectos de higiene personal, sanidad ambiental, desarrollo artesanal, apoyos sociales, gestión para introducción de redes de agua potable, una carretera y otros aspectos comunitarios, entre ellos abrir la página web trilingue de las artesanías de Temalacatzingo, así como enviar ayuda a damnificados del huracán que azotó Chiapas, en 2005. 

-¿Cómo erradicar la alta marginación indígena en México?  

-Descubrimos con un estudio de montaña que se gastaban muchos recursos sin hacer nada, el Gobierno Federal. Por ejemplo: a los grupos indígenas no les llegan porque están muy dispersos. “Temalaca” tiene 24 pueblos náhuatl o rancherías, algunos tienen sólo tres o cuatro familias. Esto hace difícil llevar ayuda y muy costoso proporcionar servicios públicos elementales. Propusimos un Plan Maestro de Desarrollo Rural a largo plazo.

El proyecto era crear grandes ciudades donde se concentraran los habitantes de las zonas rurales del país, como en este caso de los 24 pueblos dispersos y así introducir a bajos costos todos los servicios públicos integrales: agua, electricidad, viviendas, escuelas, becas, clínicas, comercios, talleres, industrias y otros centros comunitarios. Un profesionista indígena becado y titulado ayudaría a su comunidad y jalaría a otros jóvenes a seguir el ejemplo, multiplicar el bienestar y evitar la inmigración. Pero el plan no fue aceptado, porque quitaría a los políticos temas de campaña.  
    
-Debemos preocuparnos más, que en ganar votos, en tener voluntad política, personas con experiencia y no pensar sólo en los votos, sino en el bienestar común de los marginados.

-¿Qué sucedió con Xóchitl?

-Renunció a su cargo y solamente me sugirió que me nacionalizara mexicano. Acudí a la Secretaría de Relaciones Exteriores presenté un examen y llené los requisitos. Logré nacionalizarme, tramité mi credencial del IFE y fui Superior de la Congregación, en 2005, y continúo apoyando a las comunidades de Temalacatzingo. Otro logro es el rescate de muchos jóvenes de los vicios, inculcarles el trabajo juvenil y la inversión en tiempo y recursos en proyectos de bienestar a sus comunidades.

-¿Qué pasa con las vocaciones sacerdotales en México?

Usted debe saber que los semilleros de las vocaciones lo fueron tradicionalmente los Estados de Michoacán y Jalisco. Sin embargo, la época actual que vivimos de inseguridad, incertidumbre y violencia impune parece que obliga a muchos jóvenes a dispersarse en el país, inmigrar al exterior o cambiar de actividad.

¿Qué opina al respecto? 

-Lo que sucede es que los católicos quieren su Iglesia, pero no que sus hijos sean sacerdotes. “Todos quieren el cambio, pero nadie quiere cambiar”. La vocación es una cosa divina. Yo entré a la edad de 27 años. Es Dios que llama y manda. Me llama mucho la atención que México es un pueblo muy religioso y me pregunto: ¿por qué no va más allá? No puedo contestarlo. Falta dedicación a la oración. La violencia debería favorecer las vocaciones frente al sufrimiento de los pueblos. Históricamente cuando un pueblo sufre o es perseguido surge con más fuerza la religiosidad y busca la protección en Dios. Así funcionó cuando empezaron a aparecer el nazismo, el fascismo, el comunismo, el estalinismo. En Europa hubo muchas vocaciones. En América Latina se dio la Teología de la Liberación como reacción contra las dictaduras.

-Aquí se manifiesta lo que dije líneas arriba: Es Dios que llama y manda. La clave está en predicar el Evangelio, no con palabras, sino con hechos.

Así concluimos y resumimos la charla de casi dos horas con el padre africano Janvier Sidjeu, quien sigue su apostolado en los caminos de Dios y se apresta a dejar la Parroquia de San Lucas, donde estuvo ocho meses, mientras el obispo Armando Colín tiene a bien nombrar al párroco sustituto del padre Esteban Mayessi. Por lo pronto se espera esta semana el arribo del presbítero Mario López Escobedo, quien se hará cargo del recinto sagrado.   

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