Por
ejemplo, las Lomas de Chapultepec eran para la gente rica.
San Angel y la colonia Juárez, para la gente decente.
El Pedregal para los que "ya la hicieron" y la Roma
y la Condesa para la clase media. La plebe vivía en
Tepito; los rateros por La Merced y por la Candelaria de los
Patos; por allí estaba o está la iglesia donde
se veneraba a San Dimas, el buen ladrón. Gente institucional,
pues. Narvarte para los "quiero y no puedo", la
colonia Del Valle para la gente acomodada. Tacubaya para los
"tubos"... Sí, tuvo y ya no tiene.
San Pedro
de los Pinos para la modesta clase media trabajadora. Anzures
para los "Ni fu ni fa".
Y para ir de compras, ¿quería
usted ropa barata?, ¿Chácharas y alguna antigüedad?
¡La Lagunilla! Inclusive hubo un famoso comerciante,
conocido como el "Chacharitas", que manejaba valiosas
antigüedades. Fruta y verduras, en Jamaica.
¿Polvos
para el amor, hierbas y brujerías, lociones para el
dinero, ramas de pirul para las limpias?, amuletos de todas
clases, colibríes para los casanova de barriada, patas
de conejo para los principiantes, perfume Siete Machos, velas
negras, rojas y verdes para los iniciados...
todo eso y más
en el mercado de Sonora.
Accesorios automotrices y herramienta,
en Tepito. En La Merced, fruta, abarrotes, cristal y loza,
chiles secos, granos... vinos y licores. Pescado y mariscos,
por la calzada de la Viga o las calles de Aranda. ¿Café?,
en grano o en taza con su complemento de amenos comensales,
por las calles de Bolívar o Isabel la Católica.
Estaba Xochimilco, para los
que tenían un carrito y querían plantas y verduras
frescas. ¿Armas? (entonces se podían comprar
armas en una armería). Allá por las calles de
Cinco de Mayo, Donceles, Argentina, el Centro Histórico.
¿Prostitución seria y responsable?, desde las
proletarias calles del Organo hasta la institucional, bohemia
y cosmopolita casa de La Bandida.
Y si quería comprar
fierros, allá por Fray Servando Teresa de Mier. Justamente,
como un ejemplo de lo propio y formal que era la gente, estaba
un comerciante de perfiles, planchas y viguetas que por esa
zona tenía su negocio. Ordenado y cuidadoso, tenía
su local dos grandes portones, entrada y salida, claramente
indicados. Y dos básculas siempre en desacuerdo, que
pesaban los camiones; una en la entrada y la otra en la salida;
una era la de "comprar" y la otra la de "vender".
Nadie esperaba que el kilo
fuera de mil gramos, ni que la leche no tuviera agua, ni que
el pulque no fuera adulterado; las docenas 11 y a veces diez
rosas eran las reglamentarias. Las elecciones tenían
su rutina y su ritual. "El tapado" era toda una
institución; inclusive, una marca de cigarrillos pregonaba,
como toque de prestigio, que "El Tapado fuma Elegantes".
Pero había cosas sagradas,
que ni se discutían ni se dudaban, a saber:
Al pulque le faltaba un grado
para ser carne.
Los mexicanos son muy machos.
Ninguna tan abnegada como
las cabecitas blancas mexicanas.
México es un país
tan rico que hasta tiene la forma de un cuerno de la abundancia.
(Aunque un amigo me hizo la inquietante observación
de que parece descargar esa abundancia hacia Estados Unidos).
México es el país
más religioso del mundo.
Los campeones mundiales de
lucha libre son mexicanos.
En México la prensa
se puede meter con quien sea, excepto con el Presidente de
la República, el Ejército y la Virgen de Guadalupe.
Una tarde memorable, cuando
se hizo una colecta en beneficio de Finlandia, agobiada por
el ataque de los alemanes (o de los rusos), el ruedo de la
plaza de Toros, el Toreo de la Condesa, se cubrió con
una capa de plata. Miles y miles de aquellos hermosos pesos
de plata, los de 0.720, llovieron sobre el ruedo, mientras
los toreros se refugiaban donde podían y se cubrían
la cabeza con capas y muletas.
Éramos, aunque con
esto del teletón, el redondeo, un kilo de ayuda y el
ejército de limosneros, limpiaparabrisas y maromeros
que agobian cada esquina de esta capital, seguimos siendo
muy... ingenuos y generosos.
Otra de las verdades aceptadas
sin discusión y motivo de orgullo nacional, era la
validez de nuestro peso y el de ser el primer productor de
plata en el mundo.
¡Y esto último
era y es cierto!
Pero por alguna misteriosa
razón, siendo los número uno del mundo en tan
importante materia, hemos ido dejando que se deteriore la
calidad de nuestra moneda. Y con ella, el ahorro, el capital
de las empresas y los fondos de pensiones. En paralelo, las
tasas de interés se fueron elevando, hasta hacerse
impagables. Se deterioró el comercio, el crédito
y el sistema financiero.
Empezamos nuestra vida independiente
con una moneda de plata, el ocho reales, ley 0.920 de plata
pura. Su contenido del precioso metal valía, a precio
actual, 3.28 dólares. El tipo de cambio, 0.85 pesos
por un dólar. Con una moneda de un peso, compraba usted
un dólar y le sobraban quince centavos. Hasta 1910,
conservamos nuestra moneda y la paridad llegó a dos
pesos por dólar.
Durante todo el periodo revolucionario,
hubo de todo, pero al irse calmando el país, regresamos
a la moneda de plata. Nuestro peso fue rebajado en peso y
tamaño, a ley .800 y peso de 18 gramos. Su contenido
de plata valía 2.62 dólares.
Luego, apareció nuestro
peso 0.720 de ley, que valía 2.17 dólares en
plata. Y así llegamos hasta 1946. De ese momento en
adelante, cuesta abajo en la rodada... En 1947, se redujo
el contenido de plata a 0.500 de ley. Contenía nuestro
peso plata con valor de 1.27 dólares. 1950, menos peso
y ley más baja 13.3 gramos y ley 0.300. Entonces, ya
solo vale 0.720 de dólar. Lega 1954, peso de 16 gramos
y 0.100 de ley. A 0.28 de dólar compra los que quiere...
¿Y el tipo de cambio?
¡Ah...!, ese capítulo es surrealista. Empezamos
en 1875 con un tipo de cambio de 85 centavos mexicanos por
cada dólar. Después, permanece casi constantemente
a dos pesos por dólar. Gobernaba Porfirio Díaz.
El periodo revolucionario no cuenta; cuando termina, nos encontramos
con un peso 90 centavos por dólar. Brinca a 3.60, luego
... agárrense; en vertiginoso descenso, López
Portillo, que no supo administrar la riqueza y defendió
al peso como un perro... de peluche, le dejó la paridad
a su sucesor en 70.00, para que éste empezara su mandato
llevando la paridad a 150.00 pesos por dólar.
En seis años, Miguel
de la Madrid, establece un récord que a pesar de los
esfuerzos de sus sucesores, permanece incólume: el
peso se devaluó un ¡3,154.29 por ciento! Conforme
a la nueva tradición, heredó la paridad en dos
mil 285.00 nuevos pesos por dólar. Salinas de Gortari,
que fue parco en sus devaluaciones, empezó por una
de 31 por ciento y al final sólo había acumulado
36.72 por ciento. De dos mil 285 que recibió, llegó
a a tres 114.50. En el periodo actual ya andamos en 233.92
por ciento, de los cuales 118.33 son herencia salinista. Desde
1947 se produjo un lucidor 210,209 por ciento de devaluación.
Antes, con 40.14 gramos que
pesaban dos pesos, compraba una onza de plata y le sobraba
cambio. Ahora, necesita 360 gramos de nuevos pesos y si la
pagara con pesos anteriores, necesitaría 360 kilos
de moneda chatarra. El peso... ya no pesa.
¡Ay México...!
Ya no tomamos pulque ni vamos a La Merced por el mandado ni
a Jamaica por las verduras. La Central de Abastos nos atemoriza.
La Lagunilla no es lo que era, Tepito se dedica a la fayuca.
En eso de ser muy machos, andamos en mal lugar. Parece que
otros son mejores amantes.
Ya ni somos tan religiosos;
hasta se dio el penoso caso de que un cura (¡el Abad
de la Basílica, nada menos!), pusiera en duda la autenticidad
de la Guadalupana.
Ya no mas La Bandida ni Lulú
ni... Ahora se llaman sexoservidoras y andan regadas (y regados)
por todos lados.
Ya no hay "Tapado",
ahora todos andan destapados...
Ya nadie cree en el campeonato
mundial de lucha libre, la leche sabe Dios lo que será
y el peso... ¡Ay, el peso!; flaco, tres cuartos de cogote
y una percha en el escote, lo ví en la madrugada, allá
por la Reforma, en una casa de... cambio, a 11 mil 200 (¡perdón,
10.20!) por cada dólar, hecho una... ¿Cómo
dice el tango? |