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VILLA DEL CARBON, PUEBLO CON ENCANTO

Por ELVIA ANDRADE BARAJAS

VILLA DEL CARBON, ESTADO DE MEXICO, 5 de noviembre de 2012.- Villla del Carbón huele a tierra mojada, a tortilla de maíz hecha a mano y en comal,  a café de olla, a piel curtida. Sabe a frutas, rompope y carnitas.  Se escucha como la caída de aguas cristalinas. Se siente frío y húmedo.

En el Bosque, las noches caen como telón con una densa oscuridad, que rompen los cuerpos brillantes de las  luciérnagas. Una por aquí, otra por allà…de repente brillan por doquier.

En instantes desaparecen; la negra noche se aclara y se impone el brillo de la luna y un majestuoso cielo estrellado.  
 
 Ahí empieza la magia.

Muchos lugareños tienen la creencia de que las luciérnagas son hadas que viven en los bosques y que por las noches salen hacia las ciudades para resolver los problemas de los humanos. 

Por eso, dicen, que cuando un visitante las ve por primera vez  y siente una gran emoción e inexplicablemente pide un deseo, este se le concederá.

En el bosque los amaneceres son otro espectáculo de la naturaleza.

Claramente se ve como el manto de oscuridad de la noche se levanta poco a poco igual que lo hace un pesado telón en un teatro de lujo.
Los pájaros salen de los árboles.

Vuelan muy bajo y llegan hasta los arroyos de aguas cristalinas o las profundas aguas de las presas.

 Su canto anuncia que el día empezó.

En tiempos de frio la hoguera de las chimeneas calienta el cuerpo y el humo del carbón o la leña se ve sobre los techos de teja roja de las tradicionales casas y de las pintorescas cabañas, que hacen de este municipio un pueblo con Encanto.  Unico.

Datos del Gobierno del Estado informan que Villa del Carbón es uno de los 125 municipios del Estado de México, situado a dos horas al noroeste de la Ciudad de México. Cuenta con  pueblos de origen otomí y náhuatl.

El territorio del municipio se definió en 1714 cuando una región conocida como Chiapan, se dividió en lo que ahora es Chapa de Mota y Villa del Carbón, esta última con una población cercana a los 50 mil habitantes en una superficie territorial de 289,49 km².

Es  considerada una de las villas más hermosas del Estado de México, por lo que se le ha llamado la puerta a la provincia ya que sus paisajes pintorescos de frondosa vegetación y sus tradiciones, son el comienzo de un reencuentro con la naturaleza.

Aún conserva su ambiente colonial, reflejado sus callejuelas empedradas y su arquitectura, y por ello es uno de los Pueblos con Encanto del Bicentenario en el Estado de México, designados como tales en 2010 por la Secretaría de Turismo.

Los otros 11 son: Acolman, Aculco, Amanalco, Amecameca, Ayapango, El Oro, Ixtapan de la Sal, Malinalco, Metepec, Otumba, Temascalcingo, Teotihuacan, Tlalmanalco y  Tonatico.

Sin embargo, Villa del Carbón  aún no ha recibido la inscripción de Pueblo Mágico como Malinalco, Tepotzotlán, Valle de Bravo, El Oro y recientemente  Metepec, que ubico al Estado de México como la entidad con más Pueblos Mágicos en el país.

Villa del Carbón tiene todos los requisitos para pasar de un Pueblo de Encanto a uno Mágico, comenta Josefina Barajas, una jalisciense avecindada en Ecatepec que por prescripción médica compro un terreno en este municipio.

De acuerdo a la Secretaría de Turismo y al Programa Pueblo Mágico, surgido en 2001, los requisitos para que una localidad sea inscrita con este título son:

Tener atributos simbólicos, leyendas, historia, hechos trascendentes, cotidianidad, en fin MAGIA que emana en cada una de sus manifestaciones socio - culturales, que puedan proyectarlo como un bello lugar turístico.

 “Yo no quería que nadie supiera de su existencia.  Era mi orgullo y mi secreto, pero tanta belleza no podía estar oculta; era como tapar el sol con un dedo…y, un día supe la noticia: lo habían nombrado Pueblo con Encanto del Bicentenario ”, confiesa la jalisciense al agregar:

 “Por prescripción médica tenía que alejarme del bullicio de la Zona Metropolitana, especialmente de la sufrida Ciudad de México, convulsionada a diario por los lamentos y reclamos de marchistas inconformes de todos los sectores.

“También tenía que alejarme de los estresantes municipios de Ecatepec, Naucalpan y Tlalnepantla, donde el ajetreo y movimiento diario es impresionante..

“La primera vez que conocí Villa del Carbón, sentí que había cruzado una barrera.  Tuve la sensación de llegar a mi pueblo en Jalisco: calles empedradas, casas blancas con techo rojo, un hermoso kiosko al centro de la plaza, flanqueado por el Palacio Municipal, la Iglesia y muchos comercios:

“Restaurantes tipo mexicano, puestos de quesadillas de flor de calabaza y champiñón, recién cortados de las huertas del lugar, y para hacer digestión no hay como recorrer los locales de venta de zapatos, bolsas,  chamarras y pantalones de piel en todos los colores y estilos, o artículos de charrería, como cinturones de pirita  y tejanas de la mejor calidad”, asegura.

Jacinto Esparza, uno de los muchos capitalinos asiduos a visitar este municipio coincide con Josefina al resaltar “el sabor de  la inigualable barbacoa de carnero, que aquí se come; lo mismo que el de las carnitas de puerco, o las quesadillas de hongos y flor de calabaza”.

Ambos relatan que en las fiestas del pueblo, especialmente la del 10 marzo, cuando se celebra su fundación como municipio, lo tradicional son los buñuelos, el mole rojo y verde con carne de guajolote,  mole de pepita y los tamales que sustituyen a la tortilla,  acompañados de licores de frutas y rompopes de diversos sabores.

La charrería es otro de los atractivos de Villa de Carbón, pero nada supera sus espectaculares paisajes y el contacto que ofrece con la naturaleza.

“El primer día que vine me asusto lo curveado de la carretera, que por ciento ya arreglaron,  pero mis nervios se tranquilizaron al llegar a una de las cabañas enclavadas en el bosque", comenta Josefina..

“Entonces era febrero, dice, y los enormes árboles se mecían al ritmo del viento, parecían hablar, lo mismo que las aguas cristalinas del arroyo, provenientes de la Presa del Llano. 


“Dicen que también son un remanso de paz los paisajes de  la Presa Taxhimay, El Cerro de la Bufa, la Presa Juárez y las cascadas naturales.

“Aún no las conozco.  Las pocas veces que he venido ha sido para tranquilizar mis nervios.  Olvidarme de la tecnología: fuera Internet, televisión, noticieros…todo. 

“Mis sentidos los entrego a la naturaleza y cuando vuelvo a la estresante y complicada vida de las ciudades metropolitanas, cierro los ojos y atraigo a mi mente el olor a tierra mojada,  el sonido de las aguas cristalinas, el brillo increíble de las luciérnagas y ese espectacular y único cielo estrellado que sólo he visto allá en mi pueblo de Jalisco y en Villa del Carbón.

“Respiro profundo y reproduzco en mi mente los paisajes más hermosos de ambos pueblos, y los atesoro dentro de mi e increíblemente me regresan las fuerzas y las esperanzas perdidas”, dice Josefina,  emocionada y con la vista ausente, y agrega:

“Por todo esto digo que Villa del Carbón podría pasar de ser un Pueblo con Encanto a uno con Magia, porque, al menos para mi es Mágico”.

eab_elya@yahoo.com.mx

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