Por ELVIA ANDRADE BARAJAS

LIMA, Perú, 23 de junio de 2021.- En estos tiempos de pandemia en los que los viajes al extranjero están restringidos y la humanidad amenazada por un virus mortal, vienen a la mente una y otra vez parajes, anécdotas y mucha información que quedó en el tintero de los viajes a China, Estados Unidos, Colombia, El Salvador y Perú, junto con videos y fotografías que en su momento no se utilizaron, pero ahora reclaman un espacio para ser publicados.

Son como un eco de añoranza, de aquellos tiempos en los que íbamos a cualquier parte, sin una prueba negativa de Covid-19, cubre bocas, ni lavarnos continuamente las manos.


De aquellos días de grandes conciertos, cuando millones iban a las escuelas, de abrazarnos y besarnos al vernos y despedirnos.

Así que empezaré por Lima, Perú, un país frio y gris, pero de gente cálida, crítica y muy politizada, que lucha por la defensa de sus derechos humanos, tras soportar una serie de atropellos personales y políticos.


Era la última semana de octubre de 2019.

"Tía, tía, si vas a Perú me traes Pisco”, dijo entusiasmada mi joven sobrina con voz que rebosaba de alegría al otro lado de la línea telefónica.

-  ¿Qué es eso?

“Es la bebida tradicional del Perú”, explicó.

Intimamente pensé que no tendría tiempo de buscarlo, pero ya en Lima, Gaby me envió varios mensajes para recordarme su encargo, con el que me tope de frente en el Auditorio de San Miguel, en la municipalidad del mismo nombre, donde se celebró uno de los encuentros de la IV Cumbre de Compañeros Periodistas Internacionales (CONAPE) con la participación de colegas de varios países del mundo.

Giovanna López, una mujer muy conocedora del Pisco, fue quien me explicó todo sobre este, del que dijo “no es un licor, ¡es un epirituoso!”.

En ese momento era directora de la empresa GioDrink Cocktails Catering y para la entrevista, que hicimos un día después de conocernos, uso un mandil en el que se leía “Pisco, Spirit of Peru (Pisco, espíritu de Perú)”.

Su explicación fue amplia y detallada y grabada en un video, en el que un chef hizo una demostración de la comida tradicional peruana, que después supe es una de las gastronomías más deliciosas del mundo, tanto, que decidí quedarme dos días más en Lima, sólo para comer tanta delicia.

Sus helados tienen un sabor exacto.  Saben a la fruta de que están hechos.   El de maracuyá fue mi preferido, lo mismo que las pechugas de pollo, gruesas, jugosas y suaves, acompañadas de elote, que en ese país son de un grano muy grande y tierno.

¡Todos son así!, no tienes que suplicar porque te den el mejor. Cada uno es inigualable. Único. Sabrosos.

La penúltima noche en Lima, después de concluida la Cumbre, Gaby, me envió un mensaje por Facebook:

“Tía por favor no olvides traerme Pisco, ¿ya lo viste?”

--Sí ya lo vi, pero no lo he comprado, le dije mientras veìa la tarjeta telefónica de Giovanna, a quien llamé para preguntarle si aún podía venderme un par de botellas de la edición limitada de Pisco que ofreció a los periodista que participaron en la IV Cumbre de Periodismo, de los cuales algunos se fueron a conocer Machu Pichu y la tierra de siete colores.

Quedamos de vernos por la noche en el Lobby del Hotel Sheraton, donde me hospedaba, después de ir a conocer el Circuito Mágico del Agua, donde al ritmo de la música y la luz bailan las aguas de varias fuentes que hay en el parque.

La experiencia en ese parque nocturno fue muy buena, pese al viento frío, al grado que había olvidado mi cita con Giovanna, quien ya me esperaba en el Lobby, muy guapa y perfumada, con un par de botellas de edición limitada de Pisco.

Charlamos un rato y me aseguró que no tendría problemas para traerlas a México, aunque me recomendó meterlas en las maletas, entre la ropa.

Esa recomendación la olvide por completo, al igual que la memoria de todo lo que había grabado en los dos últimos días, incluyendo la entrevista sobre el Pisco y casi todo el material de El Salvador, país que visite antes de llegar a Perú.

Todo eso ocurrió, cuando escuche campanadas, seguidas de bellos cantos y oraciones de cientos de peruanos frente al balcón de mi habitación, donde disfrutaba de una cena peruana.

Llevaban al frente al Señor de los Milagros, seguido de cientos, miles de católicos.

La piel se me erizó de la emoción y como un nazareno dejé de hacer todo, incluso guardé mi exquisita cena, y salí del hotel para sumarme a la Procesión, que se detuvo en la Plaza Bolívar, también conocida como Plaza del Congreso o Plaza de la Inquisición por ubicarse en ella el edificio del Congreso de la República del Perú y el antiguo local del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición.

"¡Cómo no creer en ti si me has dado todo!” repetían en coro miles de voces que cimbraban la plaza iluminada por cientos de veladoras, y luces de colores.

Había turistas de varias partes del mundo, para participar en la Procesión del Señor de los Milagros, a quien los peruanos tienen una fe absoluta.

De regreso al hotel, toda esa noche en mis oídos se replicaban los cantos y las fervorosas oraciones de los católicos.

Fue una noche muy especial.  Muy hermosa.

Pero, al otro día empezó mi calvario.

Fue hasta entonces que me di cuenta de que faltaba la memoria de 64 gigabytes con mucho material grabado y fotografías que nunca más se repetirían.

Lo único que recordaba era que, al escuchar las campanadas y los cantos celestiales, me emociono y solté todo lo que tenía entre manos para salir corriendo hacia la gente.

Así que, al no encontrarla por ningún lado, supe que la tiré en algún lugar y urgía hacer algo.

Aproveché que a unos pasos del hotel estaba la Ciber Plaza de la Tecnología y corrí a pedir ayuda para recuperar el material video fotográfico.

Ahí lograron rescatar de la memoria de la cámara algunas fotografías y fragmentos de algunos videos, pero se necesitaba más tiempo, que ya no tenía porque mi vuelo de regreso a México se acercaba.

Claudia y Oscar, un par de buenos amigos peruanos, llegaron por mí al hotel y me llevaron al famoso aeropuerto Jorge Chávez, ese que sale en el programa Aeropuerto de National Geographic.

Ellos se fueron antes de que yo cometiera el último error de este viaje, porque en China me ocurrió algo semejante:

¿Tiene algo que declarar, lleva algo ilegal?, preguntó el agente aduanal.  Inocente y tontamente conteste:

“No nada, sólo llevo Pisco, dos hermosas botellas de edición limitad, mire

--
Ah, pues eso es ilegal y se las voy a decomisar”, dijo el agente con ese tonito de perdona vidas que imprimen en los reportajes de Aeropuerto, pero agregándole una amplia sonrisa por mi bobada.

Fue hasta entonces que recordé la recomendación de Giovanna: “los metes en tu maleta, entre la ropa, para que no tengas problemas”.

Cuando viajamos a China, llevamos tequila, pero la compramos en el Aeropuerto de la Ciudad de México, donde abundan tiendas de venta de bebidas alcoholicas en todas las presentaciones y al pagarlas cubres los impuestos aduanales y no tienes problemas para viajar con ellas.

Pero, aquí no tuve tiempo de recorrer los stands, donde seguramente venden Pisco para importar sin problemas.

El agente me aterrizo en la realidad:

- “Lea su pasaporte.  Ahí dice que no puede llevar bebidas alcohólicas”.

¡Cierto!, recordé, y sólo me quedó poner mi cara de ¡ups! y replicar:

“Es un espirituoso. El espíritu de Perú”.

-- Ah, mire, pues queda decomisado el espíritu de Perú, a menos que le llame a alguien y se lo regale, porque aquí se va a la basura, dijo autoritario.

“Ok, quiero verlo en la basura. ábralo y derrámelo, replique”, lo que enfureció al agente aduanal.

-- Si insiste en su necedad la arresto y pierde su vuelo a México, usted decide, dijo el hombre que no rebasaba el metro y medio, quien, ante mi silencio (el que calla otorga) tomo las botellas y las puso en una caja junto con muchos otros objetos que había requisado a viajeros despistados como yo.

No pude traer el Pisco a Gaby, pero ella, los que lo han probado y yo sabemos que es delicioso y que tiene bien ganado el título de “Espíritu del Perú”.

Finalmente, al llegar a México, Paloma, nuestra ingeniera en Sistema logró rescatar los videos grabados, entre ellos la entrevista a Giovanna sobre el Pisco y otros temas sobre la Cumbre que fueron publicados oportunamente en 2019.

Hoy, en ocasión de un webinar que tendrá Giovanna con destiladores de varios países y a que no es prudente viajar a El Perú o algún otro lugar, a causa de la pandemia que lo ha colocado como el quinto país con muertes por Covid-19, publicamos, por fin, el video de la referida entrevista, que titule:

Mi nombre es Pisco. Mi apellido Perú.

 

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