LOS SANTOS DIFUNTOS

DEVUELVEN LA VIDA A MEXICO


Por ELVIA ANDRADE ANDRADE

CIUDAD DE MÉXICO, Estados Unidos Mexicanos, 01 de noviembre de 2021.- Tras un año y 10 meses de encierro y de medidas sanitarias a causa de la pandemia de Covid-19, cuyas víctimas fueron cremadas sin los tradicionales funerales, con sus rezos, cirios y novenarios, en el caso de los católicos, por la suspensión de eventos públicos, este fin de semana, los capitalinos volvieron a las calles, para celebrar a los Santos Difuntos, con ofrendas florales, el Desfile de Día de Muertos, calaveritas, disfraces y fiestas de Halloween, con las que recordaron a familiares y amigos que se fueron al Valle del Mictlán, donde descansan eternamente.


Irónicamente, los mexicanos volvieron a la vida en la celebración del Día de los Muertos, cuyas raíces prehispánicas son reconocidas por la UNESCO como un patrimonio de la humanidad, por  sus coloridos festejos en los cementerios, plazas públicas, pueblos mágicos y en millones de hogares, en los que levantan altares ataviados de flor de cempasúchil, frutas, pan, incienso de copal y veladoras con las que alumbran el camino de regreso del más allá de sus seres queridos.


En esta ocasión los festejos de muertos son más significativos, ya que marcan el reinicio de la actividad económica suspendida por la epidemia, que hasta hoy a matado a más de 4.5 millones de personas en el mundo, de los cuales 288,365 muertes corresponden a México, cuya capital, Ciudad de México, realizó el Desfile de Día de Muertos, con la particpación de miles de personas, colapsando el tránsito vehicular en el centro del país, debido a la multitud de gente que acudió a ver el espectáculo.


Este país azteca ha registrado una de las cifras más altas en el mundo de muertes por COVID-19, por lo que el año pasado autoridades de la ciudad instaron a la población a quedarse en casa y ordenaron el cierre de cementerios, que suelen estar llenos por el tradicional festejo de Día de Muertos los días 1 y 2 de noviembre.


Pero con casi la mitad de la población vacunada contra la enfermedad y una reducción en el número de contagios, en las últimas semanas las autoridades permitieron en la populosa capital y en la mayoría de las regiones del país eliminar restricciones a eventos públicos, con el uso de cubre bocas y/o mascarillas, así como de gel.


Los festejos por el Día de Muertos también volvieron a Mxquic y Xochimilco, donde se hizo un homenaje especial a los artistas de la época de oro como Pedro Infante, María Félix, Pedro Armendáris y otros de gran prestigio en el espectáculo.


Por la disminución en los contagios de Covid-19, según informes oficiales, varios estados de la República Mexicana permitieron la visita de familiares a sus difuntos en los cementerios durante este Día de Muertos con horarios de ocho de la mañana a cinco de la tarde.


Luego de que la capital del país pasará a semáforo epidemiológico verde el lunes 18 de octubre, por la disminución de contagios y hospitalizaciones, el histórico panteón de San Andrés Mixquic reabrió sus puertas para recibir a familiares de los difuntos y turistas, que participan en la famosa "Alumbrada" para rendir homenaje a los muertos.


También volvieron las tradiciones de Dia de Muertos en la zona lacustre de Michoacán como Pátzcuaro y Santa Fe de la Laguna, donde familiares visitan a sus seres queridos en los panteones. Les prenden veladoras y hacen oración toda la noche para iluminar su trayecto espiritual.


En Pátzcuaro se celebra la famosa Noche de las Animas, sin la participación del pueblo de Janitzio, Michoacán, que fue sufrió muchos decesos por Covid-19.


En Aguascalientes regresó el Festival Cultural de Calaveras. Del 29 de octubre al 2 de noviembre y la temática central será la Época del Cine de Oro Mexicano.


En Cuautlancingo, San Andrés Cholula, San Pedro Cholula y Huejotzingo, Puebla, nuevamente se celebrará los Santos Difuntos con el tradicional corredor de ofrendas.


En el Pueblo Mágico de Atlixco, Puebla, estará el Valle de Catrinas.


En Valle de Bravo, Estado de México, se volvió a vestir de gala con el Festival de las Almas, con un concierto de rock.

 

DIA DE MUERTOS, TRADICIONA MEXICANA

 


El Día de Muertos es una tradición mexicana de origen prehispánico, celebrada el 1 y 2 de noviembre en la que se honra a los muertos. Se originó como un sincretismo entre las celebraciones católicas (especialmente el Día de los Fieles Difuntos y de Todos los Santos) así como las diversas costumbres de los indígenas de México.


Se celebra principalmente en México de donde es originaria y en países latinoamericanos​ como Bolivia, Perú, Ecuador, Guatemala y en menor grado en países de América Central y en la región andina en América del Sur.


Para los Mexicas los rumbos destinados a las almas de los muertos estaban determinados por el tipo de muerte que habían tenido, y no por su comportamiento en la vida.


Los mexicas creían que la vida ultraterrena del difunto podía tener cuatro destinos:


1.-Tlalocan o paraíso de Tláloc, dios de la lluvia. A este sitio se dirigían los que morían en circunstancias relacionadas con el agua: ahogados, por un rayo, por enfermedades como la gota o la hidropesía, la sarna o las bubas, así como también los niños sacrificados al dios. El Tlalocan era un lugar de reposo y de abundancia.


2.- Omeyocán, paraíso del sol, presidido por Huitzilopochtli, el dios de la guerra. A este lugar llegaban sólo los muertos en combate, los cautivos que se sacrificaban y las mujeres que morían en el parto. El Omeyocan era un lugar de gozo permanente, en el que se festejaba al sol y se le acompañaba con música, cantos y bailes. Los muertos que iban al Omeyocan, después de cuatro años, volvían al mundo, convertidos en aves de hermosas plumas multicolores.


3.- Mictlán, destinado a quienes morían de muerte natural. Este lugar era habitado por Mictlantecuhtli y Mictecacíhuatl, señor y señora de la muerte. Era un sitio muy oscuro, sin ventanas, del que ya no era posible salir.


El camino para llegar al Mictlán era muy tortuoso y difícil; las almas debían transitar por distintos lugares durante cuatro años para llegar al Chicunamictlán, lugar donde descansaban o desaparecían las almas de los muertos.


Para recorrer este camino, el difunto era enterrado con un perro  Xoloitzcuintle, el cual le ayudaría a cruzar un río y llegar ante Mictlantecuhtli, a quien debía entregar, como ofrenda, atados de teas y cañas de perfume, algodón (ixcátl), hilos colorados y mantas. Quienes iban al Mictlán recibían, como ofrenda, cuatro flechas y cuatro teas atadas con hilo de algodón


4.- ¡Chichihuacuauhco!, lugar a donde iban los niños muertos antes de su consagración al agua donde se encontraba un árbol de cuyas ramas goteaba leche, para que se alimentaran. Los niños que llegaban aquí volverían a la tierra cuando se destruyese la raza que la habitaba. De esta forma, de la muerte renacería la vida.


Los entierros prehispánicos eran acompañados de ofrendas que contenían dos tipos de objetos: los que, en vida, habían sido utilizados por el muerto, y los que podría necesitar en su tránsito al inframundo.


De esta forma, era muy variada la elaboración de objetos funerarios: instrumentos musicales de barro, como ocarinas, flautas, timbales y sonajas en forma de calaveras; esculturas que representaban a los dioses mortuorios, cráneos de diversos materiales (piedra, jade, cristal), braseros, incensarios y urnas.


En la cultura nahua del Anáhuac se honraba a los muertos con una celebración denominada Miccailhuitontli, (fiesta de los muertitos o fiesta de los muertos chiquitos) en los meses de julio; octubre y marzo.


En la cultura maya, creían que cuando una persona moría, su alma iba al “inframundo”, conocido por ellos como Xibalbá.


Según sus creencias, para llegar a este lugar, las almas debían de cruzar un río con la ayuda de un xoloitzcuintle; es por eso que dentro de los ritos funerarios de los mayas se encontraba el de enterrar a un perro
de esta raza junto con la persona fallecida; de lo contrario, correría el riesgo de no llegar a Xibalbá y quedarse en el camino.


Estas tradiciones y costumbres quedaron en el pasado con la llega a América de los españoles en el siglo XVI, ya que introdujeron las tradiciones de pueblos españoles al evangelizar a los mestizos.


Desde entonces se recuerda a los muertos en el Día de Todos los Santos, una solemnidad cristiana que tiene lugar el 1 de noviembre para las iglesias católicas de rito latino, y el primer domingo de Pentecostés en la Iglesia ortodoxa y las católicas de rito bizantino. No se debe confundir con la Conmemoración de los Fieles Difuntos.


Al convertir a los nativos del Nuevo Mundo, se dio lugar a un sincretismo que mezcló las tradiciones europeas y prehispánicas, haciendo coincidir las festividades católicas del Día de todos los Santos y Todas las Almas con el festival similar mesoamericano, creando el actual Día de Muertos.

 

EN 1859 INICIAN LOS ALTARES A LOS MUERTOS  

 

Las epidemias que durante siglos azotaron a la Ciudad de México llevaron a la creación de cementerios fuera de la ciudad, y fue hacia 1861 que el gobierno comenzó a hacerse cargo de los entierros.


En 1859 se consolidó la costumbre de adornar las tumbas con flores y velas, visitar los panteones los días 1 y 2 de noviembre.


La clase alta por las mañanas y los pobres por la tarde.


La gente de clase alta aprovechaba estos días para poder estrenar sus ropas negras que preparaban desde antes para poder lucirlas en los panteones.


El 7 de noviembre de 2003 la Unesco distinguió a la festividad indígena de Día de Muertos como Obras Maestras del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad Obra, considerar que esta festividad es una de las representaciones más relevantes del patrimonio vivo de México y del mundo, y como una de las expresiones culturales más antiguas de mayor fuerza entre los grupos indígenas del país.


Los altares dedicados a los difuntos son un arte y están llenos de misticismo y tradición.


Todo empieza cada año con la siembra en primavera de la flor de cempasúchil y termina con el humo del incienso de copal y los rezos para pedir por el eterno descanso de los fieles difuntos, que regresan a sus hogares, espiritualmente, cada año.


Pero, para que su viaje sea exitoso, sus familiares deben adornar los altares con flores muy coloridas, caminos de aserrín y pétalos flores iluminados por veladoras que deben estar encendidas durante toda la celebración.


La fotografía de los difuntos es imprescindible, o las calaveritas con su nombre, los dulces para los niños, comida, fruta, pan, agua, sal y bebidas embriagantes, así como cigarros son algunos de los elementos que no faltan en los altares.


José Guadalupe Pozada, caricaturista mexicano celebre por sus dibujos  de calacas, dándole vida a La Catrina, dio fama a Aguascalientes, su tierra natal, donde desde 1994 en estos días se celebra la Feria de la Calavera, que recibe un promedio de 850 mil visitantes, siendo el segundo evento más importante de Aguascalientes, después de la Feria Nacional de San Marcos.


El Día de Muertos se festeja en todos los estados de México con diferentes y diversas tradiciones, pero en todas hay altares, incienso, comida y velas, y en muchos entidades estos festejos se han mezclado con la celebración estadounidense del Halloween donde en la noche del 1 o 2 de noviembre los niños salen a las calles con disfraces alusivos a la muerte y seres de ultratumba.


Tocan de puerta en puerta pidiendo “el muerto” o la calaverita.  En algunos estados como Zacatecas, acostumbran pedirla con rimas cantadas:


"El muerto pide camote,
sino se le cae el bigote.
La viuda pide una ayuda,
para su pobre criatura".

Si los habitantes de la casa solicitada dan "el muerto" o la calaverita, que generalmente son dulces que depositan en bolsos que llevan los niños, estos recitan una bendición:

"Esta casa está bendita
porque si nos dieron comidita".
O una "maldición" si no se atiende a su canto:

"Esta casa está embrujada
porque no nos dieron nada".

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