LEYENDAS DE PANCHO VILLA
Y LA REVOLUCION MEXICANA

 

 

Por ANGELES VICTORIA

CIUDAD DE MEXICO, ESTADOS UNIDOS MEXICANOS, 24 de julio de 2023- De él se cuentan muchas leyendas.  Se dice que nació en una cueva, en medio de una tormenta, que su madre lo alumbro sola.  Otros dicen que nació en una carretera cuando su familia huida de los indios, pero en realidad nació en el 5 de junio de 1878, en una hacienda de Durango.  Es hijo de una sirvienta y de un campesino, que lo bautizaron como Doroteo Arango Arámbula.


A los 15 años quedó huérfano de padre y se hizo cargo de su madre y hermanos.


Desde entonces su carácter se arreció y a los 16 años mato al dueño de la hacienda donde trabajaba, luego de que éste violara a una de sus hermanas.


Así empezó su vida de bandolero, robando ganado y asaltando diligencias.  El Botín lo compartía con los pobres y así empezó a ganarse popularidad entre la gente.


 En torno a su muerte también hay muchas leyendas:


La leyenda de su nombre: se dice que Villa adoptó el nombre de Francisco Villa en honor a un bandolero que admiraba, o que era su padre biológico. Otra versión dice que se llamó así porque era fanático de San Francisco de Asís. Lo cierto es que se cambió el nombre para escapar de la justicia, después de matar al hacendado que violó a su hermana.


La leyenda de su muerte: se dice que Villa fue traicionado por uno de sus hombres, o por el gobierno estadounidense, o por el presidente Álvaro Obregón. Otra versión dice que Villa fingió su muerte y se fue a vivir a Estados Unidos o a Cuba. Lo cierto es que fue asesinado por un grupo de sicarios al servicio del gobernador de Chihuahua, Jesús Salas Barraza, el 20 de julio de 1923 tras ser emboscado en Hidalgo del Parral Chihuahua.


La leyenda de su corazón: se dice que el corazón de Villa fue robado por un médico estadounidense que lo examinó después de su muerte, o por un coronel mexicano que lo guardó como trofeo. Otra versión dice que el corazón de Villa era tan grande que no cabía en su pecho. Lo cierto es que el corazón de Villa fue extraído y conservado en formol por orden del general Francisco R. Serrano, quien lo entregó a la familia Villa años después.


La leyenda de sus mujeres: se dice que Villa tuvo más de 20 esposas y más de 100 hijos, y que les daba una hacienda a cada una. Otra versión dice que Villa era impotente y que solo se casaba por conveniencia política. Lo cierto es que Villa tuvo varias esposas e hijos, pero no tantos como se dice, y que algunas de sus relaciones fueron forzadas o violentas.


También se dice que Villa era el enemigo número uno de Estados Unidos, y que atacó la población de Columbus, Nuevo México, por patriotismo. Lo cierto es que Villa colaboró con el presidente Woodrow Wilson, y que atacó Columbus por venganza, después de que Estados Unidos apoyara a Carranza.


La Revolución mexicana fue una época de grandes cambios, conflictos y hazañas, pero también de misterios, mitos y leyendas.


Otras leyendas que existen en torno a este movimiento son:


- La leyenda del nahual de Cerro Grande: se dice que en los bosques de Cerro Grande, en Colima, vivía un criminal llamado Teodoro Alonso, apodado el Indio Alonso, que tenía el poder de transformarse en animal gracias a un pacto con el diablo. El nahual asaltaba y mataba a los viajeros que pasaban por ahí, hasta que una joven que tenía secuestrada logró escapar y cortarle el cuello. Desde entonces, se cree que el espíritu del nahual ronda por el lugar en forma de bolas de fuego.

 

- La leyenda del pozo de las cadenas: se dice que, en Tecate, Baja California, hay un pozo donde fue arrojado un humilde campesino por unos forajidos que se hospedaron en su casa. El campesino fue encadenado y apedreado hasta morir, y su alma quedó atrapada en el pozo. Se dice que por las noches se escuchan sus lamentos, las cadenas y las piedras.

 

- La leyenda de la Sampetrina: se dice que Petra Herrera, una mujer revolucionaria que luchó con Pancho Villa, era tan valiente y feroz que podía enfrentarse a cientos de soldados federales. Se disfrazaba de hombre para poder combatir, y se ganó el apodo de la Sampetrina por su participación en la toma de San Pedro de las Colonias. Se dice que murió asesinada por unos villistas que no aceptaban su liderazgo.

 

- La leyenda del tesoro de Heraclio Bernal: se dice que Heraclio Bernal, un bandolero que robaba a los ricos para dar a los pobres, enterró parte de su botín en los bosques de Durango. Se dice que antes de morir reveló la ubicación del tesoro a su hijo, pero este nunca lo encontró. Se dice que el tesoro está custodiado por el espíritu de Bernal, que se manifiesta como bolas de fuego.

 

- La leyenda del fantasma de Emiliano Zapata: se dice que Emiliano Zapata, el caudillo del sur, no murió en la emboscada de Chinameca, sino que escapó y vivió oculto hasta su vejez. Se dice que su fantasma sigue cabalgando por las tierras del sur, defendiendo a los campesinos y a los pobres. Se dice que algunos lo han visto o escuchado gritar su lema: ¡Tierra y libertad!.Lo cierto, es que, en 1910, Pancho Villa se unió a la Revolución encabezada por Francisco I. Madero contra el régimen de Porfirio Díaz.

 

Se destacó por su valentía y su habilidad militar, y formó un ejército llamado la División del Norte, compuesto por campesinos, mineros, obreros y ex bandidos. Participó en varias batallas decisivas para el triunfo de la causa maderista, como las de Ciudad Juárez, Tierra Blanca y Chihuahua.

 

Tras el asesinato de Madero en 1913, se opuso al golpe de Estado de Victoriano Huerta y se alió con Venustiano Carranza y Emiliano Zapata para derrocarlo. En 1914, entró triunfalmente a la Ciudad de México junto con Zapata, pero pronto se enfrentó a Carranza por sus diferencias ideológicas y políticas. Carranza contaba con el apoyo del general Álvaro Obregón, quien derrotó a Villa en varias batallas, como las de Celaya y Agua Prieta.

 

A partir de 1915, Villa perdió poder e influencia, y se refugió en Chihuahua, donde siguió combatiendo contra los carrancistas y los obregonistas. También protagonizó una incursión armada en territorio estadounidense, atacando la población de Columbus, Nuevo México, en represalia por el apoyo de Estados Unidos a Carranza. Esto provocó una expedición punitiva del ejército estadounidense, que fracasó en capturar a Villa.

 

En 1920, tras el asesinato de Carranza y el ascenso al poder de Adolfo de la Huerta, Villa aceptó retirarse de la lucha armada a cambio de una amnistía y una hacienda en Canutillo, Durango. Allí vivió con sus esposas y sus hijos hasta que el 20 de julio de 1923 fue emboscado y asesinado en Hidalgo del Parral, Chihuahua, por un grupo de sicarios al servicio del gobernador local.

 

Pancho Villa es considerado uno de los héroes más populares y controvertidos de la historia mexicana. Su figura ha sido objeto de numerosas leyendas, mitos, canciones, películas y libros. Su legado sigue vivo en la memoria colectiva del pueblo mexicano.

 

 

Varios presidentes de México han reconocido a Villa:

 

Lázaro Cárdenas: ordenó trasladar los restos de Villa al Monumento a la Revolución en 1926, y le otorgó una pensión vitalicia a su viuda, Luz Corral. También fue amigo personal de Villa y participó en su ejército.

 

Adolfo López Mateos: fue el presidente que inauguró el Museo Nacional de la Revolución en 1960, donde se exhiben objetos personales de Villa y otros revolucionarios. También fue el que declaró el 20 de noviembre como Día de la Revolución Mexicana, en honor a los héroes del movimiento.

 

Luis Echeverría: presidió el homenaje nacional a Villa en 1976, con motivo del centenario de su nacimiento e impulsó la construcción del Centro Cultural y Museo Casa de Pancho Villa en Durango, inaugurado en 1981.

 

José López Portillo: asistió al estreno de la película La vida y muerte de Pancho Villa en 1980, protagonizada por Antonio Aguilar. También apoyó la creación del Fideicomiso Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca, donde se resguardan documentos históricos sobre Villa y la Revolución.

 

Carlos Salinas de Gortari: encabezó la ceremonia del 70 aniversario luctuoso de Villa en 1993, y colocó una ofrenda floral en su tumba. También promovió la edición facsimilar del libro Vida heroica de Francisco Villa, escrito por Martín Luis Guzmán.

 

Vicente Fox: participó en el homenaje a Villa en 2003, con motivo del 80 aniversario de su muerte. Autorizó la emisión de un billete conmemorativo de 100 pesos con la imagen de Villa y otros revolucionarios.

 

Felipe Calderón: inauguró el Museo Histórico del Ferrocarril Mexicano del Sur en 2010, donde se exhibe el vagón presidencial usado por Villa y otros mandatarios. Declaró el año 2010 como Año del Bicentenario del Inicio de la Independencia Nacional y del Centenario del Inicio de la Revolución Mexicana.

 

Enrique Peña Nieto: Presidió la ceremonia del centenario luctuoso de Zapata y Villa en 2014, y entregó reconocimientos a sus descendientes. También inauguró la exposición Pancho Villa: más allá del mito en el Museo Nacional de Historia Castillo de Chapultepec.

 

Andrés Manuel López Obrador: es el actual presidente que ha expresado su admiración por Villa y otros revolucionarios, y que ha propuesto crear un nuevo billete con su imagen. También ha impulsado la recuperación y difusión del acervo histórico sobre Villa y la Revolución.

 

Al conmemorar 100 años de su muerte en San Juan del Río Durango, en una ceremonia a la que asistió López Obrador, el gobernador de Durango, nietos y bisnietos de Pancho Villa,  el historiador Pedro Salmerón Sanginés dijo:

 

La historia es mejor que la leyenda, ese hombre que no quiso ser esclavo se convirtió en revolucionario en 1910.

 

Al tomar esa decisión que volvió a cambiar su vida, Pancho Villa tenía 32 años. Era un jinete infatigable y diestrísimo, infalible tirador de pistola y carabina, magnífico conocedor de la sierra de Durango y de Chihuahua. Había dirigido a pequeños grupos de hombres armados, lo mismo bandidos que arrieros.

 

Era de buena presencia y fácil trato, salvo en sus momentos de cólera, que solían ser terribles, odiaba con encono a los hacendados y a los poderosos, y apreciaba el valor y la lealtad como virtudes cardinales. Era decidido y poseía una inagotable energía, y tenía una inteligencia natural poco común, muy aguda, pero escasamente cultivada.

 

Todavía discutimos los historiadores si en 1910 ya sabía leer y escribir, o si aprendió en la cárcel en 1912.

 

A los pocos meses de sumarse a la Revolución, Pancho conoció al jefe de la misma, su tocayo Madero. Todo parecía estar en contra de ese encuentro.

 

¿Qué tenían en común el perfumado vegetariano que nació en sabanas de seda con el criador de gallos finos que dormía al raso con la silla de montar como almohada y el zarape como cobija?

 

Tenían en común el amor a la patria y a los pobres.

Y ese mismo detector de mentiras que la vida le dio a Pancho Villa le sirvió para desconfiar profundamente, desde el principio, de Victoriano Huerta, aquél militar desleal, traidor y sin palabra que en febrero de 1913 dio cuartelazo contra el gobierno democrático y que en los siguientes 15 días ordenó el asesinato de 600 cuadros y dirigentes maderistas, incluido el propio presidente.

 

Entonces, Pancho reinició la lucha. Pronto estaría al frente de un millar de bragados y en seis meses sería el jefe de un poderoso ejército revolucionario; es decir, un ejército integrado por voluntarios que luchaban por ideales.

 

Y al nuevo ejército le llaman la División del Norte. ‘La División del Norte —escribió Adolfo Gilly— es una de las mayores hazañas históricas mexicanas. Su organización fue el punto de viraje en la guerra campesina y en la Revolución.

 

Al frente de la División del Norte, Pancho conquistó Chihuahua. Sus hombres lo eligieron gobernador. Su medida de mayor impacto fue la confiscación de los bienes de los enemigos de la revolución, los poderosos que acumularon fortunas despojando a los pueblos y que apoyaron al gobierno espurio de Victoriano Huerta.

 

Con esos dineros, administrados con acrisolada honradez, se pagaron las políticas sociales y educativas que sorprendieron al mundo, y también se convirtió a la División del Norte en un ejército capaz de enfrentar en grandes batallas al ejército federal porfirista y vencerlo en la primavera de 1914

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Triunfante la revolución, su jefe formal, don Venustiano Carranza, intentó impedir que se extendieran a nivel nacional las medidas sociales tomadas por Villa en el norte y por Emiliano Zapata en el sur; eso provocó, como en muchas revoluciones, una guerra civil entre los revolucionarios.

 

Durante esa guerra, villistas y zapatistas unidos tomaron la Ciudad de México y desfilaron en triunfo.

 

Pero la División del Norte fue derrotada en los campos de batalla, en las batallas más cruentas de nuestra historia, sus hombres y sus jefes fueron perseguidos con saña inaudita por una violencia contrainsurgente que hizo palidecer a la de Porfirio Díaz y a la de Victoriano Huerta.

 

Durante esos años de violencia en escalada, Pancho Villa pareció volver a ser otra vez un mero bandido; pero en esos años también ocurre una cosa importantísima: Pancho Villa atacó Columbus, Nuevo México, y desde entonces Villa se convirtió en el símbolo de la resistencia contra el imperialismo. Un ejército estadounidense entró a México a cazar a Villa y nunca pudieron agarrarlo.

 

El jefe de la expedición imperialista escribió: ‘Vagos rumores y afirmaciones positivas indicaban que Villa había partido en casi cualquier dirección y hablaban de su presencia en todos lados. La imaginación popular redujo eso a una frase: Pancho Villa está en todas partes y en ninguna. El propio Pancho dijo del jefe de esa expedición: ‘Ese Pershing vino aquí como un águila y se fue como una gallina mojada’.

 

En 1920, aceptó la realidad de la derrota y firmó la paz con un nuevo gobierno.

 

El año anterior había sido asesinado su gran su gran compañero Zapata y ejecutado su gran amigo Felipe Ángeles, sus mejores generales estaban muertos y Pancho ya no tenía adónde ir. Se retiró tres años a la Hacienda de Canutillo, una de las cinco que el gobierno entregó a sus hombres. Pancho volvió al duro trabajo de campo de su adolescencia, hizo de la desolada comarca un vergel y un ejemplo.

 

Este exitoso ejemplo, el apoyo que dio a los campesinos que seguían luchando por su tierra, su mera presencia era una aguja clavada en el poder y en 1923 el gobierno dio luz verde para que lo mataran.

 

¿Qué motivaba a los autores intelectuales del crimen?

 

En algunos casos la venganza personal, en otros el resurgimiento del poder de Villa, de su poderosa voz en defensa de los pobres, el miedo al contagio de su experimento social, el miedo a la revolución campesina.

 

El 20 de julio, hoy hace 100 años, ocho asesinos emboscados mataron a aquel hombre al que habían respetado 20 batallas campales, 200 escaramuzas, numerosos atentados y al ejército de los Estados Unidos Mexicanos.

 

Durante muchos años la historia oficial quiso opacarlo, lo trató como un mero bandolero, como un asesino despiadado. Su tumba fue profanada, sus seguidores acorralados, se intentó borrar su memoria. Pero siempre hubo quienes rescataron a Pancho Villa, al defensor de los pobres. Nacieron y crecieron infinidad de mitos. Tuvo una estatura mítica.

 

Villa y Zapata son héroes, porque el pueblo así lo ha reclamado. Como dice Jesús Vargas, Villa sostuvo una lucha revolucionaria desde 1910 hasta 1920. Durante 10 años alcanzó fama mundial por su genio militar y sus dotes de líder. Nunca luchó por obtener un beneficio propio, nunca traicionó, nunca acordó, nunca aceptó nada que pudiera afectar los intereses de la patria.

 

Algunos de sus descendientes vivos de Pancho Villa son:

 

Raúl Nava Villa, uno de los nietos reconocidos de Pancho Villa, hijo de Ernesto Villa y Macedonia Ramírez. Vive en California, Estados Unidos.


Lorena Villa, radica en Chihuahua. Ha participado en homenajes y eventos conmemorativos relacionados con su abuelo.


José Doroteo Villa, bisnieto, hijo de Raúl Villa y nieto de Hipólito Villa. Vive en Chihuahua y se dedica a la agricultura.


María Luz Corral, bisnieta, hija de Ernesto Corral y nieta de Luz Corral, la última esposa del caudillo. Vive en Durango y es profesora jubilada.


Francisco Villa Betancourt, bisnieto, hijo de Francisco Villa Jr. y nieto de Soledad Betancourt, una de las esposas del caudillo. Vive en Texas,

Estados Unidos, y es empresario.


Se estima que Pancho Villa tuvo hasta 75 mujeres y 300 hijos, muchos adoptivos,  por lo que su descendencia podría ser muy numerosa y dispersa.

Algunos de los apellidos que identifican a sus descendientes son: Villa, Nava, Arango, Betancourt y  Ramírez.

 

 

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