Personajes y Entrevista
Invitadas

 

LA CARICATURA ES SU LENGUAJE

* El es Tímido, Introvertido. Callado.

Por ELVIA ANDRADE BARAJAS

--- I parte ---

Es mexiquense “de hueso colorado”. Siempre ha vivido en Tlalnepantla. El gusto por la caricatura lo tiene desde que iba en el Kinder. En las reuniones familiares sus abuelitos lo ponían a dibujar a las visitas. Era un dibujante compulsivo. Callado. Siempre tenía un lápiz en las manos, y expresaba mejor lo que querìa decir con una ilustraciòn, que con las palabras. Actualmente ocurre lo mismo todo el tiempo tiene uno entre los dedos. Lo mueve constantemente y cuando lo detiene es para hacer trazos diversos en un papel que nunca le falta. La caricatura era y es su gran pasión.

A los cuatro años empezó a dibujar al Pato Donald y a sus parientes. Con el personaje de Walt Disney aprendió a leer y con los segundos se dio cuenta de que a mucha gente no le gusta que lo caricaturicen. Por eso “para salvar la situación” hacia chistes sobre las deformaciones que sufrían sus personajes y cuando alguien le reclamaba que un dedo le había quedado más gordo que otro, les contestaba: “es que se lo machucó”. Sus repuestas de niño provocaban risa.

José Luis Diego Hernández “Trizas”, es uno de los mejores cartonistas del país. Actualmente es presidente de la Asociación Nacional de Carituristas de México. Nació el 26 de marzo de 1962 en una clínica de la ciudad de México, en Santa Maria la Rivera, frente al kiosco Morisco.

Entrevistado en su oficina del Museo de la Caricatura, “Trizas”, quien colabora en varios medios periodísticos, entre ellos Reportajes Metropolitanos, platica que de siempre ha sido una persona introvertida. Tímida, por lo que hizo de la caricatura su mejor lenguaje, pero desde entonces aprendió que a mucha gente no le gusta que lo caricaturicen.

En 1968 dejo la caricatura de monitos, para pasar al género de política. Relata que “tenía un tío que estaba en la UNAM y cuando iba en la prepa me hablaba mucho de política, y llevaba como lectura la revista POR QUE, de Meléndez, en la que se publica una entrevista a Heberto Castillo, sobre el caso 68, antes del 2 de octubre y de la entrada del Ejército a la Universidad”.

En ese entonces hizo sus primeras caricaturas: Soldados contra estudiantes que hacen trampa y ganan.

Del Kinder lo corrieron porque hacia “monitos”. Recuerda que “cuando hacía las vocales les ponía pies, manos, caras. Los niños se acercaban a ver. Todos reían. Se divertían, pero se distraían, por lo que me sacaron de clases”.

Sin embargo, él aprendió a leer dibujando al Pato Donald, por lo que se le facilitó que lo inscribieran en la primaria.

La caricatura, dice, es como la virtud. Es una síntesis.

“El caricaturista debe sintetizar una historia en un cuadro, por lo que siempre debe estar muy informado y aprovechar la oportunidad, que no es como la noticia. Puede no ser inmediata. Lleva su tiempo de maduración. A veces se hacen cartones creyendo que es el momento y no es así, e incluso resultan chocantes, de mal gusto, principalmente cuando son temas relevantes que se quieren abordar inmediatamente, pero hacen falta elementos, por lo que en muchas ocasiones da la impresión de ser grosera y faltarle el respeto al lector.

“Por eso es indispensable esperar un poco, que pase el tiempo, porque a veces no se tienen todos los elementos.

“La caricatura no ilustra. Tiene su contenido propio. Su naturaleza. Es un editorial dibujado, en el que el caricaturista da su punto de vista”, añade el presidente de la Asociación Nacional de Carituristas de México.

“Se tiene que entender que la caricatura no es burlarse, lo que hace es mostrar las cosas como son. Se ha dicho mucho que la caricatura deforma la realidad y es al revés: dice la verdad, pero cuando la gente ve diferente dice ¡no puede ser! Y provoca risa. Es una forma de catarsis al ver la realidad con la crudeza que es.

“La caricatura debe llevar humor, no sólo es una crítica dura. Tiene sus cualidades”.

elviaandrade1@hotmail.com

TRIZAS Y SU PASION: LA CARICATURA
 

• Sólo Tuvo una novia: su esposa
• “Mi prioridad fue y es el dibujo”

Por ELVIA ANDRADE BARAJAS
--- II parte ---

José Luis Diego Hernández y Ocampo no se explica como llego a ser un hombre casado, porque se describe como “una persona muy tranquila. No se ni como me case, porque al terminar la universidad me di cuenta de que nunca había tenido novia, pero en realidad no era mi prioridad. La única mujer que ha habido en mi vida es mi esposa.

“Yo tenía una onda muy rara, si alguien me gustaba, esperaba que el destino pusiera un escenario afortunado y con algún pretexto me acercaba a las chicas, pero era inútil. No ocurría nada.”

“Mira, yo en lo que siempre he pensado es en la caricatura es como una enfermedad. Es mi pasión. Siempre estoy pensando en crear algo nuevo”.

En muchas de sus caricaturas Trizas se auto retrata y al preguntársele porque lo hace, exclama: “no, como crees, ¿oh sí?...no me he dado cuenta”, y confiesa que lo hace en forma inconsciente. “Muchos terminan dibujándose”.

rizas estudio Ciencias de la Comunicación en la UNAM Xochimilco. De siempre quiso ser caricaturista, pero “también me atraía ser músico. Estaba en un grupo de música Latinoamérica a los 16 años. Me gustaba mucho leer sobre movimientos obreros.

“Conocí a una persona en Chihuahua, Adolfo Quinteros (pintor y grabador, nació en Chihuahua en l928, egresado de la ENAP en 1955, perteneció al Taller de la Gráfica Popular, obtvo premios y reconocimientos en Moscu, Checoslovaquia, Cuba, Etc, fundó el taller de grabado Belisario Dominguez) que fue muy importante en mi vida profesional, porque hacia grabados sobre el movimiento obrero izquierdista e influyo mucho en mi, ya que me regalaba documentación de protesta que me indignaba e impulsaba a plasmarlo en un cuadro.

“Con el hijo de Quionteros formamos un grupo de música Latinoamericana de protesta y fue el año en el que acababa su sexenio Luis Echeverría e iniciaba el de José López Portillo. Se hablaba de un golpe de estado. Se hacían muchos chistes contra Echeverrìa. Se había peleado con los de la izquierda y de la derecha. Unos y otros decían que pertenecía al otro bando, pero nosotros sabíamos que era de derecha.

“En esa época me gustaba mucho la música. Yo tocaba la Kena, flauta de carrizo; el chango, guitarrita de 10 cuerdas; el cuatro, una guitarrita de cuatro cuerdas; y el bobo, tambor.”•

¿Tocaron en los camiones?

“No, pero si lo hicimos en Chapultepec afuera de los mítines. Poníamos la caja de la guitarra para que nos echaran unas monedas”

¿Qué hacían con el dinero?

--- Comíamos, dice entre risas.

“En esos tiempos traía e l pelo largo. Utilizaba pantalones de mezclilla, guaraches con calcetines”.

¿Y, por qué guaraches con calcetines?

--- “Por llevar la contra, y porque no era muy bueno para soportar las piedras”.

¿ Te drogabas?

“No, sólo tomaba. Es que en la UNAM pedían muchos trabajos y los hacíamos en grupo. Yo hacia las caricaturas para ilustrarlos, y comprábamos cervezas y ron para amenizar”.

También incursiono en radio como locutor y productor.

Platica que a los 23 años al terminar la universidad su padre lo llevó a trabajara Xerox “donde me paso algo horrible. La primera semana estuve sentado en una silla sin hacer nada, hasta que un día hicieron una fiesta de despedida para una señora muy agradable que se iba como jubilada.

“A ella era a quien iba a suplir. Ella me regalo su tasa en la que tomo café por 30 años. Por mi mente paso mi propia imagen tres décadas después, regalando esa tasa a otro tras haber sido un aburrido burócrata. Eso no me gusto.

“A los tres meses mataron a Manuel Buendía, el columnista que más leía y respetaba. Yo leía Excèlsior, era el mejor”.

¿Ahora como ves Excèlsior?

“No, pues ya esta perdido. Desapareció”.

El crimen de Buendía, dijo, fue lo que lo sacudió a abandonar aquella silla de burócrata y luchar por colocarse como caricaturista político.

Decidí irme a León, Guanajuato, a hacer nombre como caricaturista. Tenía todo el dinero que había ganado, así que puse un negocio de publicidad. Cuando caí en la onda de la burocracia mi onda era comprar un terreno, poner un negocio. Ya había pasado por un taller de caricatura con Fisgón y había trabajado en el periodico Combatiente, que era el periodico del Partido Popular Socialista, que era de izquierda. Trabajaba con “El ciego” Francisco Ortiz Mendoza. No veía nada, me pedía que le platicara las caricaturas y se las pegaba nariz con nariz, y se las explicaba.

Trabajo en el periodico Contacto de León, que pegó mucho, porque traía un diseño nuevo y competía con AM y El Sol. El dueño era el diputado Medina Plascencia. Puso una agencia de publicidad Arte y Comunicación, que tuvo mucho éxito porque León apenas crecía.

El encabezaba la lista de pospendientes del periódico que tardaba mucho en pagarle, por lo que llevó una propuesta de intercambiar sus caricaturas con una página que vendía y en la que se anunciaba.

Al año de publicar ganó un concurso de caricatura que organizó la Universidad Iberoamericana de León, reflexionó sobre su futuro como caricaturista y determinó que en provincia su trabajo había llegado a su fin, por lo que decidió regresar a México, para probar suerte en la capital, de donde tiempo atrás había salido.

Entro a estudiar en La Esmeralda, escuela de Pintura de Bellas Artes, a la que es muy difícil entrar, ya que les hacen un examen de oposición de dos semanas. Ahí conoció a Helguera, fue su compañero de salón.

En León busco experiencia.

En Ovaciones le dieron trabajo. Pero cuando ocurrió el terremoto de 1985, quitaron la página de editoriales, para darle espacio al servicio social, ya que a diario publicaban nombres de muertos, desaparecidos y aparecidos.

De ahí se fue a trabajar a El Día, cuando el director era José Luís Camacho. Relata que estar ahí “era una fiesta. Curiosísimo ese periódico, porqué al empezar, lo primero que me dicen fue: “aquí puede dibujar a todos, menos al Presidente, al secretario de Gobernación y a Fidel Velásquez”.

Ahí estuvo tres años. Después lo contrataron en la sección Cultural del Nacional y luego en la Cultural de El Universal con Ignacio Taibo. Alfonso Maya Nava, lo invitó a trabajar en El Gráfico; y luego Roberto Rock en Estados.

En Universal estuvo 15 años, hasta que desapareció la sección como tal, ya que se fundió con la sección nacional.

A la Asociación Nacional de Caricaturista llegó en 1984, luego de trabajar en el Centro Cultural el Tecolote, el Antiguo Tecla, en el Salón de la Caricatura Mexicana, donde más tarde lo nombraron director general.

Ahí conoció a su esposa. La única mujer de su vida. Su esposa era actriz, actualmente da clases de actuación. A los tres meses de conocerse se casaron. Actualmente tienen dos hijos, uno de 20 y otro de 16 años.

 
TRIZAS
 

Por ELVIA ANDRADE BARAJAS

* Corazón de Pollo
--- III y Ultima Parte --

En  el periódico mensual Las Plumas del Tecolote, conoció muchos dibujantes de izquierda.  Su solicitud al Museo de la Caricatura la hizo en 1984, pero cuando fue por la respuesta, para saber si lo habían aceptado, se encontró con un edificio en ruinas a consecuencia del terremoto de 1985. 

Un policía le dio el teléfono del entonces presidente del Museo, David Carrillo, a quien al hablarle “me dijo aquí tengo tu credencial.  Ven por ella”.  Fui a recogerla a su casa. Ese día me trato excelente, aún sin conocerme”, relata Trizas, al agregar que:

"En ese tiempo los caricaturistas estaban muy dispersos.  Un día me invitaron a una junta.  Habría elecciones.  Yo no sabía por quién votar.  No conocía a ninguno. Por esos días estaba muy de moda la palabra COLAPSARSE.  Antes, cuenta,   las elecciones se hacían muy informalmente. Se preguntaba ¿quién quiere ser presidente?...Nadie respondía, así que no faltaba quien señalara a alguno y dijera: a ver tú. Tú serás.

“Pero, la respuesta de casi todos era: “no, yo me colapso”.  Hasta que hubo quienes se decidieron y se propusieron a varios, entre ellos un hombre que estaba sentado junto a mí, quien con acento costero me preguntó: Tú quién eres, yo no te conozco?...Firmo Trizas, le dije, a lo que él contestó: “Ah, sí yo he visto tu trabajo, me gusta.  Yo soy Castrus, estoy en Ovaciones.

“Cuando llegó la votación todos votaban por Pedro Sol, y por Castrus nadie.  Fue cuando me gano el corazón de pollo y vote por Castrux, todos voltearon a mirarme como diciendo este esta loco.   Se que me vi mal, pero ni modo.  Ese cuate era a todo dar conmigo.  Nadie me había saludado.  El fue el único que me hablo.  Eso fue determinante para que por mucho tiempo me vieran con malos ojos, aunado a que sabían que venía del Salón de la Caricatura, considerado de izquierda”.

Dieciocho años después fue elegido presidente de la Sociedad Mexicana de Caricaturistas de Mèxico.  Actualmente lleva cinco años al frente de esa organización, cuya presidencia es de cuatro años.  Trizas fue reelegido en el segundo período, que concluirá en 2009.

“Ya no me puedo reelegir, a menos que modifique los estatutos que no pienso hacer.  David Carrillo también estuvo dos períodos”, afirma.
La Sociedad de caricaturistas nació hace 30 años, para defender los derechos autorales, libertad de expresión y la conservación de la obra y la difusión.

Aquí hay caricatura política, social, cultural.

En 1984 cuando se cayó el anterior edificio, buscaron una sede que funcionará como museo.  Actualmente están e un edificio del gobierno del Distrito Federal, al que le firmaron un comodato.  No es una organización subsidiada, por lo que sufren etapas de crisis económicas.  Durante mucho tiempo pelearon el espacio y la libertad de expresión.

“Pero, agrega Trizas, esos espacios están ganados y faltan los recursos. Ahora las cosas han cambiado mucho.  La revista La Pistola que pertenece a la asociación esta obligada a generar utilidades, tiene que ser un producto comercial, que compita y pueda pagar las colaboraciones”.

En el Museo de la Caricatura sobran 15 pesos por la entrada y 300 pesos por cursos mensuales de dibujo o caricatura periodística.

La Sociedad los respalda como profesionistas de la caricatura, principalmente en provincia, porque allá no se les ve como tales, sino como dibujantes.

Aquí no se le puede dar trabajo a ningún caricaturista, sólo se les respalda en demandas de despido injustificado.  Se han hecho iniciativas de ley, para reforzar la libertad de expresión y una línea independiente.

 
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