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                    |  |  | Por AMADA MARIA San Antonio de Papua es el santo del amor.  El más conocido por las jóvenes casaderas y  también por las que buscan un novio o fiel amante muy enamorado.  Por ello, es el más castigado.  Lo ponen de cabeza, le quitan al Niño Dios,  lo ponen contra la pared, para presionarlo a que cumpla la demanda de sus  devotas, pero también hay quienes se acercan a él para pedirle encontrar cosas  perdidas y el regreso de un amor imposible. A San Antonio se le venera todos los días, especialmente los  martes, en los que las mujeres en buscan de un amor inician su novena. Sin  embargo, el gran día de San Antonio es hoy, el 13 de junio, el cual esperan con  ansia sus fieles seguidoras, que desde muy temprano inician todo un ritual para  pedir un favor al santo del amor.  |   Antes de visitar a  San Antonio piden en la calle a diferentes hombres, que les guste, una moneda,  hasta juntar 13, mismas que llevan a los pies del santo, junto con igual número  de veladoras, e incluso hay algunas que llevan entre las manos su cabellera  recién cortada. 
 Los fieles depositan sus ofrendas, participan en la Eucaristía y dan como  despedida a su visita, un jalón al cordón de San Antonio, es una manera de  decirle: «¡Hey voltea!, aquí está tu hermano con una necesidad».  ¿Superstición?...
 Muchos sacerdotes así lo ven, pero esta tradición prevalece  desde hace décadas. Las trece monedas significan la dote que San Antonio  proporcionó a una muchachita pobre de su época para que ésta se pudiera casar.  Las veladoras son signo de las plegarias elevadas a  Jesucristo, en este caso con la mediación de su amigo San Antonio. El cabello  que algunas jovencitas llevan, es signo de su renuncia a la belleza temporal y  una búsqueda de un buen hombre, para novio, marido, o hasta para librarse de  una obsesión.  San Antonio de Padua, también venerado como San Antonio de  Lisboa teólogo, predicador, monje portugués y santo católico. Nació en Lisboa  el 15 de agosto de 1195, con el nombre de Fernando de Bulhões, en el seno de  una familia pudiente descendiente del cruzado Godofredo de Bouillon, y murió en  Padua el 13 de junio de 1231). El historiador Surio dice de él que visitaba a menudo las  iglesias y monasterios de la ciudad y que era compasivo con los pobres, a  quienes socorría en sus necesidades. Dicen sus biógrafos que fue acometido en  su juventud por la violencia de las pasiones; pero añaden que el «casto joven  nunca, ni por un instante, se rindió a las exigencias de la pubertad y del  placer». Estas crisis pasionales que asaltan a la juventud, y que  para muchos jóvenes son el principio de una vida de pecado, fueron para el  Santo la piedra de toque que le movió a encauzar su vida por otras sendas. Los padres de San Antonio eran muy ricos y querían ver a su  hijo como distinguido hombre de sociedad. Él, en cambio, quería ser pobre por  amor a Cristo y por eso se hizo franciscano. Antonio era un gran predicador. Lo mandaron como misionero  por numerosas ciudades de Italia y Francia. Convirtió a muchos pecadores, sobre  todo, con su buen ejemplo. Cuentan que mientras oraba en su habitación se le  apareció Jesús, le puso las manitas al cuello y lo besó. Antonio recibió esta  gracia extraordinaria porque mantuvo su alma limpia, incluso del mas mínimo  pecado, y amaba mucho a Jesús. Cuando Antonio enfermó, se retiró a un monasterio en las  afueras de la ciudad de Padua, donde murió a la edad de 36 años, el 13 de junio  de 1231. 32 años después sus restos fueron trasladados a Padua. La lengua se  conservaba íntegra, sin haberse corrompido mientras que el cuerpo estaba  aniquilado. Sucedieron muchos milagros después de su muerte. Aun hoy día  le llaman el Santo «de los milagros». Su fiesta se celebra el 13 de junio. El entusiasmo popular ha hecho que San Antonio, más que  otros, sea universalmente reconocido por los fieles de todo el mundo. «Santo  Universal» le llaman. Durante los siete siglos ya transcurridos desde su  muerte, millones de personas se han sentido atraídas a este gran «Franciscano  Milagroso». Fue otro franciscano, San Buenaventura, quien dijo: «Acude  con confianza a Antonio, que hace milagros, y el te conseguirá lo que buscas.» En Portugal, Brasil y algunas partes de América Latina es  reconocido como el santo de los matrimonios y el día de su fiesta (el 13 de  junio) las muchachas solteras pueden comprar una pequeña imagen de San Antonio  y colocarla al revés como castigo hasta que hayan encontrado un buen marido.  Esta curiosa devoción ha sido retratada muchas veces en la cultura popular  portuguesa y latinoamericana.
 Cuentan que una de las lecturas que más le gustaban era La Biblia, especialmente 1 Cor  13, 4 -7, que dice:
 "El amor es paciente, es servicial; el amor no es  envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su  propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra  de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa,  todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta".
 
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