Yo que con amor y ternura siempre te he contemplado, te he
visto crecer, te escuche pronunciando tus primeras palabras,
te vi dando tus primeros pasos… ¿te acuerdas
cuando platicábamos?, ¿te acuerdas de tu primer
día de escuela?, yo sí me acuerdo porque estaba
ahí.
También recuerdo que te reías de todo, sonreías
por todo, me veías en todos lados, me pedías
con tu escaso lenguaje que nunca te abandonara, y nunca lo
hice; de hecho sigo aquí, a tu lado, esperando a que
vuelvas a ser ese niño que no solamente yo extraño,
tú también lo extrañas, te he visto llorar
pequeño.
Día a día trato de llamar tu atención
pero ya no me haces caso, tú tal vez no sepas que pasó,
porque yo sí lo sé.
El mundo es sólo un puente que debes cruzar, pero
tú no lo estás cruzando, te has quedado atorado
y distraído en cosas que te han hecho mucho daño,
lo sabes y no lo aceptas… ¿por qué ya
no quieres platicar conmigo?
Ahora vistes muy propio, según tú; hueles muy
rico, según tú; sabes mucho, según tú;
hablas dos o tres idiomas, y eso de qué te sirve, si
el idioma del verdadero amor no lo conoces y mucho menos lo
dominas, aunque tu grandísimo ego te diga otra cosa.
Mi pequeño niño, yo sigo aquí a pesar
de tantos intentos por llamar tu atención, el día
que vuelvas a dirigir tu mirada a las estrellas, volverás
a ser ese niño que sigue ahí, simplemente está
distraído. Yo te espero…