Bajo la carga del romanticismo de Stoker, casi
se pierde la figura histórica de Vlad Dracul, “el
empalador”, terror de los turcos y príncipe de
Transilvania, porque en las guerras “empalaba”
a sus enemigos clavándoles lanzas de madera con un
pico de plata, directo al corazón.
Por eso decían que
cuando mataran a un vampiro sólo lo lograrían
con un una estaca en el corazón.
Tras años de luchas
intestinas su padre Vlad consolidó su trono y se decidió
a tener hijos, entre los que nació Vlad Dracul, su
futuro sucesor. Este se creció entre batallas, pillajes
y ejecuciones, mostrando desde niño una morbosa fascinación
por las mazmorras de su padre.
Al crecer, los vientos de
la política lo llevaron a servir como oficial del Sultán
turco. Finalmente a los 25 años, tomo el trono de su
padre, y ahí comenzaron los problemas. Su primera medida
fue la de ejecutar a todo el consejo de Boyardos que tradicionalmente
moderaba a los príncipes. Primero empaló a la
sus mujeres y niños. Los hizo trabajar reconstruyendo
una fortaleza y cavando túneles. Según las crónicas,
uso su sangre para teñir de rojo el cemento de la torres.
Esa crueldad era solo el comienzo.
Vlad Dracul desató
un reino de terror que transformó Rumania en una tierra
sin crímenes, sin insultos, ya que la menor contradicción
a la voluntad del príncipe significaba la muerte inmediata.
Una delegación de diplomáticos italianos lo
vivió en carne propia cuando cortésmente se
negaron a sacarse el sombrero en presencia de Dracul; esto
enfureció al príncipe y ordeno se le clavasen
los sombreros en el cráneo usando piezas de plata y
un gran martillo.
Vlad recorría el castillo
de noche disfrazado con ropa sucias y humildes, para vigilar
a sus sirvientes; cuentan las crónicas contemporáneas
que una noche el príncipe mando llamar a unas de sus
sirvientes a su habitación, al día siguiente
sobre el lecho de Vlad se encontró el cadáver
de la joven completamente desangrado, pero sin el más
mínimo rastro de violencia en su cuerpo, la madre de
la joven que también pertenecía a los criados
del castillo murió dos años después atormentada
con la idea que su hija venía todas las noches a su
cuarto e imploraba que le diera descanso eterno.
Todos estos sucesos llevaron
a que sus súbditos aseguraran que verdaderamente Vlad
Dracul era el hijo del diablo y que a pesar de haber muerto
su maléfico espíritu rondaría por siempre
en busca de su alimento, la sangre humana.
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