27/03/2006 |
PATA DE PERRO |
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El Capitán
POR RAMIRO GÓMEZ-LUENGO
Capitán de corbeta,
a veces, pero también capitán de división,
en otras, aunque también ha sido conductor de
coches deportivos en medio de esta agitada selva de
concreto, sin olvidar que una vez lo mandaron derechito
al espacio e incluso predijo, vestido como todo un Barón
Rojo, los atentados del 11 de septiembre del 2001 contra
Las Torres Gemelas de Comercio de Nueva York.
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Como sea, el grado militar de aquel ser que peleó junto
a Venustiano Carranza no sólo quedó inmortalizado
en el nombre de la gasolinera que domina la esquina de Mazatlán
y Juan Escutia, sino también en el mural de tres metros
de ancho por cinco de largo que por lo menos una vez al mes
se estrena con diversos motivos urbanos y una sola constante;
la figura de un hombre delgado, con gorra y amplia sonrisa,
que ya todos en La Condesa y sus alrededores conocen como
El Capitán.
“Me acuerdo que estaba muy de moda la onda del grafiti,
hará cosa de unos seis años, cuando a la dueña
de la gasolinera, la señora Tejeda, quien temía
que los grafiteros fueran a rayar la inmensa y blanca pared
oriente de la gasolinera, se le ocurrió ofrecérsela
a un grupo de artistas callejeros para que desarrollaran su
arte de una manera digna”, explica el Güero, hombre
de mediana edad y fornida estampa quien es el segundo de a
bordo en esta nave que despacha gas.
“Desde un principio los grafiteros desarrollaron diversos
bosquejos, todos previamente presentados a la dueña
del changarro claro, los cuales estuvieron orientados a mostrar
paisajes urbanos que reflejaran el modo de sentir de la gente,
sus sueños e incluso sus problemas, y la verdad es
que estaban tan bien hechos, tan bien ilustrados, que la solución
fue muy simple: se estrenaría un mural distinto por
lo menos una vez al mes, y fíjate que ya vamos para
siete años desde que empezamos”.
-¿Pero siempre aparece en todos los murales la figura
de un hombre delgado, con gabardina y gorra de capitán,
quien además ostenta una mandíbula prominente
y dientes muy salidos?
-Así es, pero hasta donde tengo entendido la aparición
del Capitán fue totalmente casual. Simplemente el artista
callejero andaba buscando un tema que ligara la gasolinera
con la pintura y lo mejor que se le vino a la cabeza fue poner
a un hombre que pudiera ser interpretado como el dueño
del establecimiento, es decir el capitán pues.
-Raro nombre para una gasolinera, ¿no te parece?
-Tengo entendido, pero no te voy a dar muchos datos porque
los secuestros están de a peso y yo quiero mucho a
mi patroncita, que el nombre se le ocurrió a la dueña
como una manera de homenajear a su suegro, un señor
que vivió casi 100 años y que obtuvo el grado
de capitán del ejército gracias a sus méritos
en campaña luchando junto con las tropas del general,
primero, y luego presidente de la República, don Venustiano
Carranza, quien fue gobernador de Coahuila y era conocido
también como el Varón de Cuatro Ciénegas.
El Güero agrega que el mural tuvo éxito casi de
manera instantánea, ya que de inmediato los clientes
comenzaron a comentar no sólo que estaba bonito, muy
pacheco o de plano chafa, sino que también le daba
un aire distinto a un lugar donde pareciera que lo único
importante es preguntar cuánta gasolina se le va a
poner al tanque o si se le miden los niveles al vehículo.
“De todos los murales que han estrenado estos cuates,
el que más me gustó fue uno en que al Capitán
lo convirtieron en astronauta y lo pusieron a orbitar la Tierra,
sin olvidar que cada vez que se acerca la Navidad se estrena
un dibujo relacionado con la ocasión.
“Pero me acuerdo muchísimo que poquito después
del atentado aéreo contra las Torres Gemelas de Nueva
York, el 11 de septiembre del 2001, vinieron unos cuates de
un periódico a preguntarnos de quién había
sido la idea de convertir al capitán en Barón
Rojo y ponerlo a volar en actitud de bombardeo sobre una ciudad
que por sus innumerables rascacielos parecía Nueva
York, que si acaso aquello fue una advertencia de lo que iba
a pasar o una simple premonición.
“No hombre, hasta sacaron una fotografía del
mural, pero lo peor de todo fue que el artista, Rodrigo Marmolejo,
había hecho el dibujo muchos meses antes del atentado,
pero fue tal su sacón de onda que hasta me comentó
que si por esa razón el FBI lo detenía, también
debían arrestar a Ricardo Arjona, quien por esas fechas
estrenó el disco Galería Caribe, en donde venía
la canción Mesías, que hablaba de un millonario
excéntrico que tras volverse un fanático religioso
decide atentar contra una ciudad que simboliza el poder económico
y también la decadencia moral de un imperio”.
-¿Qué loco no?
-Tengo un amigo que también tuvo un presentimiento
del atentado del 11 de septiembre del 2001.
-¿A poco?
-Sí, resulta que venía bien pedo por el periférico
y de repente, sopas, que pierde el control del coche y que
se va derechito contra la Torres Gemelas... pero de Satélite.
-No ma…
-Pero lo peor de todo fue que cuando los del seguro se dieron
cuenta que estaba borracho le dijeron que le iban a pagar,
pero pura de árabe.
Mientras la carcajada del Güero se escucha hasta Tailandia,
repentinamente interrumpe la plática Rubén,
un empleado de la gasolinera que llama de inmediato la atención
debido a su porte menudo, pero sobre todo un rostro delgado
de mandíbula prominente y dientes muy salidos, lo cual
lo hace parecer el modelo de donde se inspiró el artista
callejero para dibujar al Capitán.
“Como lo ves, a poco no es igualito, y si vieras las
encabronadas que se da cuando los clientes nos preguntan si
el es el modelo que usaron para dibujar al Capitán,
sobre todo porque les decimos que no, porque rubencito está
mucho más jodido”, concluye el Güero.
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PATA
DE PERRO |
19/03/2006
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Comisión de Nomenclatura
POR RAMIRO GÓMEZ-LUENGO
Norte,
sur, poniente u oriente, o lo que es lo mismo: la imperiosa
necesidad de fijar puntos cardinales que sirvan para darle
a los atribulados terrícolas una mínima noción
sobre en qué punto del globo terráqueo se hallan
parados.
Necesidad que en esta muy noble, muy leal, pero muy desorientada
ciudad de México, no pareciera ser tan necesaria, puesto
que fuerzas oscuras que operan desde la impunidad del poder
le han declarado la guerra a todas aquellas calles que llevan
nombres tan chafas e insulsos como pueden ser Norte, Poniente,
Sur y Oriente, sin olvidar números y torres. |
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Hoy Sur 165, mañana Radamés Gaxiola por obra
y gracia de una tal Comisión de Nomeclantura, una especie
de Santo Oficio chilango que jamás da la cara pero
que ha sido el azote de por lo menos un millón de azorados
capitalinos, quienes han visto con sorpresa, horror y coraje,
como de un día para otro, sin aviso previo y, lo peor,
sin siquiera pedir permiso, sus calles orientadoras, aquellas
donde vieron transcurrir gran parte de sus vidas, pasaban
de ostentar puntos cardinales a simples nombres de mortales
que ninguno de ellos tuvo el gusto de tratar.
“Qué poca madre, ya ni la chingan, fíjese
que yo nací hace 70 años en el pueblito de San
Andrés Tetepilco, en la gloriosa avenida Sur 71, mejor
conocida como Las Torres, y un día, sin decir agua
va y, lo peor, cuando ya la habían pavimentado y ampliado
hasta la avenida Ermita Iztapalapa, porque se iba a convertir
en eje vial, tómala, que le van poniendo Anderes
Molina Henríquez”.
-Tengo entendido que fue un gran intelectual.
-Mucho gusto, pero yo a ese señor ni lo conozco y por
ende me zurra que le hayan puesto su pinche nombre tan feo
a mi querida Sur 71 –explica don Jaime, quien vende
tacos de canasta a bordo de su bicicleta en frente del módulo
de Setravi en San Andrés, a muy pocos pasos del añorado
Depósito de Tranvías, hoy convertido en estacionamiento
de trolebuses.
“Imagínese, de un día para otro, tras
muchos años de pagar impuestos, yo ya no tenía
domicilio, y lo que es peor, tuve que iniciar un chinguero
de trámites para actualizar mis identificaciones, incluida
mi acta de nacimiento y, peor tantito, las escrituras de mi
humilde casa, que con tanto esfuerzo pude pagarle a la caja
de ahorro de la Alianza de Tranviarios, a la que pertenecí
por más de 35 años.
“Pero sabe qué joven, bien dicen por ahí
que la voz del pueblo es la voz de Dios, porque a pesar de
que ya tiene más de 25 años que le cambiaron
el nombre a mi calle, la gente, incluso los jóvenes,
le siguen diciendo Las Torres y lo que es más cagado,
en el puente sobre el Viaducto, así como en las salidas
cercanas a mi calle, algún despistado colocó
letreros que dicen: Sur 71”.
Enemigo acérrimo de la Comisión de Nomenclatura,
“la cual nadie sabe donde despacha, pero cómo
chinga”, don Toño emprendió junto con
varios vecinos residentes en la Avenida Ocho una incesante
búsqueda de los responsables de haberle cambiado el
nombre a su calle, vía principal de la colonia Puebla,
por el de General Francisco Morazán, un ilustre libertador
de las naciones centroamericanas durante la independencia.
“En la delegación Venustiano Carranza nos dijeron
que la encargada de cambiarle el nombre a las calles de la
ciudad de México es una tal Comisión de Nomenclatura,
la cual está integrada por varios diputados quienes,
tras sesionar de manera solemne, deciden a qué calles
se les van a cambiar sus nombres por los de algún mexicano
ilustre o acontecimiento histórico.
“Pero nadie nos pudo informar a qué horas y en
dónde trabajan esos bueyes para mentarles la madre,
aunque lo que nos da coraje es que, primero, lo hicieron sin
avisar, segundo, hasta colocaron un monumento del tal Morazán
sobre el camellón, después de haberlo remodelado,
y tercero, que ya existía una avenida Francisco Morazán
en la ciudad de México, a la cual le cambiaron el nombre
por el de Honorable Congreso de la Unión, debido a
que en esas fechas se inauguró la nueva sede legislativa
sobre los terrenos de lo que era la estación del tren
que iba de San Lázaro a Puebla”.
Don Toño, quien logró preservar en la fachada
de su negocio un letrero azul, de esos que se colocaron en
las esquinas del DF a finales de los años 50, en que
se lee Avenida Ocho, advierte que no se dejaran robar su calle
“por una sarta de rateros de traje y corbata, encabezados
por el pendejo del delegado, quien cuando le fuimos a alegar
lo del cambio del nombre nos dijo que él no era responsable,
pero que lo viéramos por el lado positivo, puesto que
ésta ahora se podía llamar Avenida Ocho general
Francisco Morazán”.
En opinión de Guillermo Arturo Pinilla, taxista con
más de 25 años al volante, los casos antes expuestos
son pecata minuta (¿o poquita mamita?), comparados
con otras atrocidades callejeras que las autoridades han cometido
en ocasiones anteriores, “tales como el cambio del nombre
de la mexicanísima avenida Juanacatlán por el
de Alfonso Reyes, el gordo consentido de las letras nacionales,
quien de haber estado vivo de seguro habría rechazado
el homenaje que le quería imponer el entonces presidente
Luis Echeverría por saber que aquello era una barbaridad”.
“Ya no se diga cuando el gobierno de la riqueza de don
José López Portillo se quiso congraciar con
el entonces eterno mandamás de la CTM, Fidel Velázquez,
y decidió de buenas a primeras cambiar el nombre de
la antiquísima e histórica avenida Nonoalco
por el de Ricardo Flores Magón, sin que hasta la fecha
se sepa qué relación pudo haber tenido un anarquista
que murió pobre y abandonado, si bien fue de los impulsores
de la Revolución a través de las páginas
de su periódico Regeneración, con una sarta
de líderes obreros corruptos y millonarios.
“Fue tal el sacón de onda de la gente, que incluso
Octavio Paz le pidió a las autoridades respetar tantito
la tradición y la historia de la ciudad de México
antes de cambiarle el nombre a las calles para satisfacer
sus caprichos personales, pero como pasa siempre, a toro pasado
ya no hay olé, por lo que poco después a la
architradicional avenida Tacubaya se le cambió el nombre
por el de José Vasconcelos, el maestro de América
y eterno enemigo del Estado mexicano, como para decirle al
autor de Piedra de Sol que no estuviera chingando”.
-Entonces, ¿los nombres de nuestras calles están
a merced de una sarta de cabrones que ni nos ven ni nos oyen?
-Se puede decir, pero nosotros también podemos formar
nuestra comisión de vengatura, agarrar brochas y pinturas
e irnos de noche a donde viven esos bueyes, que por supuesto
habitan en calles hermosas pletóricas de jardines y
árboles que llevan nombres evocativos como Bosque de
los Ciruelos o Sierra Nevada, y pintar en cada esquina letreros
que digan Luis Echeverría, Gustavo Díaz Ordaz,
Fidel Velásquez, o ya de perdis Carlos Salinas de Gortari,
pa' que vean lo que se siente”.
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06/03/2006 |
PATA DE PERRO |
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Fantasma en venta
POR RAMIRO GÓMEZ-LUENGO
Al chofer del taxi L54429 le hace falta
una limpia, pero no de su persona, sino de su vehículo,
el cual tiene casi un año bajo el embrujo de
una sombra adolorida y suplicante que se niega a apearse
del vochito, tal vez como pidiéndole al dueño
una misa por el eterno descanso de su alma.
O al menos esa es la conclusión a la que llegó
don Gregorio, quien agarró ese taxi ecológico
con los mejores deseos del mundo, pero a casi 12 meses
de haber tomado posesión del mismo no sólo
se dice dispuesto a regresárselo al dueño,
sino incluso a llevárselo a algún curita
que haga exorcismo, limpias y conjuros, puesto que el
carro está, según sus propias palabras
“no embrujado, sino apestado”
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“Soy católico, apostólico y romano, pero
como muchas personas no soy practicante, más por falta
de tiempo que por voluntad, puesto que esta chamba lo absorbe
a uno de tiempo completo cuando realmente se quiere sacar
la cuenta y que le sobre algo para dárselo a la señora.
“Pero le juro que jamás creí que pudieran
ser ciertas todas las cosas locas que luego sacan en la tele
acerca de fantasmas, aparecidos, duendes o cosas que se parezcan,
hasta que agarré este mismo vochito en el cual va usted
incómodamente sentado, o no me va a negar que de repente
le entró una especie de angustia”.
-Para serle honesto lo que me tiene angustiado son sus palabras
acerca de fantasmas y aparecidos en algo tan simple como un
taxi ecológico, porque hasta donde tengo entendido
esas cosas se manifiestan por lo general en cementerios abandonados
y casas antiguas, o al menos eso me enseñaron los que
hacen películas chafas de terror.
-Ya me tiró de loco verdad. Pero yo era igual que usted,
pensaba que eso sólo pasaba en lugares apartados y
nebulosos, hasta que agarre el carro y, tras llenarle el tanque,
revisarle la máquina y salirme a trabajar, me di cuenta
que la gente simplemente no se subía, o lo que es peor,
no me pelaba.
-¿Cómo está eso?
-Tan simple como que nadie me hacía la parada. Al principio
pensaba que era porque no se fijaban que iba desocupado, pero
llegó a ocurrirme que a veces estaba parado en alguna
esquina, a plena luz del día, y la gente que estaba
junto a mí con la obvia intención de abordar
un taxi, simplemente no se subía.
“Opté por colocar letreros grandes que decían
libre en el parabrisas e incluso en detenerme junto a los
pasajeros para preguntarles si deseaban un servicio, sin olvidar
que de noche de plano les aventaba las luces altas, a ver
si se querían subir. Pero fue una plática con
un pasajero lo que me dio la clave, puesto que el señor
me comentó algo que ya me habían dicho todas
las personas que se habían subido anteriormente: ‘pensé
que venía ocupado’”.
-A veces las sombras de las luces de la calle que se cuelan
a través de los vidrios del vehículo hacen creer
que viene gente adentro.
-Lo sé y sino pregúntele a los choferes de los
taxis Chevy C2, muchos de los cuales han tenido que “degollar”
el asiento delantero derecho, puesto que como los hicieron
de respaldo alto y cabecera color gris, luego parece que viene
alguien sentado al lado del conductor, pero este fenómeno
se daba tanto de día como de noche.
“La clave llegó un domingo en que no había
casi nada de gente y mientras me agarraba un alto en una esquina
pude ver a un joven que cruzó a la carrera la calle
con toda la intención de abordarme, pero increíblemente
se detuvo a menos de dos metros y se subió a la banqueta.
Gracias a Dios era una luz muy larga y me dio tiempo de bajar
la ventanilla para preguntarle si quería un servicio,
y le juro que jamás podré olvidar el rostro
de sorpresa del muchacho.
“Luego de un tramo en que permanecimos en silencio el
muchacho me comentó que no se explicaba como le había
hecho el pasajero que venía adentro del taxi para bajarse
sin que él lo hubiera notado. Pero cuando le hice notar
que siempre estuve desocupado simplemente no me creyó
y me repetía una y otra vez ‘pero don, por favor,
si clarito vi que era un señor de unos 30 años,
moreno, delgado y cacarizo que además me impresionó
muchísimo porque tenía tal rostro de angustia,
que pensé que tal vez lo llevaba usted a alguna emergencia”.
-A caray, eso ya da miedo.
-No pos al otro día que me voy en chinga a buscar al
dueño del taxi al edificio donde vive, ahí en
la colonia Portales, y le pedí que me explicará
por favor si el coche había estado implicado en algún
hecho fuera de lo común, a lo cual me preguntó
de manera lacónica: ‘¿ya lo vio verdad?’
-O sea que sí pasó algo ahí.
-Casi nada, resultó que el coche estuvo más
de medio año en el corralón de la PGJDF debido
a que en su interior golpearon, secuestraron, robaron y finalmente
asesinaron al entonces chofer del taxi, un muchacho, moreno,
delgado y cacarizo que se llamaba José y quien era
el portero del edificio en donde vive mi patrón.
“Éste me explicó que en ese entonces la
administradora del vehículo era su señora madre,
a quien se le hizo fácil cederle el coche a José
en las noches debido a que éste no sólo era
una persona honesta y trabajadora, sino que además
estaba a punto de recibir la llegada de su tercer hijo, por
lo cual le urgía allegarse un dinero extra en un trabajo
que no se interpusiera con sus labores de portero.
“Anduvo feliz de la vida casi tres meses ruleteando
el vehículo hasta que un día simplemente no
regresó a las cuatro de la madrugada, como era su costumbre,
y conociéndolo el patrón como una persona que
no tenía vicios ni malas juntas, de inmediato pensó
lo peor.
“El cadáver de José fue encontrado en
una barranca de la carretera México-Toluca, muy cerca
de La Venta, y según los peritos fue asesinado a pedradas
en el cráneo por más de dos hombres en el interior
del coche, el cual fue abandonado en el Desierto de Los Leones,
con su interior completamente bañado en sangre, sesos
y esquirlas de huesos.
“La mamá del patrón ya no quiso saber
más del taxi, pero éste, joven y ambicioso,
movió cielo y tierra para sacar el coche del corralón
y ponerlo de nuevo en condiciones de trabajar, pero aquello
empezó a fallar desde el principio, ya que los choferes
le devolvían el vehículo alegando que la gente
no se subía, y lo que es peor, que a veces veían
por el retrovisor a una persona en el asiento trasero, además
de que el vocho sufría fallas mecánicas inexplicables
que luego se solucionaban sin que nadie le metiera mano al
motor”.
-En la madre. ¿Y usted qué piensa hacer?
-Por lo pronto ya ordené varias misas por el eterno
descanso del alma de José y mañana tengo cita
con un brujo amigo mío que va darle una limpia con
crucifijo y huevo de gallina negra al coche.
-¿Quedó muy impactado con esa historia?
-Claro, qué mayor condena para un alma en pena que
vagar eternamente por un infierno como la ciudad de México.
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06/03/2006 |
PATA DE PERRO |
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Escuadrón
2001
POR
RAMIRO GÓMEZ-LUENGO
Domingo
de tianguis en la colonia Escuadrón 2001, y mientras
la multitud va y viene entre los cientos de puestos
ambulantes que ofertan lo mismo antojitos, que ropa,
frutas o simples cachivaches, una figura, anciana y
menuda, se sienta en una de las bancas colocadas junto
al monumento que rinde homenaje a los aguiluchos mexicanos
que lucharon durante la Segunda Guerra Mundial en contra
del fascismo, y mientras exclama en voz baja “nos
han olvidado, nos han olvidado”, el hombre no
puede evitar que las lagrimas escurran por sus mejillas.
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“Jaime Zenizo, subteniente integrante del Escuadrón
de Combate 2001 a sus órdenes joven- exclama el anciano
mientras estrecha la mano del can preguntón, a quien
le explica, tras aclararle que no se siente mal pero que siempre
ha sido muy llorón, que por lo menos una vez al mes
se da su vuelta por la colonia para meditar frente al monumento
que entre sus enorme ala blancas guarda en placas bronceadas
los nombres de los más de 300 expedicionarios que lucharon
contra el entonces eje del mal: Berlín-Roma-Tokio.
“Fue el 22 de mayo de 1942 cuando el entonces presidente
de México, general Manuel Ávila Camacho, declaró
el estado de guerra contra Alemania, Italia y Japón,
luego de que submarinos alemanes hundieron en el Océano
Atlántico y el Golfo de México dos navíos
de la marina mercante mexicana: el Potrero del Llano y el
Faja de Oro.
“Si bien el llamado Presidente Caballero quería
una participación más activa de nuestro ejército
en la lucha contra los fascistas, el entonces secretario de
relaciones exteriores, Ezequiel Padilla Peñalosa, mejor
conocido como el Narciso Negro, acordó con los gringos
organizar la Fuerza Aérea Expedicionaria Mexicana Escuadrón
201, la cual después de haber sido entrenada en combate
en Estados Unidos, partió desde San Francisco hacia
las islas Filipinas el 27 de marzo de 1945 a bordo del barco
Fairisle”.
El hombre recuerda que el Escuadrón 201, conformado
por 42 oficiales y 249 elementos de tropa, “reunió
cuatro escuadrillas de pilotos, además de los soldados
que prestaron sus servicios como armeros, encargados de transmisiones,
ingenieros, transportación y servicio médico”.
“No es por presumir, pero varias de las misiones realizadas
por el Escuadrón fueron calificadas como sobresalientes;
sin embargo, varios pilotos murieron en cumplimiento de su
deber: entre ellos el mayor Pablo Rivas Martínez, el
teniente Héctor Espinoza Fuentes, el subteniente Fausto
Vega Santander y el subteniente Mario López Portillo,
de los cuales solo pudimos rescatar los cuerpos de los dos
últimos, quienes se encuentran ahora enterrados en
el Monumento a las Águilas Caídas, en el Bosque
de Chapultepec”.
Zenizo precisa que los mexicanos llegaron a la base aérea
de Porac el 2 de mayo de 1945 “y esa misma noche encontramos
motivos para celebrar de acuerdo con la costumbre nacional,
ya que escondidas entre los paracaídas logramos introducir
al campamento varias botellas de tequila Viuda de Romero,
muy bueno hasta para desterrar el miedo”.
“Tras erigir en un sitio especial del campamento un
altar a la Virgen de Guadalupe, la cual también es
adorada por esos rumbos, dimos gracias a la patrona por tres
cosas: por haber llegado sin novedad, por la muerte de Hitler
un día antes en su bunker berlinés y por la
posibilidad de que tal deceso apresurara el fin de la guerra.
“La base se localizaba en la isla grande de Luzón,
provincia de Panpanga, al norte de Manila, un hábitat
muy familiar para nosotros, ya que en ese entonces en el archipiélago
la mayoría de la gente hablaba español, si bien
aún practican la religión católica e
incluso tienen una Sierra Madre”.
Zenizo destaca que al poco tiempo de establecidos en su base
isleña los nuestros hicieron florecer sembradíos
de chiles de todos los tamaños y picores, “e
incluso una plantita de cannabis (vulgo marihuana), pero sólo
para dolores reumáticos, aunque de vez en cuando alguien
aprovechaba para darse su toquecito”.
Los jóvenes pilotos mexicanos volaron por primera vez
el P-47 Thunderbolt, una nave ligera con hélice central
y artillería en las alas que sobre su fuselaje metálico
llevaba el diamante tricolor de la Fuerza Aérea Mexicana
en el ala derecha y una estrella blanca en la izquierda, fondeadas
por una franja.
“Junto a la escotilla, en un círculo blanco,
la figura de Pancho Pistolas, el mismo de la película
propagandística de Walt Disney Los Tres Caballeros,
quien fue adoptado como mascota, enmarcada en la leyenda Escuadrón
de Pelea 201”.
El bautizo de fuego de los soldados mexicanos se produjo 15
días después del arribo a Filipinas, cuando
bombardearon posiciones japonesas en la propia isla de Luzón.
Si bien el Escuadrón 201 representaba para muchos mexicanos
el honor, la dignidad y el orgullo nacionales, y así
se dejaba sentir en los medios y en los sitios públicos,
“no faltaron sectores para quienes resultaba tan inútil
cuanto ridícula nuestra contribución al triunfo
de las democracias”.
“Honor a quien honor merece, pero nuestra contribución
fue mínima si la comparamos con los 300 mil trabajadores
temporales que entraron legalmente a EU para apoyar el campo
y la industria de guerra, sin olvidar que más de 15
mil paisanos fueron recrutados por el ejército gringo”.
Sin embargo, las hazañas de los aguiluchos mexicanos
tenían honda resonancia en la patria lejana por conducto
de los noticieros cinematográficos El Mexicano y Movietone,
en donde la voz de Fernando Marcos llevaba al auditorio a
estados anímicos contrastantes que iban del llanto
a la euforia alharaquienta.
“Incluso la prensa dio cuenta de un incidente en un
cine piojito capitalino, donde al grito de ‘pinches
chales, aquí está su padre’, un militar
retirado descargó su .45 provocando un pandemonio en
la sala, pero nada más que lamentar, salvo 10 agujeros
en el falso plafón”.
Zenizo rememora que luchó en muchas batallas, principalmente
misiones de bombardeo en picada y ametrallamiento, “e
incluso sobreviví a la caída de mi avión
de combate, yendo a parar al hospital 15 días con una
luxación en la clavícula derecha”.
“A nuestro regreso a México, el 18 de noviembre
de 1945, el presidente Ávila Camacho y la orgullosa
nación mexicana nos dieron una tumultuosa bienvenida
en el Zócalo capitalino, donde nos condecoró
tras un imponente desfile, pero lo único que me importaba
era ver a mi familia de nuevo”.
Recuerda que era tanta la admiración de la gente, que
se filmó una película relatando la historia
del escuadrón “en la cual participó doña
Sara García”, y que incluso en la inolvidable
cinta de Emilio Indio Fernández, Salón México,
Marga López fichaba para pagarle la escuela de señoritas
a una Silvia Derbez tan pura y delicada, que su única
ambición era casarse con su novio Roberto, “porque
había sido integrante del Escuadrón 2001”.
“Al poco tiempo pasamos al olvido y ahora nadie se acuerda
de nosotros, pero considero que la muestra final de respeto
vino de mis compañeros de armas, muchos de los cuales
llegaron a ser generales, “quienes a pesar de que saben
que sólo fui subteniente, me llaman comandante”.
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