Probablemente esta reflexión cause risa al “Supermán mexicano”, como describe la escritora Guadalupe Loaeza a Marcelo Ebrard,  porque por el momento cree que México es sólo el Distrito Federal y que dándole rienda suelta a la inmoralidad, podrá garantizar el voto a su favor.

Sin embargo, al interior de la República, e incluso en el mismo DF y su vecino el Estado de México, es muy mal visto que apoye el asesinato legalizado, los desnudos frente a la Iglesia, la muerte asistida, la disolución de un matrimonio en 40 días, el ejercicio de la prostitución, el despojo del patrimonio familiar y la autorización del desorden con las marchas por la ciudad, ya que ello implicaría una invitación a tomar las calles, sin consideración del resto de las personas.

Todo ello aunado a la fama de inseguridad y violencia que proyecta a los estados el Distrito Federal, que pese a que recientemente fue rebasado en estos índices por Jalisco, aún ocupa el segundo lugar como la ciudad más difícil para vivir, cuando debiera ser la que ofreciera mayor calidad de vida en todos sentidos.

“El Delfín de AMLO” no sólo tiene problemas en la provincia mexicana, sino que también los tiene en su propio territorio, ya que las expropiaciones que ha ordenado en Tepito, Iztapalapa, Santa María la Rivera y otras delegaciones, por presuntos delitos de narcotráfico, le ha sumado miles de enemigos, especialmente porque algunas de las propiedades que desalojan las venden a inversionistas extranjeros, so pretexto de que ya son propiedad del gobierno.

Ebrard no disimula su codicia de controlar las zonas comerciales más importantes del Distrito Federal, especialmente Tepito e Iztapalapa, por lo que las bandas de esos lugares entre sí ya se pidieron “el paro”,  y corre el rumor de que “el jefe” no llegará a la grande, porque “no le vamos a dar nuestro voto; será para cualquiera, menos para él”, sentencian.

El ex jefe de Seguridad Pública del GDF --destituido del cargo por  omisión de deberes, por el entonces presidente de la República, Vicente Fox Quesada, tras el caso de Tlahuac, cuando vecinos de San Juan Ixtayopan incendiaron vivos a dos agentes de la Policía Federal Preventiva--, quizá este consciente de los sentimientos encontrados que ha despertado su administración, y es probable que por ello siga de rodillas ante su ex jefe Andrés Manuel López Obrador,  por quien es rebelde a la investidura presidencial de Felipe Calderón y se prepara a acompañar al primero a su evento del próximo domingo en el Zócalo capitalino.

Ese día se reunirán los izquierdistas de México. Casi todos, porque entre ellos cada vez hay más divisionismo, y en su afán de destacar su tribu cada vez hacen más propuestas descabelladas e inmorales, cuyas consecuencias indiscutiblemente pagará Marcelo Ebrard en 2012, ya que para mucha gente, especialmente del interior de la República él es el responsable de la imagen que proyecta su ciudad, y hasta hoy es vista como la capital del pecado.

Aunque del otro lado, en la era de “Guerra Fría”, Estados Unidos tenía  también el peso de esa culpa a la hora de combatir a lo que ellos llamaban “la amenaza roja”.
Desconfianza mutua y golpes bajo sobre la mesa era el contenido de la diplomacia durante esos ayeres.
Hoy en México, tras unas elecciones cuestionadas, donde se insultó y se dijeron mentiras para ganar puntos porcentuales entre los electores. Como resultado en el país priva la desconfianza, la política del “no” y los golpes bajos sobre la mesa, pareciera que vivimos nuestra “propia guerra fría”.
La foto del presidente Calderón publicada en un diario capitalino junto a una silla vacía, durante un acto en el Distrito Federal, deja de manifiesto los nuevos tiempos de la política mexicana.
Es claro que sin una nueva casa para todos; es decir, sin la reforma del Estado tenemos una presidencia que amenaza (caso Atenco, Oaxaca, gober precioso y Hank Rohn) con hacer cumplir la ley a sus adversarios, pero sin importarle resarcir esos ilícitos, y una oposición que dice que “no”.
Estamos ahora sí en el  ”choque de trenes” anunciado en los ochentas por el desaparecido Grupo San Ángel, liderado en su momento por Jorge Castañeda y el fallecido Adolfo Aguilar Zinser, donde los intereses de grupo son más importantes que los de la patria, aunque esta última palabra al parecer ya no dice nada.

lograr una mayoría en las cámaras, es cuando la amenaza o el chantaje se utiliza como pretexto para hacer cumplir la ley, con el fin de avanzar el proyecto del presidente en turno.
Hoy que se conoce la reforma fiscal presentada por el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, se inicia en la Corte Suprema de Justicia el proceso sobre violaciones a los derechos humanos en Oaxaca, se inhabilita a Jorge Hank Rohn para contender a la gubernatura de Baja California, se amenaza con extraditar a Mario Villanueva Madrid, ex gobernador de Quintana Roo, a Estados Unidos acusado de narcotráfico y pende también de la soga el cuello del gober precioso de Puebla, Mario Marín, por el caso Lidia Cacho- Kamel Nacif, en el asunto de pederastia.
Es claro que esos personajes de la clase política mexicana no son blanca palomas, pero la pregunta es ¿Por qué en estos momentos ocurren esos hechos? ¿Es que la justicia responde a los tiempos políticos?
Desde el sexenio de Carlos Salinas de Gortari la alianza PRI-PAN ha sido indispensable para la gobernabilidad del país, pero a punta de quinazos; es decir a  golpes de justicia e intimidación para esos sectores políticos que piden más por llegar a un acuerdo y se deben someter.
El Presidente Calderón quiere y le urgen los votos del PRI para sacar adelante su reforma fiscal en el Congreso, para ello ha levantado todo este tinglado de justicia, que a la postre no resultará en nada porque el fin no es que impere la ley sino hacer que los priístas sepan quien manda en el país.
Ese no es el camino, porque de querer escarbar en temas de ilegalidad están los hijos de Marta Sahagún o el mismo ex presidente Vicente Fox, con su megabiblioteca en ruinas y otro asunto que tiene pendientes, como los arreglos que se hicieron al Aeropuerto capitalino.
Dice los enterados que este camino de la justicia mexicana significa una segunda revolución para el país, aderezada por la división de poderes que existe, la presidencia acotada, la libertad de expresión y el libre mercado.
Sin embargo, creo que esto es una falacia, porque los poderes fácticos que gobiernan al país siguen inmutables y la justicia social para los asalariados no llega o está postergada para mejores tiempos.

realizaba un reten el pasado primero de  junio en el municipio de Sinaloa de Leyva, Sinaloa, masacró por “error”    a cinco civiles, dos mujeres y tres pequeños, y dejó a tres heridos más.
De acuerdo con los primeros indicios recabados por la Comisión  Nacional de los Derechos Humanos, los “héroes” del señor Presidente Calderón muy posiblemente estaban drogados y alcoholizados, cuando dispararon contra la familia Esparza Galaviz al realizar el bloqueo de una carretera en su intento por detener a los  grupos armados ligados a las empresas trasnacionales de drogas.
Hoy los uniformados están presos e iniciará un proceso en su contra en la justicia militar y los fallecidos enterrados y sin posibilidad de regresar a la vida.
¿Ese es el destino del pueblo mexicano, qué por error quede en el fuego cruzado de los supuestos rivales?¿Podremos seguir aceptado este daño colateral, en una guerra que no es de la gente de a pie?
La versión oficial señala que el conductor, Adán Abel Carrillo Esparza, no se percató de la orden para detenerse,  por lo que los militares dispararon contra el vehículo, con lo que provocaron la muerte de Griselda Galaviz Barraza, de 25 años; Alicia Esparza Parra, de 17, y los niños Joniel, Griselda y Juana Esparza Galaviz, de siete, cuatro y dos años, respectivamente. Además resultaron heridos el conductor, de 29 años; Teresa Flores, de 16, y José Carrillo Esparza, de cinco.
El titular de la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) de Sinaloa, Oscar Loza Ochoa, señaló que según las primeras indagatorias se trató de un homicidio, porque "los balazos fueron hechos de frente (...) Resulta que les dispararon antes de llegar", al reten.
Por su parte, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) reveló que sus investigaciones sobre el ataque indican que los agredidos "no dispararon armas de ningún tipo", además de que los tiros en su contra "no fueron efectuados a corta distancia", como han afirmado las autoridades.
Agregó que por conducto de visitadores trató de realizar exámenes toxicológicos a los presuntos responsables del ataque, pero la Secretaria de la Defensa no lo permitió, con el argumento de que serían sus propios investigadores los que harían esas pruebas, por lo que la CNDH solicitó copia certificada del resultado de las mismas.
En un comunicado de prensa, la CNDH informó que su personal inspeccionó de manera ocular el lugar de los hechos y recabó evidencias, entre ellas cinco cartuchos y 12 casquillos, así como una jeringa hipodérmica, que serán sometidos a exámenes de laboratorio.
Este tipo de sucesos, sólo es el principio de lo que puede ocurrir en un futuro cercano, porque el error de que Estados Unidos apoye militarmente a México en la lucha contra las trasnacionales de las drogas, lo pagara con sangre y muerte - “daños colaterales” dirían en otros lugares del mundo-, la gente de a pie que nada tiene que ver en este asunto.

Si bien el país ya pasó (¿pasó?) por la represión de 1968, 1971, los revolcones económicos de 1976 y 1982, el fraude de 1988, el error de diciembre de 1994 y un sinnúmero  de matanzas y asesinatos políticos, el actual escenario es un blanco móvil y tiene varios ingredientes que lo convierten en un polvorín: pobreza, narcotráfico, debilidad institucional, xenofobia  y ánimo belicista de Estados Unidos.  

Hoy superando el tinglado de que el problema de la violencia es un asunto de “policías y ladrones”, nos queda un país que tiene pocas opciones fuera de la política para enfrentar su actual crisis.
México necesita hacer política, pero desde abajo que logre construir opciones para las mayorías, porque la actual sólo multiplica la fortuna de las 20 familias que se comen las riquezas nacionales.
Esa gruesa franja de mexicanos que viven en la pobreza y desesperanza constituyen un ejército de reserva listo para participar en cualquier frente de batalla.
De acuerdo con el diario Universal “casi una cuarta parte de los 27 millones de jóvenes del país no estudian ni trabajan. Cinco millones tienen pocas oportunidades de entrar a la Población Económicamente Activa, por lo que ser delincuente es más redituable que obtener un empleo y, si los atrapan, el sistema penal los induce más al crimen sin readaptarlos”.
En la desesperanza todo es corrompible, porque se busca el instante de poder y sentir que el mundo está bajo nuestros pies. El dinero es el  verdadero patrón y todos le rezan.
Por el control de esa aureola se pelean, la mercancía en disputa es sólo un accidente histórico, como antes fue el güisqui, el cacao y la sal. Todo se circunscribe al poder y al control.
 
El problema es que los muertos se multiplican en mil y el río de sangre ya está llegando al mar y un gobierno cuestionado como el del señor Felipe Calderón carece de las herramientas de legitimidad para enfrentar esta coyuntura y sale con la más fácil: poner por delante a la milicia.
En este blanco móvil también aparece Estados Unidos, que por un lado integra recrear aquí el fracasado Plan Colombia, trayendo más armas y adiestrando para la  represión y la guerra sucia a las fuerzas del orden nacionales; y como segunda fase cancela toda posibilidad de un acuerdo migratorio.
Esta medida y el blindaje de la frontera, lo único que hará será asfixiar a México cerrando la vía de escape 400 mil paisanos que salen anualmente del país en busca del sueño americano.
Tenemos un grave problema, que los mexicanos debemos resolver con una política de abajo, donde la tarea sea sacar de la pobreza a los mexicanos, de no ser así todos los conflictos del “blanco móvil” nos hundirán para siempre.