PIENSA CON EL CORAZÓN (Parte 1I)

14/06/20224


 

Por Racel *

Para reconocer nuestro poder interior de cambiar las cosas en nuestra vida es necesario que cambiemos la forma de pensar y de interpretar lo que nos pasa.

Todo desafío o problema que enfrentamos tiene como cometido principal enseñarnos a funcionar diferente, ampliar nuestra visión de la vida y que descubramos nuestro potencial de cambiar.

El poder que poseemos, muchas veces dormido o latente, comienza por nuestra mente. Pero ese es solo el principio.

El VERDADERO poder yace en nuestro interior, en nuestro impulso del corazón.

Yo sé que esta frase la pueden haber escuchado muchas veces, pero quiero ser directo al decirles que es cierto y está más al alcance de lo que creemos.

No necesitamos grandes conocimientos o recorridos de terapias para hacer contacto con ese poder, solo hace falta que sepamos que está ahí, que creamos en él y que lo busquemos.

Porque no va a aparecer de la nada. Solo se manifestará cuando realmente lo necesitemos.

Y para eso tenemos que tomar riesgos. Solo así impulsamos nuestra energía a ir más allá de lo que fue hasta ahora.

El tomar riesgos significa hacer cosas nuevas o hacer de manera distinta las mismas cosas que hacemos en nuestra vida.

Las emociones y la mente se estancan cuando no le damos la motivación necesaria para que se activen, para que se potencien y para que manifiesten capacidades latentes en nosotros. Que, en realidad, siempre estuvieron ahí esperando a ser activadas y puestas al servicio de nuestro avance.

Conectarse con nuestro poder interior requiere un compromiso muy grande con la motivación de seguir adelante, de seguir creciendo y de seguir aprendiendo, y eso depende exclusivamente de nuestra actitud frente a la vida.

Una vez que encontramos esa motivación, una vez que decidimos cambiar y avanzar, todo nuestro potencial se pone a nuestra disposición. Solo resta darle paso a nuestra parte que sí conoce lo que realmente somos capaces de hacer.

Y esa parte se encuentra “al otro lado del miedo”.

El miedo es la única barrera que se interpone entre nosotros y nuestros objetivos.

Entre cómo estamos y como queremos estar.

El primer paso es tomar la decisión, luego dejamos que esa fuerza emerja en nuestro sentir y en nuestra mente para por último tomar acción hacia lo que queremos.

Es simple de describir, pero no es fácil de hacer, pero simplemente porque no estamos acostumbrados a sentirlo y a conectarnos con ese fuego interior que pueda “quemar” esos miedos y que nos permite avanzar con paso firme hacia lo que queremos.

No esperes que el miedo desaparezca para emprender el movimiento.

Porque el miedo que sentimos hoy, sea cual sea su tamaño, no tiene el poder suficiente para detenernos, a menos que se lo demos. La actitud más valiosa que podemos emprender es movernos, aunque siéntamos miedo, nunca dejar de avanzar, aunque sea con pasos pequeños.

Y presta atención, el miedo no siempre se siente como miedo, a veces toma forma de pereza, de procastinación, de razones válidas para no actuar. Pero siempre en el fondo, es miedo.

Estamos en una época donde el valor de las cosas parece ser la inmediatez, cuando en realidad todo en este plano lleva tiempo, trabajo y dedicación.

Puede que podamos aprender algo muy rápido, en un libro, en un curso o en un video en internet, pero seguramente nos lleve un tiempo de práctica para que nos vuélvanos buenos en eso o para que logremos plasmarlo como realmente queremos.

Por lo que te aconsejo: valora ese tiempo, ese recorrido. La experiencia tiene un valor muy grande a la hora de colaborar con nuestra confianza y con hacer las cosas bien.

Te invito a que busques tu poder interior en movimiento. No lo vas a encontrar en la quietud o en tus pensamientos, lo vas a reconocer cuando te estés moviendo y dirigiendo a lo que quieres. Solo así aparece.

Tal vez necesitemos ayuda para poder correr los velos de nuestra mente o soltar cargas en nuestras emociones, pero tomar la decisión de comenzar este camino hacia ti es solo tuya, y para eso créeme que nadie mejor que tú misma/o para empezar.

Ten confianza y anímate, confía en ti, confía en la vida y confía en tu Alma, ella siempre sostiene nuestros pasos y nos lleva por donde es mejor para nosotros para aprender y evolucionar.






PIENSA CON EL CORAZÓN (Parte 1)

07/06/20224

Por RACEL *


Esta es una frase que comencé a utilizar en mis consultas para explicarles a mis pacientes que deben hacer un cambio en la forma de tomar sus decisiones.


Pensar con el corazón significa unir la mente y el corazón, el pensamiento y el sentimiento.


El sentimiento es lo que nos dice qué queremos en la vida y cómo lo queremos, y el pensamiento es lo que nos permite saber cómo lograrlo.


Pensar con el corazón nos abre una nueva dimensión en nuestra visión de la vida, es incluir nuestros sentimientos en nuestra forma de pensar y actuar.


Si bien parece difícil, no lo es.


El pensamiento racional es frío, calculador y especula todo el tiempo con lo que podemos ganar o perder en cada paso que damos.


Pensar incluyendo el sentir se trata de no especular para decidir qué hacer.


Es hacer lo que siento y decidir desde lo que siento.


Uno pensaría que son cosas que no se pueden unir, pensamiento y sentimiento, pero en realidad sí se puede. Y es exactamente lo que necesitamos para ampliar nuestra capacidad de sabiduría

 


El sentimiento es el contenido energético de lo que soy y la sabiduría es la estructura que le da forma, lo contiene y lo direcciona con claridad. Es nuestro sentir que no se limita a nuestras emociones, sino a los sentires que surgen de la conexión con nuestro corazón.


Actuar con sabiduría nos conecta con nuestro intelecto superior, ese intelecto que pertenece a nuestro Ser y no únicamente a nuestro mental inferior.


La mente posee el conocimiento y la información, el intelecto posee el discernimiento y la inteligencia y el corazón posee el sentir que dirige todo, o por lo menos debería hacerlo.


La unión de estos tres aspectos en equilibrio nos da la posibilidad de proceder con sabiduría.


La sabiduría nos conecta con nuestro propósito superior y nos pone en el camino correcto de nuestro aprendizaje de vida.


Si tomamos las decisiones únicamente desde la lógica nos volvemos mentales y faltos de empatía, pero si tomamos las decisiones únicamente desde el sentir corremos el riesgo de volvernos hipersensibles y con poca firmeza terrenal para emprender los desafíos que la vida nos propone.


Unir mente y corazón para nuestro accionar de vida nos da el equilibrio necesario entre sensibilidad y fuerza que nos resultará más beneficioso para avanzar con claridad y determinación hacia lo que queremos.


Cada uno debe mirarse y descubrir qué le está faltando desarrollar para conseguir el equilibrio y la fuerza que necesita.


Esta forma de pensar y de decidir que te propongo te abrirá un horizonte nuevo de posibilidades de alcanzar tu éxito y de ser feliz.


Créeme que vale la pena todo el recorrido que nos depara la práctica de esta manera de avanzar.

 




 



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