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Octaviano Lozano Tinoco

 
































08/12/ 2025

El retorno de la Doctrina Monroe: Trump redibuja el mapa de poder en América


“Eres los Estados Unidos,
eres el futuro invasor
de la América ingenua que tiene sangre indígena”

Rubén Darío

 

Por Octaviano Lozano Tinoco
Analista político internacional

La segunda presidencia de Donald Trump ha roto todos los protocolos diplomáticos y se muestra sin máscaras: Estados Unidos recupera abiertamente su rostro intervencionista histórico, el mismo que derrocó gobiernos, invadió territorios y eliminó líderes bajo la bandera de la libertad y la democracia.


Este viernes la Casa Blanca presentó la nueva Estrategia de Seguridad Nacional, titulada “America First: Fortaleciendo el Escudo Occidental”.


El documento relega a Europa y Asia a un segundo plano y declara el Hemisferio Occidental zona de “defensa implacable” estadounidense.


En un discurso desde el Despacho Oval, Trump invocó directamente la Doctrina Monroe de 1823: “No más guerras interminables en arenas lejanas. Nuestro foco está en nuestra propia puerta: la frontera sur, el narcotráfico y la infiltración china en América Latina”.


Originalmente concebida para impedir la recolonización europea con el lema “América para los americanos”, la Doctrina Monroe se transformó durante el siglo XX en la gran justificación del intervencionismo yanqui en la región.

 

La versión 2025 la actualiza contra nuevos adversarios: China como amenaza central y, en menor medida, Rusia.La estrategia exige a México y a los países centroamericanos “medidas drásticas” contra los cárteles, bajo amenaza explícita de aranceles del 25 % si no hay resultados inmediatos.


El texto denuncia una “alianza tóxica” entre los cárteles mexicanos y las redes chinas de precursores químicos.


Pekín es calificado de “depredador económico” y acusado de practicar una “colonización blanda” mediante inversiones en puertos de Ecuador y Perú y en minería en Bolivia y Brasil. Washington promete “contraofertas agresivas” para desplazar la Iniciativa de la Franja y la Ruta de la Seda.


El documento critica además la “debilidad crónica” de la OTAN y la Unión Europea, y reclama que los aliados destinen el 3 % de su PIB a defensa, por encima del 2 % actual.


Trump advirtió que, en caso contrario, Estados Unidos retirará tropas de Alemania y Polonia. Ucrania y Gaza aparecen descritos como “distracciones europeas”.


El regreso sin ambages de la Doctrina Monroe marca un punto de inflexión: Washington abandona la retórica multilateral de las últimas décadas y recupera, actualizado al siglo XXI, el viejo principio de que su patio trasero es intocable para potencias externas.


En la era Trump 2.0, “América para los americanos” deja de ser eufemismo y muestra su significado real: América Latina al servicio de los intereses estadounidenses. Proclamada en 1823 por el presidente James Monroe para evitar que Europa recolonizara el continente tras las independencias, aquella frase sirvió durante un siglo como cobertura para intervenciones directas:

 

desde el Corolario Roosevelt y el “Gran Garrote” —invasiones a Cuba, Haití, República Dominicana y Nicaragua— hasta los golpes de Estado de la Guerra Fría en Guatemala (1954) y Chile (1973).


Hoy Trump la reivindica sin disimulo y la reorienta: el enemigo ya no es Europa ni el comunismo, sino China. Lo que nació como advertencia anticolonial se convierte, dos siglos después, en la declaración más cruda de que América Latina sigue siendo el dominio exclusivo de Washington.

 

05/12/ 2025

Un mundo en llamas: dinero y poder,
eternos combustibles de la guerra


“Este mundo fue y será una porquería, ya lo sé…
En el quinientos seis y en el dos mil también”.
Enrique Santos Discépolo

 

Por Octaviano Lozano Tinoco
Analista político internacional

Desde que el ser humano abandonó el nomadismo y la agricultura dio paso a las primeras ciudades y a la propiedad privada, nacieron los dos combustibles que han alimentado casi todas las guerras de la historia: el dinero y el poder.


Por dinero se ha descuartizado a un hombre en la plaza pública y se bombardea hoy un país entero para apoderarse de su petróleo, su litio o sus tierras raras.


Por poder se redibujan mapas, se derrocan gobiernos y se condenan pueblos enteros a la miseria con tal de mantener la hegemonía de unos pocos.


Dinero y poder no son fuerzas separadas; son dos caras de la misma moneda, literalmente. Uno compra ejércitos, medios de comunicación, campañas electorales y silencios cómplices.


El otro decide quién emite la moneda, quién fija las tasas de interés y quién presta a quién hasta ahogarlo en deuda eterna.


Esta relación simbiótica ha sido constante desde los templos-banco de la antigua Mesopotamia hasta los paraísos fiscales del siglo XXI.


Los mercaderes de Venecia y Génova financiaron cruzadas y conquistas; los Rothschild moldearon el siglo XIX europeo con préstamos a reyes y repúblicas; los fondos buitres y los bancos centrales deciden hoy cuál nación latinoamericana, africana o asiática puede comer y cuál debe arrodillarse.


La guerra actual —sea en Ucrania, Gaza, el Sahel o el Mar del Sur de China— no es un accidente ni una locura repentina. Es la expresión más cruda y honesta de esa lógica milenaria: quien controla el dinero y el poder decide quién vive, quién muere y quién escribe después la historia.


Y mientras tanto, en los palacios de Davos y en las salas de operaciones de Wall Street y la City londinense, se sigue repitiendo el mismo tango triste: “que siempre hubo chorros, maquiavélicos y estafadores; contentos y amargados, valores y dubles”.


Porque, como sabía Discépolo hace casi un siglo, “el mundo fue y será una porquería”… mientras el dinero y el poder sigan siendo el combustible que mueve la civilización hacia su propia hoguera.

 

01/12/ 2025

Trump y América Latina:
del “gran garrote” al regreso sin filtros


“Habla suavemente y lleva un gran garrote; así llegarás lejos”.
Theodore Roosevelt

 

Por Octaviano Lozano Tinoco
Analista político internacional

Estados Unidos nunca ha sido percibido como un vecino amistoso por América Latina. Desde su independencia en 1776, Washington ha considerado la región su “patio trasero”. Invasiones, anexiones territoriales, golpes de Estado, apoyo a dictaduras y extracción masiva de recursos han dejado un saldo histórico de pobreza, violencia e inestabilidad.


Con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca —45.º presidente entre 2017 y 2021, y 47.º desde el 20 de enero de 2025—, la relación con la región ha perdido incluso los barnices diplomáticos del pasado, porque hoy las órdenes sin directas, con total impunidad.


En Honduras, cuatro días antes de las elecciones generales del 30 de noviembre de 2025, Trump publicó en Truth Social un respaldo explícito al candidato del Partido Nacional, Nasry Asfura, a quien llamó “el único verdadero amigo de la libertad en Honduras”.


Calificó a la candidata del gobernante Libre, Rixi Moncada, de “cercana al comunismo” y acusó a Salvador Nasralla de intentar dividir el voto opositor. Juristas hondureños y la misión de observación de la OEA calificaron la declaración como una injerencia ilegítima en un proceso electoral ajeno. Hoy Nasry es un puntero en los comicios, aunque estaba en tercer lugar en las encuestas.


En Argentina, en octubre de 2025, Trump anunció un posible paquete de asistencia económica por 20.000 millones de dólares, pero lo condicionó abiertamente al triunfo del oficialismo de Javier Milei en las elecciones legislativas del 26 de ese mes. “Nuestra aprobación depende de quién gane”, dijo textualmente. El frente de Milei terminó imponiéndose.


Respecto al Canal de Panamá, en su discurso ante el Congreso el 25 de noviembre Trump afirmó: “Mi administración recuperará el Canal de Panamá”. Aunque la Casa Blanca aún no ha precisado si se refiere a renegociación, presión económica o acción militar, fuentes del Comando Sur han confirmado a medios estadounidenses que se analizan escenarios que van desde una mayor cooperación con las fuerzas panameñas hasta, en último extremo, una intervención directa. El objetivo declarado es reducir la influencia china en la zona.


Tanto Panamá como China rechazan cualquier violación de la neutralidad del canal, garantizada por los Tratados Torrijos-Carter de 1977 y por la propia Constitución panameña.


Sobre los cárteles mexicanos y centroamericanos, Trump los calificó organizaciones terroristas extranjeras. Esa categorización le permitiría ordenar operaciones militares en terceros países sin autorización del Congreso ni consulta previa a los gobiernos afectados.


Sin olvidad a Venezuela, que está en riesgo de ser invadida, con el falso argumento de que es gobernado por un cartel del narcotráfico.


El siglo XX dejó un largo historial de intervenciones estadounidenses en la región: ocupaciones prolongadas en Cuba, Haití, República Dominicana y Nicaragua; derrocamiento de Jacobo Árbenz en Guatemala (1954); invasión fallida de Bahía de Cochinos (1961); ocupación de República Dominicana (1965); apoyo al golpe contra Salvador Allende en Chile (1973); invasión de Granada (1983) y de Panamá (1989), entre muchas otras.


La mayoría se justificó con la lucha anticomunista; en varios casos primaron intereses corporativos.

Con Trump, la Doctrina Monroe parece desempolvarse sin eufemismos: América Latina vuelve a ser vista desde Washington como esfera de influencia exclusiva y la soberanía nacional, cuando incomoda, como un obstáculo negociable.
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