Por Octaviano Lozano Tinoco
Analista político internacional
La segunda presidencia de Donald Trump ha roto todos los protocolos diplomáticos y se muestra sin máscaras: Estados Unidos recupera abiertamente su rostro intervencionista histórico, el mismo que derrocó gobiernos, invadió territorios y eliminó líderes bajo la bandera de la libertad y la democracia.
Este viernes la Casa Blanca presentó la nueva Estrategia de Seguridad Nacional, titulada “America First: Fortaleciendo el Escudo Occidental”.
El documento relega a Europa y Asia a un segundo plano y declara el Hemisferio Occidental zona de “defensa implacable” estadounidense.
En un discurso desde el Despacho Oval, Trump invocó directamente la Doctrina Monroe de 1823: “No más guerras interminables en arenas lejanas. Nuestro foco está en nuestra propia puerta: la frontera sur, el narcotráfico y la infiltración china en América Latina”.
Originalmente concebida para impedir la recolonización europea con el lema “América para los americanos”, la Doctrina Monroe se transformó durante el siglo XX en la gran justificación del intervencionismo yanqui en la región.
La versión 2025 la actualiza contra nuevos adversarios: China como amenaza central y, en menor medida, Rusia.La estrategia exige a México y a los países centroamericanos “medidas drásticas” contra los cárteles, bajo amenaza explícita de aranceles del 25 % si no hay resultados inmediatos.
El texto denuncia una “alianza tóxica” entre los cárteles mexicanos y las redes chinas de precursores químicos.
Pekín es calificado de “depredador económico” y acusado de practicar una “colonización blanda” mediante inversiones en puertos de Ecuador y Perú y en minería en Bolivia y Brasil. Washington promete “contraofertas agresivas” para desplazar la Iniciativa de la Franja y la Ruta de la Seda.
El documento critica además la “debilidad crónica” de la OTAN y la Unión Europea, y reclama que los aliados destinen el 3 % de su PIB a defensa, por encima del 2 % actual.
Trump advirtió que, en caso contrario, Estados Unidos retirará tropas de Alemania y Polonia. Ucrania y Gaza aparecen descritos como “distracciones europeas”.
El regreso sin ambages de la Doctrina Monroe marca un punto de inflexión: Washington abandona la retórica multilateral de las últimas décadas y recupera, actualizado al siglo XXI, el viejo principio de que su patio trasero es intocable para potencias externas.
En la era Trump 2.0, “América para los americanos” deja de ser eufemismo y muestra su significado real: América Latina al servicio de los intereses estadounidenses. Proclamada en 1823 por el presidente James Monroe para evitar que Europa recolonizara el continente tras las independencias, aquella frase sirvió durante un siglo como cobertura para intervenciones directas:
desde el Corolario Roosevelt y el “Gran Garrote” —invasiones a Cuba, Haití, República Dominicana y Nicaragua— hasta los golpes de Estado de la Guerra Fría en Guatemala (1954) y Chile (1973).
Hoy Trump la reivindica sin disimulo y la reorienta: el enemigo ya no es Europa ni el comunismo, sino China. Lo que nació como advertencia anticolonial se convierte, dos siglos después, en la declaración más cruda de que América Latina sigue siendo el dominio exclusivo de Washington.
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