Alberto Híjar Ojalá fuera cierta la mentira reaccionaria de la Universidad Nacional Autónoma de México como santuario de movimientos revolucionarios. Es todo lo contrario porque forma los cuadros operativos del Estado y los consorcios privados. Las generaciones desencantadas del Movimiento Estudiantil de entresiglos, prefieren la competitividad como línea de vida impuesta desde la Rectoría en campaña permanente por ubicar a la UNAM en lugares destacados de las certificaciones trasnacionales

. Si esto corresponde o no al estudiantado y el profesorado realmente existente, poco importa con tal de figurar en el marketing trasnacional. De aquí el sometimiento voluntario a esta aparente fatalidad y el repudio consiguiente a los mugrosos desadaptados que oponen la solidaridad a la competencia y procuran alertar por Atenco, Oaxaca, Bolivia, Venezuela, Palestina, Irak, los kurdos, Kosovo.

    Los jóvenes masacrados en el campamento del comandante Raúl Reyes son una excepción, como toda dignidad en tiempos de infamia cotidiana. Procuraron alertar contra la criminalización de las FARC con un periódico mural, presentaciones de películas, discos y publicaciones de la cuarentona organización singularmente interesada en la literatura, el canto y las filmaciones testimoniales.

La campaña de los jóvenes compañeros no sólo procuraba en los hechos, contradecir a quienes condenan en automático, toda oposición radical al capitalismo de la dependencia corrupta, sino su campaña afectaba la indolencia dominante.

    Todo esto ocurrió en una facultad de filosofía regida por la moda en situación subdesarrollada. Llegan tarde y mal las novedades discursivas de Europa, salvo por los profesores viajeros, pero como hay un atraso y un bloqueo histórico en las publicaciones y la difusión cultural, muy pocos pueden acceder a las ocurrencias recientes.

En estudios latinoamericanos la situación es peor si se considera que la especialidad nació y creció cuando la consigna era ¡Si Nicaragua venció, El Salvador vencerá y otros le seguirán!. La Generación X desencantada por las derrotas, abandonó la plaza y como recomienda un artículo que parece de chiste pero es en serio, de un tal Carlos Mota en Milenio, buscan y encuentran empleo en las oficinas de relaciones públicas, de mercadeo o de propaganda oficial y paraoficial. Salvo excepciones, Nuestra América, la llamada así por Martí, fue sustituida por la América victimada por el destino manifiesto yanqui.

    Setenta sitios “arrebatados” (sic) en Ciudad Universitaria, denuncia Excelsior al contar los cubículos, plazoletas y lugarcitos en pasillos donde diversos grupos de activistas ofrecen objetos variados y hasta comida rápida más o menos nutritiva. La exagerada cifra no explica la necesidad autogestiva cancelada por los auditorios y salones administrados como concesiones a mafias intelectuales y artísticas sin arraigo universitario prolongado en el control de publicaciones.

Nadie conoce la Revista Universidad  o las colecciones literarias de Difusión Cultural y en radio y TV UNAM no hay lugar para los estudiantes ni para los profesores sin privilegios por su fama reconocida. Por cierto, la Cátedra Bolivariana siempre gestionó con éxito, el uso de auditorios autorizados.

    Juan González del Castillo, Fernando Franco Delgado, Verónica Natalia Velázquez Ramírez de la UNAM , Soren Ulises Avilés del Politécnico, son víctimas que todos los universitarios debiéramos mantener como ejemplo de encuentro con la vocación libertaria crecida a pesar de todo en la Universidad más poblada de América. Dignifican a la Facultad de Filosofía al sacudirla de la modorra intelectual.

Lucía Andrea Morett Álvarez regresará con las heridas cicatrizadas por fuera pero abiertas por dentro y difícilmente encontrará consuelo en los cursos de arte dramático. El cubículo y la Cátedra Bolivariana no más invitarán a cursos y conferencias para comprender Nuestra América. Pero en su condición excepcional está su fuerza porque no sólo los estudiantes en plantón frente a la Embajada de Colombia, está convencidos del derecho a pensar y actuar por cuenta propia para contribuir a superar la corrupción de los estados-nación.

    El presidente Uribe pronto ocupará su lugar en el basurero de la historia. Se confirmarán sus ya sabidas complicidades con los paramilitares y los narcotraficantes que lo llevaron a  la presidencia de Colombia, tal como desde el principio de su campaña denunció Narconews donde pueden consultarse datos precisos que no han falta para calificar la infamia tecnificada por los gobiernos de Estados Unidos, Israel y Brasil que le vendió aviones y armamento, para detener a toda costa el regreso de Ingrid Betancourt con la mediación de los gobiernos de Venezuela y Francia. La contrainsurgencia yanqui ya lo impidió.

El comandante Raúl Reyes no más será el negociador diplomático de las FARC, ganador del respeto y el aprecio de todos quienes fueron atendidos por él. Igual afecto tiene como testigo Lucia Andrea que ojalá tenga ánimo suficiente para terminar su tesis sobre el drama no sólo teatral, con la reflexión urgente de todo lo que oculta y deforma la propaganda contrainsurgente.

    Consuela saber de las vidas de jóvenes libertarios y de la solidaridad que significan los plantones en las embajadas de Colombia en muchos países y las marchas en la propia Colombia contra el gobierno criminal de Uribe. El lunes 10, el acto luctuoso en la Facultad de Filosofía reunió a una comunidad dolida, comprensiva e indignada contra la prensa y la televisión bushistas y uribistas.

El crimen de lesa humanidad que se cometió y el terrorismo de Estado tienen rostros y nombres de responsables, desde oficiales militares de segunda hasta autoridades de muy altos niveles. No volveremos con el cuerpo de Lucía profundamente lesionado física y emocionalmente, las cenizas de nuestros hijos, los cuerpos despedazados por las bombas asesinas; los repatriaremos como testimonio horrendo de lo que nunca debió ocurrir. El gobierno mexicano no puede quedar en silencio: condenó el bombardeo, que condene sus consecuencias. El silencio es cómplice y puede convertirse en una cobardía de Estado. Tenemos derechos, los ejerceremos hasta nuestro último aliento. Nuestro dolor se convertirá en gritos, en expresiones de rebeldía, como las que alentaban a nuestros hijos a la vida, a una vida que amaban y por la que lucharon. Iremos tras los culpables, desde México o cualquier parte del mundo donde encontremos la verdad y la justicia. Nos dieron en lo que más nos duele. Nos quitaron a todos los mexicanos jóvenes ejemplares, su presencia física no estará con nosotros, pero sus ideales siempre.
 
Padres de familia y familiares de las víctimas del primero de marzo de 2008

 
Condena Castro la muerte de mexicanos en ataque en Ecuador
 
■ Atribuye al gobierno estadunidense versiones sobre vínculos con las FARC

Gerardo Arreola
Corresponsal
 
Para Fidel Castro, “el imperio no se resigna a ser el
único perdedor” en la pasada reunión del Grupo de Río
 
La Habana, 15 de marzo. Fidel Castro señaló hoy que los jóvenes mexicanos muertos en Ecuador en el ataque del ejército colombiano de hace dos semanas “no habían puesto bombas ni eran acreedores a ser asesinados por bombas yanquis mientras descansaban en la madrugada”.
 

En un artículo difundido esta noche, Castro criticó una versión del diario estadunidense en español El Nuevo Herald sobre el caso, como “un claro intento de justificar que entre las víctimas había jóvenes mexicanos”.
 
Agregó que los mexicanos pudieron haber llegado, “por curiosidad o por las razones que fuesen”, a entrevistarse con Raúl Reyes, como era conocido el líder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) muerto en la misma acción.
Castro dedicó la mayor parte de su texto a reproducir notas periodísticas sobre la situación en la región andina.
 
Polemizó con la versión recogida en El Herald el martes pasado, pero difundida antes en otros medios, de que un ingeniero de origen cubano, nacionalizado mexicano y residente en Querétaro, haya sido el enlace entre las FARC y los mexicanos que estaban en la zona bombardeada.
 
“Estúpida intención”
 
“Es clarísima la estúpida intención de mezclar cubanos en el asunto”, señaló Castro, sin entrar en detalles sobre la identidad del citado ingeniero, Mario Dagoberto Díaz Orgaz, pero sugiriendo que un cubano emigrado no responde a la política de La Habana.

Castro rechazó igualmente las implicaciones de otro tramo de la misma nota, según la cual un médico cubano fue capturado en la selva colombiana en febrero y estaba acusado también de apoyar a las FARC.
 
“Aparte de la mentira sobre la imposible presencia de nuestros estudiantes de medicina en esa distante selva colombiana, cuando un ingeniero o médico cubano abandona su país, es alguien que se marcha con los conocimientos que nuestro pueblo sufragó con grandes sacrificios”, agregó.
 
Castro atribuyó el origen de esas versiones al gobierno estadunidense, al introducir el tema en esta forma: “el imperio no se resigna a ser el único perdedor en la reunión del Grupo de Río celebrada en Santo Domingo el 7 de marzo pasado. Desea armar de nuevo el sangriento tinglado”.
 
Luego abordó otra nota, esta vez del Washington Post del 10 de marzo, que conjetura sobre presuntos vínculos entre el presidente venezolano Hugo Chávez y las FARC.
Castro señaló que el presidente colombiano Álvaro Uribe podría no ser la única fuente de las filtraciones que han estado en la base de esas especulaciones, y en cambio recordó el acuerdo al que llegó con Chávez para normalizar las relaciones bilaterales.
“Chávez, por su parte, no renuncia a la búsqueda de la paz entre los pueblos hermanos de América Latina”, añadió el líder cubano.