* CAMINO A LA SANTIDAD
POR LA GRACIA DE DIOS Y DEL PUEBLO MEXICANO
Por Alfonso Fernández de Córdova M.
¡México, siempre fiel! ¡Me voy y no me voy, porque mi corazón se queda en México! ¡Los mexicanos saben bailar, saben cantar, saben rezar, pero sobre todo saben gritar! ¡Busquen la armonía en la justicia y la libertad! ¡No dejen apagar la luz de la fe! ¡Con ustedes hasta el fin del mundo! ¡Dios te bendiga, México!
Estas son algunas frases de Su Santidad Juan Pablo II, que calaron muy profundo en los sentimientos del pueblo mexicano, durante los cinco encuentros donde entregó amor, mensajes, cariño y sonrisas aún presentes en la memoria de esta nación, misma que correspondió con expresiones de júbilo, respeto, entrega espiritual y la más confiable guardiana de la seguridad del querido pastor, en sus giras por el territorio nacional.
“Más de 15 millones de católicos salieron a la calle día y noche y se convirtieron en uno más de los elementos de la seguridad del Papa. Su seguridad estuvo garantizada en cada valla surgida espontáneamente a lo largo de sus recorridos por el país”.
Ahora se reviven los bellos momentos con motivo de la beatificación, a manos del actual Papa Benedicto XVI, quien en la recién Semana Santa cumplió seis años como sucesor de Juan Pablo II, a quien es muy posible también canonizará en breve tiempo, caso no registrado en mil años en la Iglesia Católica. Ésta ha tenido 265 papas en total, 212 fueron de origen italiano y 53 de distintas nacionalidades. El pontificado más largo, 34 años, fue el de Pío IX, sólo nueve duraron más de veinte años. A Juan Pablo II le tocó ser el Papa 264, primero no italiano después de 455 años, y lo fue 26 años 5 meses del 16 de octubre de 1978 al 2 de abril del 2005 en que murió. Sólo 81 papas han sido canonizados. El primero fue San Pedro y el sucesor inmediato San Lino.
Beato -a posteriori Santo- por la gracia de Dios, por la postulación del pueblo de México, y la intercesión de la Virgen del Tepeyac, pues de los hechos de fe y la voluntad de la enorme mayoría de católicos y guadalupanos partió la iniciativa recogida y llevada al Vaticano, por la Conferencia Episcopal Mexicana integrada por los obispos de todo el país, compendio de convivencia extraordinaria entre el país laico y el país eminentemente creyente, unidos como uno solo por la fe que sobrepasa toda prueba y se mantiene a través de los siglos.
La fe, la esperanza, la oración y el cariño en todas las expresiones que el pueblo desbordó durante las cinco visitas que hizo Juan Pablo II, quien con su sabia palabra y gesto humanitario contribuyó a distinguirlo como el Papa Amigo, el Papa de la Esperanza, el Peregrino de la Paz, el Papa Viajero, el Papa Misionero, el Papa de los Indígenas, el Papa Mexicano y otros apelativos. Empatía que lo llevó paso a pasito por los caminos de santidad.
CINCO VIAJES A MEXICO
Se refresca la memoria al recordar la apoteosis popular desbordada en las cinco visitas pastorales a México. La Primera del 26 de enero al 1 de febrero de 1979, a la Ciudad de México; Puebla, donde bendijo a la III Conferencia Episcopal Latinoamericana; Oaxaca, donde hizo el primer contacto con las comunidades indígenas; Guadalajara y Monterrey.
La Segunda del 6 al 14 de mayo de 1990, a la Ciudad de México, Chalco, Puerto de Veracruz, Aguascalientes, San Juan de los Lagos, Durango, Chihuahua, Monterrey, Tuxtla Gutiérrez, Villahermosa y Zacatecas.
La Tercera el 11 y 12 de agosto de 1993, a Mérida e Izamal, Yucatán. Cabe citar que el 12 de octubre de 1992 estuvo en Santo Domingo, capital de República Dominicana, a conmemorar los 500 años del descubrimiento e inicio de la evangelización de América, donde propuso realizar una Nueva Evangelización en todo el Continente, para fortalecer los valores y cultura cristianos y detener la extensión de conductas libertinas.
La Cuarta del 22 al 26 de enero de 1999, a la Ciudad de México donde encabezó el Sínodo de Obispos Latinoamericanos a quienes dirigió la exhortación apostólica Iglesia en América, documento sobre el contexto de la Nueva Evangelización en el nuevo milenio. Encuentros masivos en el Autódromo Hermanos Rodríguez y en el Estadio Azteca, así como encuentros privados con el Presidente de la República y el Cuerpo Diplomático, en la residencia oficial de Los Pinos. Además de la reunión con cardenales y obispos latinoamericanos en la Nunciatura Apostólica a cargo de Jerónimo Prigione.
La Quinta el 30, 31 de julio y 1 de agosto de 2002, a la Ciudad de México, donde canonizó al primer indígena santo del Continente, Juan Diego, por ser el portador de las revelaciones de la Santísima Virgen de Guadalupe, así como beatificó a los dos primeros mártires de la primera evangelización, Juan Bautista y Jacinto de los Ángeles e inauguró la Cruz y su efigie a un lado de la ex garita de Peralvillo, a la entrada de la avenida de Los Misterios.
Su Santidad es uno de los apelativos eclesiales con los que distinguimos al Papa de Roma, el Sumo Pontífice, el Pontífice Romano, el Obispo de Roma, el Vicario de Cristo, el Sucesor de Pedro y así podríamos seguir con otros nombres dados a la dignidad adquirida cuando es elegido por el colegio cardenalicio. Ahora el que mejor le va es el mencionado al inicio, porque después de la beatificación el día primero de mayo del 2011, el paso trascendente siguiente es el de la santificación o canonización.
Esto indica que después de diez centurias habrá un Papa Santo, o sea, su obra pía fue en ascenso desde su ordenación como sacerdote el 1 de noviembre de 1946. El 1 de septiembre de 1939 estalló la Segunda Guerra Mundial y “cambió de modo radical la marcha de mi vida”, dijo Karol Wojtyla. Aunque antes no tuvo luces de su vocación, sí fue buen estudiante y se aprestó a entrar a la universidad de Cracovia. En su adolescencia fue escritor, actor y obrero antes de llegar al sacerdocio.
ABRIL Y MAYO MARCARON DE DOLOR SU VIDA
Karol Wojtyla nació en Wadowice, Polonia, el 18 de mayo de 1920 y desde entonces los meses de abril y mayo significaron mucho en su vida. A los nueve años de edad, el 13 de abril de 1929, falleció su madre y a falta del cariño maternal perdió la alegría y se tornó melancólico. De los 14 a los 19 años se dedicó a escribir poemas y obras de teatro, con temas cristianos, en las que actuó estelarmente en el instituto donde estudió. A los veinte había perdido a su hermano y a su padre, quien fue teniente del ejército polaco.
Para salvarse de los nazis, invasores de Polonia, fue a trabajar de obrero a una cantera y después ingresó a un seminario clandestino donde se ordenó sacerdote y luego obtuvo cargos superiores. En 1958 fue nombrado obispo de Cracovia. En 1963 ascendió a Arzobispo y el 26 de junio de 1967, el Papa Paulo VI lo nombró Cardenal.
Al saludar un día a Juan Pablo I, quien murió a 33 días de su pontificado, nunca imaginó sucederlo. Sin embargo, el Cónclave lo eligió Papa, el más joven de los papas con sólo 58 años de edad. Juan Pablo II por adopción, Juan en memoria del Papa Juan XXIII y Pablo por su antecesor.
El 13 de mayo de 1981, en la Plaza de San Pedro, el turco Mehmet Ali Agca lo hiere con arma de fuego y el 12 de mayo de 1982, el sacerdote español Juan Fernández intentó apuñalarlo en el Santuario de Fátima, en Portugal. El 28 de abril de 1994 se resbaló al salir de la ducha en su baño privado y se fracturó la pierna derecha. El 30 de mayo de 1994, reafirmó muy a su pesar la prohibición de la Iglesia Católica a la ordenación femenina. En mayo de 1997 se encuentra con otra santa, la Madre Teresa de Calcuta. El 24 de abril de 2002 llama a cuentas a líderes de la Iglesia Católica estadounidense por el encubrimiento de pederastas.
El 2 de abril de 2005 fallece después de prolongada agonía y padecimiento del mal de Parkinson y complicaciones derivadas de los atentados a su salud. Ahora, el 1 de mayo de 2011 es beatificado y reivindicado por su vida y obra dedicadas al bien de la Humanidad.
LA PALABRA, SIMBOLO DE AMOR Y CONQUISTA DEL MUNDO
Juan Pablo II enarboló la Palabra, como potente símbolo de persuasión y convencimiento. Mediante la palabra sabia y justa transformó al mundo, convirtió a pueblos sojuzgados por el comunismo en pueblos libres. Convenció a Jefes de Estado y de Gobierno, a impedir mayores derramamientos de sangre en pos de las libertades y derechos esenciales del hombre y de respeto a la dignidad humana.
Sus palabras llenas de amor, cariño y significado fueron los más preciados conceptos con los que proyectó la nueva evangelización, criticó la globalización y conquistó al mundo, particularmente, el corazón de los mexicanos.
Aunque Juan Pablo II hablaba siete idiomas, su natal polaco, italiano, francés, latin, alemán, lituano y ruso, con motivo de su primer viaje a México, en 1979, estudió el español, dos horas diarias durante dos meses antes de venir, mismo que usó muy bien aquí y en sus demás viajes por América Latina. Después aprendió inglés, rumano y portugués, en total once lenguas.
Sorprendió también su sencillez y humildad al besar el suelo al bajar del avión en cada uno de los más de cien viajes pastorales. Admiró al mundo más cuando el 12 de marzo del 2000, en un documento titulado Memoria y Reconciliación pide perdón al mundo por los errores y pecados cometidos por la Iglesia a lo largo de su historia. Así la fortaleció y modernizó al expresarse en el propio lenguaje de los pueblos. (Continuará). |