Auténtica y Desbordante Fiesta Popular
* Viene de las Alturas para Salvar de la Destrucción Total
* Surge del Crisol de las Razas, la Inmigración y las Creencias
* Insólito: el Mundo lo Aplaude y México es Distinguido
Alfonso Fernández de Córdova M.
Implacable como el tiempo, la raza negra llega al poder del más significativo país del mundo, en los albores del siglo XXI, al término de una simbólica travesía de tres milenios de esclavitud al servicio del hombre blanco, barbado y poderoso.
Se inicia una nueva Era global, al ser ungido por los dioses “El Angel Negro”, como el primer Presidente de los Estados Unidos de América, de origen afronorteamericano, hecho que la historia consigna ahora en la persona más representativa de la gente de color, de mirada tierna, cuerpo espigado y principios humanísticos, de nombre Barack H. Obama, quien se inspira y guía en los ideales emancipadores de Abraham Lincoln.
Es el elegido por abrumadora mayoría de una nación de 300 millones de habitantes, blancos, negros, rojos, amarillos, emergidos del crisol de la inmigración y de todas las creencias venidas de Europa, América, Asia, África, Oriente y de todos los confines terráqueos, en forma constante desde hace más de doscientos años.
Todo el mundo le da la bienvenida y lo cree como un “ángel negro” que lo viene a salvar de todas las calamidades generadas por su antecesor, George W. Bush, quien pasará a la historia como uno de los tristemente célebres genocidas que, sin asomo de la mínima piedad, ordenó y auspició el bombardeo contra los pueblos, o sea, la población civil en casas, escuelas, hospitales y refugios asistenciales, de Afganistán, Irak y Gaza, tres guerras que hundieron a Estados Unidos en la más profunda de las crisis éticas y económicas de los últimos cincuenta años, que le valieron el descrédito y antipatía internacional. Esta es su herencia.
Nadie imaginó la popularidad nacional e internacional que adquirió Obama desde que empezaron los sondeos preelectorales acerca de su posible postulación como candidato a la Presidencia de los Estados Unidos. Los estadounidenses, cansados del capitalismo salvaje del que se habló tantas veces, establecieron un virtual consenso previo a favor del cambio de trenes o de vías y optó por una fórmula nueva: una mujer o un negro para llevar a cabo la transformación anhelada desde la Presidencia de la Unión Americana. Fue ahí donde centraron la política y las apuestas electorales.
Por un lapso se pensó en la fórmula Hillary-Obama, la opción Obama-Hillary, en la Presidencia y Vicepresidencia. El factor de equilibrio hombre-mujer se dio finalmente con la Secretaria de Estado, que pronosticamos en este espacio y atinamos.
Una vez ratificado Obama en la gran convención del Partido Demócrata, poco a poco conquistó el beneplácito del público elector. Nadie imaginó el arrastre político del hombre de color, quien acaparó simpatías por su sencillez, sinceridad y acierto de sus palabras. El 4 de noviembre de 2008, los delegados electores legitimaron el proceso y se despejaron las conjeturas: Obama primer negro electo como el Presidente número 44 de los Estados Unidos, quien toma posesión del cargo mañana martes 20 de enero de 2009.
Discurso tras discurso convenció a mucha gente, de todas las condiciones económicas, sociales, culturales y políticas, aun a la que militó en el Partido Republicano, y dejaron atrás a los ultraconservadores, radicales y reaccionarios de la derecha. Fue axiomático o evidente que el pueblo norteamericano estaba por el cambio político, la transformación hacia lo socialdemocrático y dejó clara su postura al lado izquierdo de lo que prevaleció en los ocho años del gobierno que llevó a Estados Unidos a una suicida economía de guerra.
Obama está consciente de que recibe al país con una economía de guerra, desempleo y pérdida patrimonial de los norteamericanos, sobretodo, del odio de muchas naciones en el mundo que fueron afectadas por la actitud genocida y unipolar de la política bélica y la economía globalizadora de Bush. Ya lo dijo: habrá tiempos difíciles, más austeridad y más sacrificio económico, pero recompensará con apoyos sociales y empresariales para abatir la desocupación, el bajo consumo y atender los servicios médicos, sociales y educativos a la población que más lo requiere.
Es cierto que la simpatía y triunfal entrada histórica de Obama al escenario mundial es algo paralela a la de Lincoln, porque ambos asumieron la presidencia en momentos muy difíciles para los Estados Unidos y ambos son artífices de una nueva era política.
Sin embargo, no significa que debamos asumir expectativas fuera de la realidad respecto de su gestión, personalidad e ideología. Habrá que darle tiempo para que tome muy fuerte los hilos de las políticas públicas al interior y exterior de su país, y así conocer el sendero a seguir. Las condiciones del mundo actual difieren mucho de las que prevalecieron en tiempos de Lincoln, en 1860-64.
La esclavitud ahora tiene aristas más complicadas. Ya no es de servidumbre corporal, por discriminación racial o pobreza individual, sino es por sumisión monetaria y bélica de naciones enteras, por despojos de las riquezas naturales y territoriales, principalmente por el agotamiento del agua, petróleo, hidrocarburos y derivados; es por el espacio aéreo, terrestre y marítimo; es por la supremacía en las telecomunicaciones satelitales; es por el avance de unas naciones en el desarrollo nuclear y es por la supervivencia ante el hambre, la ignorancia, las injusticias y los cambios climáticos.
En cuanto a México, Obama tuvo un gesto de generosidad al brindar la única entrevista a un mandatario extranjero, antes de su toma de posesión, al Presidente de México, Felipe Calderón, a quien dijo: “México es un líder clave en nuestras fronteras sureñas y un aliado muy importante en la expansión de la democracia y los derechos humanos”. Expresó su compromiso para “mejorar” el Tratado de Libre Comercio y crear un grupo de consulta en varios asuntos para ambos países, tanto laborales y ambientales, como también en energía e infraestructura. “El presidente Calderón ha mostrado liderazgo en la economía, también valentía extraordinaria en temas relacionados con la seguridad y la violencia relacionada al tráfico de drogas”. Y envió un mensaje a latinoamericanos: “A pesar de las tensiones en los últimos años entre Estados Unidos y América Latina, estamos listos para darle vuelta a la hoja y escribir un nuevo capítulo en esta historia”.
Calderón, por su parte, resumió así: “Le he propuesto al presidente Obama que hagamos una alianza estratégica entre nuestros gobiernos para enfrentar los problemas comunes y que juntos debemos resolver, entre ellos, la seguridad. Pienso que mientras más seguro esté México, también estará más seguro Estados Unidos”.
México fue distinguido también por Obama, al tomar agua de jamaica, “mi preferida”, de la cocina, la sopa de tortilla y arrachera costeña; el arte, la música y los cantantes mexicanos que amenizaron las reuniones oficiales y fiestas fuera de protocolo.
Rememorar la historia y recordar a los héroes refortalece los nacionalismos. Esto hizo el nuevo Presidente de los Estados Unidos, al evocar a Abraham Lincoln, el emancipador de los esclavos, al viajar en tren casi idéntico al usado en febrero de 1861, de Filadelfia a Washington, acompañado de su esposa Michelle, sus hijas Malia y Sasha, y dieciséis familias representativas de la Unión Americana, con escalas en Wilmington (Delaware) y Baltimore (Maryland), un recorrido total de 220 kilómetros. Multitudes estuvieron a recibirlo, saludarlo y desearle lo mejor en su mandato. Calculan dos millones de seres. |