ECATEPEC DE MORELOS, ESTADO DE MEXICO, 1 de octubre.- A 243 años de su natalicio su obra Sentimientos de la Nación sigue vigente, y pese a que han pasado cerca de dos siglos de su fusilamiento en San Cristóbal Ecatepec, el general José María Morelos y Pavón, su pensamiento liberal y progresista aún es eje político de las naciones libres y soberanas de América, para alcanzar la igualdad social, atacar el vicio, la ociosidad, el latifundismo; proyecto la imagen de su gobierno revolucionario, unido y armónico, donde se desecha para siempre la figura de Fernando VII o cualquier otro monarca extranjero del pasado o del futuro.
Promueve al creación de un Congreso Nacional en Chilpancingo que culmina con la Declaración de Independencia y la promulgación, en Apatzingán, del Decreto Constitucional, el 22 de octubre de 1814, carta magna que recoge los principios revolucionarios surgidos a lo largo del movimiento, propone la creación de un gobierno autónomo, representativo del pueblo y el principio cardinal de la nacionalidad mexicana
Morelos creía en una nación fuerte, unida y con instituciones sólidas que dieran rumbo a la patria.
Hombre visionario para su época, concebía el mandato del pueblo Mediante instituciones regidas por principios, y el Tribunal de Residencia para juzgar a aquellos funcionarios públicos que se apartaran de los principios del gobierno.
Creía en el sueño de construir la República. De establecer una comunidad política sobre los pilares de la justicia, la igualdad, pero sobre todo de la libertad.
Morelos nació el día 30 de septiembre de 1765. Sus padres fueron el carpintero Manuel Morelos y a Juana Pavón, vecinos de Sindurío, hacienda inmediata a la actual ciudad de Morelia. Huérfano de padre, cuando era todavía muy joven, Morelos fue confiado por la madre a un pariente suyo quien lo traía como ayudante de arriero entre la ciudad de México y el pueblo de Acapulco, lo cual le serviría mas tarde, pues conocía muy bien las diferentes rutas.
Al cumplir 30 años, logró entrar al Colegio de San Nicolás de Morelia en 1795. El rector de la institución era don Miguel Hidalgo y Costilla. En 1801, Morelos obtiene los curatos de Carácuaro y Nircupétaro. En este último pueblo construyo una iglesia.
Morelos obtuvo varios triunfos por el rumbo de Orizaba, y después tomó Oaxaca el 25 de noviembre de 1812. Marchó para Acapulco, capturándola el 12 de abril de 1813. Morelos, quería establecer un Gobierno que representara a la Nación, y dando muestras de capacidad política, como ya lo había hecho respecto de la militar, instaló en Chilpancingo el primer Congreso, la primera demostración de la soberanía nacional, en 1 de septiembre de 1813, y fue el que extendió la celebre acta en que se declaraba la Nación Independiente, bajo las formas republicanas.
Conduciendo a los miembros del Congreso para que no cayesen en poder de los españoles, tuvo que sostener la acción de Tezmalaca, donde fue hecho prisionero por el teniente de la compañía de realistas de Tepecuacuilco, Matías Carranco, el 5 de noviembre de 1815.
El triunfo de los españoles y la captura de Morelos se celebró en su campo con dianas, vivas a los jefes que les habían dado la victoria, y al Gobierno, y el defensor de Cuautla fue puesto en el cuarto de la única casa que había en aquel sitio en pie. Concha condujo a su prisionero a México.
Morelos fue encerrado en la Inquisición, bajo la vigilancia del alcalde de las cárceles secretas, Esteban de Parra y Campillo. Se le permitió hacer ciertas prácticas religiosas en la capilla que se formó en la pieza que le servía de prisión.
El tribunal condenó a Morelos, y en auto público tuvo efecto la ceremonia de la degradación.
El 22 de diciembre de 1815, Morelos fue pasado por las armas en el pueblo de San Cristóbal Ecatepec, cerca del Santuario de Guadalupe.
Fusilamiento de Morelos
El arzobispo Pedro de Fonte redactó la retractación que Morelos debía firmar para que se le concediera el perdón del gobierno. A pesar de que Morelos reconoció no haber caído en ninguna herejía, la Inquisición le declaró hereje el día de su degradación y le condenó a reclusión perpetua en un convento africano.
Fonte visitó a Morelos para exigirle la firma de su retractación, y tras varios días, la retractación firmada por Morelos comenzó a circular el 10 de diciembre. El día 12 de diciembre, Calleja recibió una carta de Morelos indicándole estrategias y lugares clave para el Ejército Insurgente.
La madrugada del 21 de diciembre, Calleja dictó la sentencia de muerte para Morelos, y el coronel De la Concha, su captor, fue el encargado de ir a la prisión y leerla a Morelos, quien la escuchó de rodillas. Recordaba que hacía 18 años, en esa misma fecha y de rodillas también, recibió la unción sacerdotal.
El viernes 22 de diciembre, alrededor de las seis de la mañana Morelos despertó en su celda, comió un pan con café, y después fue encadenado de manos y pies, subió a una carroza custodiada por 50 soldados y marchó a Ecatepec, donde se realizaría la ejecución, por orden de Calleja, ya que se podía presentar un motín.
Al pasar por la Basílica de Guadalupe, intentó hincarse pero el peso de las cadenas se lo impidió. Tras un largo viaje, llegó a Ecatepec a la una de la tarde. El sacerdote, Miguel Salazar, fue comisionado por Manuel de la Concha para confesar a Morelos y preparar su sepultura. Después de comer, Morelos conversó un poco con Salazar y De la Concha, y posteriormente se confesó.
Antes de pasar al paredón, rezó el salmo 51 y posteriormente tocaron los tambores.
Morelos abrazó a Concha, se vendó los ojos, tomó un crucifijo y exclamó: "Señor, si he obrado bien, tú lo sabes, pero si he obrado mal, yo me acojo a tu infinita misericordia".
Acto seguido se hincó con la espalda al pelotón. A la voz de mando sonaron dos descargas. Oficialmente, a las cuatro de la tarde del viernes 22 de diciembre de 1815, José María Morelos y Pavón habían muerto. Sus restos descansan en la Columna a la Independencia, en la Ciudad de México.
De ahí la importancia histórica de este municipio, que tomo su nombre, para llamarse Ecatepec de Morelos en honor al general José María Morelos Pavón, cuya celda donde fue prisionero y luego fusilado es actualmente la Casa o Museo de Morelos, donde cada 30 de septiembre y 22 de diciembre recibe honores por parte de las autoridades locales, estatales y nacionales, con arreglos florales y desfiles cívicos, en los que se recuerda su lucha por la soberanía de la patria y a las garantías individuales.
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