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MIGRACION INFANTIL, EN AUMENTO

17/06//07
 

Por MARIA CALCAGNO

Anne Bar-Din Blugeot, investigadora del Centro Coordinador y Difusor de Estudios Latinoamericanos (CCyDEL) de la UNAM, alertó sobre el incremento de la migración de niños solos a Estados Unidos, ya que anualmente un promedio de  150 mil menores intentan pasar la frontera, de los cuales 60 mil no lo logran y son deportados.Informes proporcionados por el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) refieren que una tercera parte de los pequeños que buscan llegar al norte lo hacen sin la compañía de familiares o apoyados por “polleros”.

Este fenómeno se suma a los más de dos millones de mexicanos que se trasladaron a esa nación en el pasado sexenio, y constituye un desafío, sobre todo por la dificultad que representa para ellos dicha travesía. “Si para un adulto es algo difícil, con mayor razón para un niño”, indicó.

En el marco del Día Mundial Contra el Trabajo Infantil, en la primera semana de junio pasado,  recalcó que la principal razón que obliga a los infantes a iniciar su travesía es la económica. Sin embargo, también se van en busca de sus padres, quienes los abandonaron al no tener oportunidades de desarrollo en su país.

En la actualidad residen en EU alrededor de 9.5 millones de personas nacidas en México, de las cuales entre 3 y 3.5 millones son indocumentadas. De ese total, 45 por ciento son mujeres, mientras que en cuanto a la edad, 13 por ciento son menores de 15 años, 70 por ciento se ubica entre los 15 y 45 años, y el resto tiene más de cuatro décadas y media de vida, según datos del Consejo Nacional de Población.

Anne Bar-Din comentó que todos esos niños padecen un atraso escolar importante. Por otro lado, a los que residen en la Unión Americana también les afecta el que sus padres no hayan introyectado los valores de esa nación, y la situación empeora si se le agrega que en la mayoría de las escuelas las clases se dan en inglés.

Detalló que quienes nacen en primera generación son los encargados de construir un puente entre el nuevo imaginario en donde están insertos y el de sus progenitores, que continúan con el adquirido en sus poblaciones. “Es impresionante ver a infantes de cinco o seis años explicar a los padres cómo es la cultura estadounidense”.

Estos pequeños tienen una labor importante al desempeñar ese papel, porque los padres migrantes no tienen tiempo de aprender inglés, su carga de trabajo es agobiante, son explotados y apenas tienen tiempo de estar con sus vástagos, apuntó.

Mexicana por adopción y con 25 años de vivir en nuestro país, Bar-Din Blugeot señaló que la tarea de los niños nacidos allá es la aculturación. Los papás no tienen la fuerza para hacerlo, después de haber tenido que arrancarse de su cultura.

Además, destacó la académica universitaria, de una manera u otra la pobreza les sigue afectando del “otro lado", porque como sus padres no cuentan con los recursos suficientes no pueden acudir a la escuela y se genera un círculo económico-formativo nocivo que les impide aprender como debían hacerlo.

Comentó que la segunda generación también tiene una labor difícil en las aulas, por lo que muchos de ellos fracasan al no contar con el respaldo de los padres. La tasa de deserción escolar es elevada.

Además, para mandar a los hijos a la escuela en EU hay que pagar. Para aprender y ser respetado como alumno, aunque no hable perfectamente bien el inglés, es necesario ir a un colegio privado, y si los papás no pueden costearlo, menos podrán hacerlo con la educación superior, que es cara, recordó.

Hay licenciaturas, maestrías y colegios de comodidad más baratos pero que no proveen a los estudiantes de los instrumentos necesarios para cursar un nivel posterior. Es decir, reveló, “hay un bloqueo sistemático contra los inmigrantes para que no puedan avanzar”.

La investigadora mencionó que otro fenómeno en México es que hay poblados en manos de madres y abuelos volcados en los hijos, porque todos los jefes de familia se fueron a EU. Ésta es también una situación de riesgo para los niños, pero menos fuerte emocionalmente que el irse a otro país, porque ven el mundo de una manera más hostil. Para los que se quedan su entorno es acogedor y seguro, y no hay sensación de abandono ni peligro.

La especialista de la UNAM subrayó que la base para acabar con estos problemas es impedir la migración, para lo cual son necesarios empleos dignos para la gente, porque son personas que no quieren abandonar su tierra; se van porque no tienen opción.

Además, el sueño de todos ellos es regresar a su país algún día. Por eso envían puntualmente sus remesas, para construir sus casas y un día venir a habitarlas. En Zacatecas y otros estados, por ejemplo, además de casas particulares hay edificios, hospitales y escuelas edificados con esos recursos, porque recuerdan que cuando eran niños no había nada de eso en sus pueblos, y no quieren que eso se vuelva a repetir, concluyo.

calcagno@reportajesmetropolitanos.com.mx

HALCONAZO

11/06//07
 
Por MARIA CALCAGNO

El 10 de junio de 1971 también es conocido como El Halconazo o Jueves de Corpus, ocurrió una de las matanzas mas crueles ordenadas por  el gobierno federal.  No hay cifras exactas del numero de muertos, pero hay quien afirma que fueron mas de 100.
Jesús Martín del Campo, uno de los estudiantes de esa época, testigo de los hechos relata en un boletín del Frente Cultural Revolucionario:
“Esa tarde, se reunieron más de 10 mil personas para participar en la manifestación que inició en la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del Poli, en el Casco de Santo Tomás,y se dirigía a la Avenida de los Maestros,

en donde en dos ocasiones fue interceptada por granaderos, quienes, finalmente, dejaron libre el paso a un costado de la Escuela Normal. La marcha continuó hacia la calzada México-Tacuba (prolongación de San Cosme), en donde se encontraban parapetados centenares, quizás más de mil halcones dispuestos a reprimir y a detener de cualquier forma a los estudiantes.

“Tanto mi hermano Edmundo y yo decidimos participar en la manifestación. Él llegó temprano y se incorporó al grupo de los estudiantes de la Escuela de Economía del Politécnico, contingente que encabezaba la marcha. Yo llegué por la Avenida San Cosme y apenas había pasado Melchor Ocampo (hoy Circuito Interior) cuando me percaté de la presencia de grupos de gente extraña; se trataba de muchos jóvenes que no eran estudiantes.


“Caminé una cuadra más y llegué a la esquina de Lauro Aguirre; ahí, comenzaron a obstruirnos el paso a quienes queríamos encontrarnos con la marcha que suponíamos ya había avanzado unas cuadras del punto  de partida.

“Escuché, entonces, gritos confusos, algo parecido a "Che Guevara" pero de manera distinta a nuestras consignas y, de pronto, los ataques de los grupos de choque contra los que sí éramos estudiantes. De manera organizada, como pelotones o comandos, nos agredían a golpes y patadas, algunos llevaban varas de bambú y otros armas.

“Comenzaron los primeros disparos. Con un amigo corrimos hacia la puerta de un edificio donde un señor nos  alojo. Por lo visto, el señor pintaba bodegones y paisajes para su venta, su oficio era pintor de cuadros. Nos dijo que no nos convenía salir porque la balacera se había incrementado, a juzgar por los ruidos que llegaban de la calle. Isidoro, el amigo con el que entré en ese departamento dijo que podría tratarse de tanquetas o de bazucas con lo que estaban disparando.
“Mi angustia crecía, no sé si habían pasado treinta o cuarenta minutos o más, pero ya no aguanté estar encerrado y me salí. Me dirigí al costado de la Normal. La confusión y el caos reinaba no sabía hacia dónde ir. Me topaba con compañeros que decían que había ya muchos muertos, otros querían contraatacar a los policías y a los halcones (en ese momento no sabíamos que así se llamaban) y algunos más querían salir del cerco y buscar información. Pude ver a un joven muerto en las puertas de la Normal.

 
“Me fui hacia el Hospital Rubén Leñero y los médicos me dijeron que había muchos heridos y que los grupos de choque se habían llevado a algunos de ellos Como para entonces tenía la    corazonada de que a mi hermano le podría haber sucedido algo, le pregunté a un médico si entre los heridos alguien tenia las señas de mi hermano y me dijo que no.

“Después, fui enterado por unos amigos que estuvieron con él, que mi hermano Edmundo que entonces tenía veinte años, había caído en la esquina de Tláloc y de San Cosme, que había recibido un tiro de bala expansiva en el tórax, misma que le produjo la muerte. Ninguna ayuda pudo llegar, imposible bajo la metralla. Lo mismo que sucedió con Edmundo pasó con decenas de otros jóvenes, quizá mas de cien.

“Al otro día, el gobierno de Luis Echeverría, con todo cinismo, difundió la versión de que lo sucedido en San Cosme fue un enfrentamiento entre jóvenes de distintas corrientes ideológicas y que no hubo muertos”.

Actualmente se sabe que fueron más de 40 los muertos. Aquélla  noche Echeverría anunció una investigación sobre la matanza y afirmó que castigarían a los culpables. Alfonso Martínez Domínguez, regente de la ciudad, y Julio Sánchez Vargas, procurador general, negaron que hubiera halcones y los jefes policíacos culparon a los estudiantes de haber creado grupos extremistas dentro de su propio movimiento, quienes finalmente habrían atacado a sus compañeros. Pasó una semana hasta que Escobar aceptara que los había, pero no los involucró en la matanza .

Martínez Domínguez entregó su renuncia a Echeverría el 15 de junio pues estaba convencido de que los manifestantes habían sido provocados, entre otras cosas, para que el gobierno tuviera un pretexto y se deshiciera de él .

El sangriento saldo de la manifestación desanimó a muchos estudiantes, pero también propició que se radicalizaran otros más, quienes más tarde formarían parte de las organizaciones guerrilleras urbanas. Los estudiantes en 1971 demandaban especialmente la democratización de la enseñanza, el control del presupuesto universitario por los alumnos y profesores y que éste representara un 12% del PIB, así como libertad política donde obreros, campesinos, estudiantes e intelectuales gozaran de libertades democráticas reales y controlaran el régimen social; Educación de calidad para todos, en especial para campesinos y obreros, y mayor importancia y respeto a la diversidad cultural mexicana; Estricta apertura democrática, apoyo a la vida política sindical de los obreros y fin de la represión por parte del gobierno.

En 2005 se debate en México si los delitos cometidos en este hecho han prescrito o si pueden ser aún juzgados los responsables, ya que para algunos la responsabilidad de Echeverría nunca se aclaró por estar protegido por la ley.

El 29 de noviembre del 2006, se declara culpable a Luís Echeverría Álvarez, así como su formal prisión por estos hechos, revocando la decisión del 8 de julio que declaraba prescritos los delitos por genocidio.

La fiscalía acusó del delito de genocidio al ex presidente de la República, Luis Echeverría Álvarez; el ex secretario de Gobernación, Mario Augusto José Moya y Palencia; a los extitulares de la desaparecida Dirección Federal de Seguridad, Luis de la Barreda Moreno y Miguel Nazar Haro; al general retirado Manuel Díaz Escobar, y a cinco integrantes de Los Halcones.

calcagno@reportajesmetropolitanos.com.mx


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