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PATA DE PERRO

11/03/08

Chinatown

POR RAMIRO GÓMEZ-LUENGO

Ni es barrio, ni tiene chinos, mas bien cantoneses, pero fue el sitio donde el ping pong, el chow mein y la acupuntura llegaron a México.
Hoy, orgullosamente remodelado, el barrio chino de la calle de Dolores, en pleno Centro de la atribulada ciudad de México, sigue siendo motivo de atracción, aunque debido a lo pequeño de su tamaño (apenas una cuadra) no está ni por mucho a la altura de todo lo que la migración china ha representado para el país.
“Nuestra historia comienza en la década de los 50, cuando mi padre, Emilio Chau, llegó de China, o mejor dicho, de Cantón (Guandong),  para instalarse y vivir aquí, en el corazón de la Ciudad de México”, explica Emilio Chau hijo.


“Para los chino recién llegados, la persecución xenofóbica estaba a flor de piel, ya que no sólo se les llamaban chales, por sus ojos rasgados, sino que aún pesaba el recuerdo de que 40 años antes, primero durante el gobierno de Francisco I Madero y luego bajo el mando de Plutarco Elías Calles, el jefe máximo de la Revolución, más de un millar de chinos fueron asesinados y otros dos mil perseguidos en el norte de la República por el ejército, que los acusaba de ser un foco de infección y, peor aún, de estar arruinando con sus sangre la pureza de la raza mexicana”.
Pero el joven Youzhou Chau, quien después se cambiaría el nombre a Emilio Chau para no tener que dar tantas explicaciones, corrió con suerte, ya que su tío había fundado el primer restaurante de la calle de Dolores, entonces llena de casinos y cantinas, y, como buen patriota, le pusieron el nombre de la capital de Cantón: Shanghai, sumándose así a la tradición del pan dulce, el café lechero y la mixtura culinaria mexico-cantonesa, que hoy conocemos como cafés de chinos.
“Por increíble que parezca –agrega Emilio Chau hijo- ese pequeño local puso los cimientos para crear un centro comunitario y cultural que hoy conocemos como el Barrio Chino”.
Tras darle la vuelta a la cuadra, el Reporperro no puede negar que la esquina de Dolores e Independencia marca el inicio de 200 metros lineales de historia, porque el barrio chino es más bien pequeño, empero, ahí la cantina de El Tío Pepe (que no es china), ha estado abierta desde 1902, fecha en que se hizo la pavimentación de la calle.
Ana Lilia Cepeda, directora del Fideicomiso Centro Histórico, revisa en sus archivos y concluye que no existe ningún registro de nivelación o remozado de la calle después de ese año.
“Como parte de las renovaciones en el centro proyectadas desde el 2002, se tenía previsto la remodelación total de la calle Dolores y 19 fachadas entre enero y mayo del 2005, “pero había que empezar desde cero: Contactar a los dueños de los edificios y organizar juntas vecinales, pero lo logramos: hicimos del barrio una calle peatonal y un corredor turístico”, destaca.
Comparado con los barrios chinos de Lima, Perú, Toronto, Canadá, y ya no se diga Los Ángeles, San Francisco o Nueva York, (verdaderas reencarnaciones de territorio chino en Estados Unidos), el Barrio Chino de la ciudad de México es posiblemente el más pequeño del mundo, ya que ocupa una sola cuadra.
La leyenda relata que tras el primer tratado de amistad suscrito entre el entonces gobierno de Porfirio Díaz con China y Japón a comienzos del siglo pasado, unos 30 mil inmigrantes chinos llegaron a México huyendo de la pobreza, y la gran mayoría de ellos venían del sur, de Cantón.
Algunos de esos inmigrantes se establecieron en este céntrico barrio y allí montaron sus negocios y criaron a sus hijos, pero otros muchos se dispersaron por los estados del norte del país, en la frontera con Estados Unidos, especialmente en Mexicali, donde la “chinesca” se fortaleció a tal grado, que formaron sus propios Tongs (Familias), lo que les permitió resistir los ataques del gobierno revolucionario, el cual buscaba en realidad incautar los bienes de la próspera comunidad, más que luchar por la pureza racial.
Pero todo eso es leyenda, puesto que a diferencia de esos primeros inmigrantes, los chinos que han llegado a México en años más recientes, (unos 8 mil aproximadamente), están mejor preparados y traen consigo suficiente capital como para montar negocios y prosperar más rápidamente que sus antecesores, ya que éstos sí representan la potencia económica que es China hoy en día.
"No sabría decirle si esta mercancía es de contrabando, pero lo mismo es mercancía que viene de China o de otros países", responde Fernando ante la insistencia del perro de querer saber si lo que vende es de contrabando.
"La gente se va siempre por lo más barato y esta mercancía que trabajo (prendas de fantasía) no sólo es barata, sino que también tiene buena presentación", señala el joven ambulante, quien puso su puesto de mercancía china... en la entrada del barrio chino.
Dentro de la calle que conforma el barrio chino la gente encontrará algunos restaurantes y tiendas de recuerdos, es decir, podrán pasar una agradable tarde comiendo en la calle bajo la luz del ocaso o adquiriendo amuletos de la suerte y souvenir chinos.
Pero es entre el 21 de enero y el 19 de febrero cuando el barrio se engalana con la celebración del año nuevo chino, ya que la calle se adorna con farolillos de color rojo, flores y estandartes que ondean con felicitaciones.
Tal evento incluye bailes regionales chinos, demostración de artes marciales y lo más gustado por el público: la danza del león y el dragón.
En ésta celebración, el ambiente comienza en el atardecer y se prolonga hasta el anochecer, y lo más destacado de la celebración inicia con los abundantes fuegos pirotécnicos que alumbran la noche mientras el león chino comienza a bailar frente al restaurante que patrocina el equipo de baile; dicha danza comienza con el sonar de los tambores y gongs.
El león, que permanece recostado en el suelo, se levanta para comenzar a bailar frente al restaurante; la cúspide de la danza es cuando el león alcanza la lechuga que el dueño del restaurante ha colocado en lo alto de su entrada; el león comienza a comer la lechuga y después se adentra al restaurante bailando para brindarle suerte y prosperidad en el año que comienza.
Mucha gente toca la piel del león o del dragón para atraer la suerte; también en la creencia se dice que si te reflejas en el espejo que se encuentra en la cabeza del león obtendrás suerte durante todo el año. La celebración del año nuevo chino termina aproximadamente a las 11 de la noche con abundancia en fuegos pirotécnicos en forma de cascada que ilumina los restaurantes y el barrio, e incluso en algunas ocasiones, también se lanzan bengalas al cielo.
-¿Cuál es tu año favorito Emilio?
-El del Perro.
-Sabia respuesta.

rluengo4@hotmail.com



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