Plática con estudiantes de comunicación
Por Irene Arceo
Hablar de mi experiencia como reportera, como periodista, resultaría irrelevante si no se hace referencia a los grandes maestros de este interesante oficio que han sido nuestros guías y orientadores para conducirnos de la manera más profesional posible y hacer que nuestro trabajo sea productivo y redituable; respetable y digno.
Vivir y sostenerse económicamente de ser periodista es una tarea difícil ya que hay profesiones para las que, normalmente, se va a la universidad, se obtiene un diploma y ahí se acaba el estudio. Durante el resto de la vida se debe, simplemente, administrar lo que se ha aprendido. En el periodismo, en cambio, la actualización y el estudio constantes son la conditio sine qua non. Nuestro trabajo consiste en investigar y describir el mundo contemporáneo, que está en un cambio continuo, profundo, dinámico y revolucionario. Día tras día, tenemos que estar pendientes de todo esto y en condiciones de prever el futuro. Por eso es necesario estudiar y aprender constantemente.
Decía un amigo columnista que ser periodista es una forma de ver la vida. Y es que nosotros convivimos con esta profesión las veinticuatro horas al día. No podemos cerrar nuestra oficina a las cuatro de la tarde y ocuparnos de otras actividades. Como reportero, es indispensable conocer gente, sumergirse en culturas, investigar sucesos, aprender del mundo, tener una curiosidad inagotable y esto se logra leyendo.
Cada vez que los periodistas platicamos entre sí, lloramos en nuestros hombros por las constantes frustraciones que ponen prueba nuestra entereza. La queja es: trabajan mucho por un salario muy bajo, luego, de pronto se pierde el empleo y difícilmente se consigue otro.
DE LA VOCACIÓN Y LA ÉTICA, UN REPASO A KAPUSCINSKI
Ryszard Kapuscinski comentaba que antes, el periodismo era una misión practicada por unas pocas personas con amplios conocimientos de cultura e historia. Lamentablemente ahora ha pasado a ser una profesión de masas en la que no todos son competentes. Hoy lo tratan como una carrera más que puede abandonarse mañana, si no rinde los frutos económicos esperados.
Algunos reporteros se duermen en sus laureles por enfocarse más en el dinero a costa de la calidad. En ese sentido, conviene señalar que en los primeros pasos reporteriles es preferible centrar las miras en la calidad aunque no pueda ganarse mucho dinero. Simultáneamente no se logran ambas cosas. Si al inicio se elige ganar menos, al final el periodista sale ganador. Porque nuestro oficio no arroja resultados inmediatos. Hay que trabajar años y años. No hay que desesperarse por ganar reconocimientos. La paciencia debe ser una de nuestras virtudes.
El escritor y periodista internacional Ryszard Kapuscinski quien nació en Bielorrusia en 1932, entonces parte de Polonia y falleció el 23 de enero de 2007, maestro de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), creada y presidida por Gabriel García Márquez, recomendaba paciencia en el trayecto de esta carrera, toda vez que nuestros lectores, oyentes, telespectadores son personas muy justas, reconocen enseguida la calidad de nuestro trabajo y, con la misma rapidez, empiezan a asociarla con nuestro nombre del cual van a recibir un buen producto. Ése es el momento en que se convierte uno en un periodista estable. No será nuestro director quien lo decida, sino nuestros lectores.
Kapuscinski decía que para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser un buen hombre, o una buena mujer: buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias, su destino. Ponerse en la piel de otro, en psicología se denomina «empatía», sólo con humildad se puede comprender el carácter del propio interlocutor y compartir de forma natural y sincera los problemas de los demás.
La revolución tecnológica ha creado una nueva clase de periodista. En Estados Unidos les llaman media worker. Los periodistas al estilo clásico son ahora una minoría. La mayoría no sabe escribir. Este tipo de periodistas con poco sentido ético o profesional, ya no se hace preguntas. Antes, ser periodista era una manera de vivir, una profesión para toda la vida, una razón para vivir, una identidad.
El verdadero periodismo se fija un objetivo e intenta provocar algún tipo de cambio. Busca Informar, educar de manera que ayude a la humanidad y no fomentando el odio o la arrogancia. La noticia debe servir para aumentar el conocimiento del otro, el respeto del otro.
HEMINGWAY, MAESTRO EN LA ESCRITURA DE CONTENIDO
Los reporteros deben ser buscadores de contextos, de las causas que explican lo que sucede. La contextualización en las informaciones lo da el reportaje o la crónica. Sin esos elementos, los periódicos resultan aburridos y por ende pierden ventas y lectores. Hay que decir que el arte del reportaje o la crónica no es el fuerte de los egresados de comunicación, sino está mas vinculado a las letras y la literatura y se va a los libros porque ya no cabe en los periódicos, tan interesados en las pequeñas noticias intrascendentes y sin contexto.
La entrevista es un valioso recurso en materia de periodismo subjetivo o de interpretación porque permite al lector adentrarse en un diálogo que abre varias fuentes de información. La persona sobre la que vamos a escribir expone un brevísimo periodo de su vida a través de nosotros.
El secreto está en la cantidad de cosas que estas personas son capaces de decirnos en un primer contacto, ya que generalmente son reticentes, si no tienen un mensaje claro o inducido. El trabajo del reportero consiste en rescatar lo verdadero e interesante. Los ingleses consideran que que las relaciones se definen en los primeros segundos.
Tal impresión lo marca todo. El resto es una continuación de los contactos iniciales. Por ello son tan importantes los primeros encuentros. Como entrevistador no es recomendable la dureza, sino crear una atmósfera de confianza. Lo ideal es abrirse al diálogo pese al tipo de gente. Escuchar al entrevistado y poner de nuestra parte para entenderlo.
El gran autor estadounidense Ernest Hemingway aplicaba la Teoría del iceberg -también conocida como la Teoría de la omisión- en su estilo de escritura como reportero. Esto es, La redacción de artículos periodísticos, sobre todo para periódicos diarios, se centra en los hechos, omitiendo materia superflua y ajena.
Al convertirse en un escritor de cuentos, conservó este estilo minimalista, centrándose en los elementos de superficie, sin discutir explícitamente los temas subyacentes. Hemingway creía que el verdadero significado de un texto escrito no debe ser evidente a partir del relato de superficie, más bien, el quid de la narración tiene que residir por debajo de la superficie y traslucirse.
Hemingway, quien trabajó como periodista antes de convertirse en novelista, consideraba que la verdad a menudo se esconde debajo de la superficie de una historia. En sus artículos escribió acerca de los hechos relevantes, excluyendo el fondo. Como corresponsal en el extranjero, mientras vivía en París en la década de 1920, escribió de tal manera que reportó objetivamente sólo sobre los acontecimientos inmediatos, a fin de lograr una concentración e intensidad de enfoque, en lugar de un escenario. Tal experiencia permite que la ficción pueda basarse en la realidad.
Si un escritor en prosa conoce lo suficientemente bien aquello sobre lo que escribe, puede silenciar aspectos que conoce, así el lector tendrá de ese texto una sensación tan fuerte como si el escritor las hubiera expresado, esto cabe en los entrelineados de información. La punta de un iceberg que aparece sobre el agua es solamente un octavo de su masa sumergida y colosal.
Hemingway creía que «Si uno omite cosas o acontecimientos importantes que uno conoce bien, la historia se fortalece. Si se deja u omite algo porque uno no lo sabe, la historia no tendrá ningún valor. El periodista conoce todo el iceberg y sólo muestra la punta.
MATTELART Y EL PENSAMIENTO CRÍTICO DE LA COMUNICACIÓN
Mi generación de periodistas, ahora veteranos, se formó leyendo a Armand Mattelart quien llegó desde Bélgica a América Latina, inició sus trabajos de investigación y aportación teórica, en Santiago de Chile, y posteriormente en Argentina, Cuba, México y los principales países de la región hasta 1973 cuando el golpe militar en contra del gobierno del Presidente socialista chileno Salvador Allende lo obliga a salir abruptamente del país y buscar refugio en París, Francia.
En el último tercio del siglo XX la obra de Armand Mattelart, le proporcionó a México y América Latina otros ojos críticos para ver e imaginar la comunicación colectiva dentro de los procesos de reproducción y transformación social. Con la construcción de estos planteamientos conceptuales, Armand Mattelart introduce en la década de los 70s una muy provocadora visión teórica, política y metodológica de la comunicación en casi todas las escuelas de comunicación, cultura, sociología, ciencias políticas, economía, educación, trabajo social, lingüística, etc. de México y América Latina que dio origen a una nueva línea de análisis dentro de la sociología de la comunicación y la cultura.
Con sus aportaciones teóricas, produjo un parteaguas conceptual original que fermentó la conciencia de la comunicación en la academia latinoamericana y planteó otras preguntas e inquietudes políticas que generaron una revolución del conocimiento de la comunicación en ese período. Apoyado en una metodología marxista de interpretación de los fenómenos sociales, originó una nueva escuela de pensamiento crítico en la región que se convirtió en un eje epistemológico fundamental para analizar la comunicación latinoamericana durante varios años.
De esta forma, surgió en las escuelas de comunicación latinoamericanas un nuevo dique conceptual crítico que colocó en el lugar limitado que le correspondían a las corrientes estructuralistas y funcionalistas, norteamericanas y europeas, que reinaban en los centros universitarios de la región, y sentó las bases teóricas para pensar desde la sociología y la economía política de la información, diversas posibilidades que permitieran construir otros procesos de comunicación colectivos en nuestras sociedades.
A lo largo de su muy fecunda obra teórica, histórica, política y crítica, Armand Mattelart produce más de 32 libros como autor y coautor y cientos de artículos especializados sobre los problemas centrales de la comunicación en América Latina, Europa y en el mundo en general.
Entre sus principales obras destacan: Prefiguración de la Ideología Burguesa: Para Leer al Pato Donald, Prensa y Poder, La Ideología de la Dominación en una Sociedad Dependiente, Los Medios de Comunicación de Masas, Multinacionales y Sistemas de Comunicación, Cultura y Comunicaciones de Masa , Los Medios de Comunicación en Tiempos de Crisis, entre muchos otros interesantes títulos
Lamentablemente, a finales de la década de los años noventa, su pensamiento ha sido olvidado y desconocido por la mayoría de la academia y las escuelas de comunicación en México y en otras partes de América Latina. Por ejemplo, en la actualidad en México el 91 % de los nuevos alumnos de las carreras de comunicación al terminar de estudiar su profesión no saben quien es Armand Mattelart, el 78 % de los nuevos profesores actuales tampoco lo reconocen, y los cursos y programas de estudio oficiales de la mayoría de las escuelas de comunicación ya no incluyen en sus cursos su obra como referencia bibliográfica necesaria. Si acaso, alguno de sus últimos textos es mencionado en posgrados o diplomados.
MCLUHAN INTERCONECTA MENSAJE Y TECNOLOGIA
En nuestra formación como periodistas, no puede omitirse al filósofo, erudito y educador canadiense Herbert Marshall McLuhan quien nació el 21 de julio de 1911 y falleció el 31 de diciembre de 1980 a los 69 años. Profesor de literatura inglesa, crítica literaria y teoría de la comunicación, McLuhan es reconocido como uno de los fundadores de los estudios sobre los medios, y ha pasado a la posteridad como uno de los grandes visionarios de la presente y futura sociedad de la información. Hacia finales de la década de 1960 y principios de los 70, McLuhan acuñó el término aldea global para describir la interconexión humana a escala global generada por los medios electrónicos de comunicación. Es famosa su sentencia "EL MEDIO ES EL MENSAJE".
McLuhan quien es reconocido como una autoridad de las comunicaciones y la tecnología, trabajó en su doctorado de la Universidad de Cambridge, sobre la historia de las artes verbales (gramática, dialéctica, lógica y retórica), en el cual algunas veces utiliza el concepto en latín de trivium para destacar un orden sistemático de la visión de ciertos periodos de la historia cultural de Occidente. Sugiere que la Edad Media, por ejemplo, se caracterizó en gran medida por el énfasis en el estudio de la lógica. La clave que llevó al Renacimiento no fue el redescubrimiento de textos antiguos, sino más bien la renovada importancia que se le dio a la retórica y al lenguaje.La Edad Moderna se caracteriza por el resurgimiento de la gramática como su tema más sobresaliente.
McLuhan es el creador de conceptos muy populares en los medios de difusión masiva y la sociedad de la información, tales como la Galaxia Gutenberg, la Aldea global, la diferenciación entre medios fríos y calientes y la descripción de los medios de comunicación como extensiones de la persona.
Cuando McLuhan murió, la televisión por cable aún no era una realidad mundial, los habitantes de la 'aldea global' aún poco sabían sobre interactividad, e-books, multimedia, vídeoconferencias... pero la obra de McLuhan ha dejado un marco teórico que permite estudiar y comprender la naturaleza de estos nuevos medios que han revolucionado la historia de la comunicación de la humanidad.
A mediados de la década de los 60, McLuhan llamó por primera vez la atención del público al redefinir medios y mensajes y en ese entonces hubo quien interpretó que lo que hacía era promover el fin de la cultura del libro para propiciar la era de la televisión. Pero, en realidad, lo que hacía era advertir sobre el poderoso potencial del nuevo medio. Se sabe que en su vida privada McLuhan rechazaba a la TV hasta tal punto que le pedía a su hijo que impidiera que sus nietos la vieran. En efecto, llamó a la TV «el gigante tímido» (o la caja Idiota) y pretendía generar conciencia acerca de su enorme poder. Sostenía: Somos lo que vemos. Formamos nuestras herramientas y luego éstas nos forman.
La concepción de McLuhan era que cualquier tecnología (todo medio) es una extensión de nuestro cuerpo, mente o ser. Los medios tecnológicos son entendidos como herramientas que extienden las habilidades humanas, del mismo modo que una bicicleta o un automóvil son una extensión de nuestros pies... la computadora sería una extensión de nuestro sistema nervioso central.
Así como el medio es entendido como una extensión del cuerpo humano, el mensaje no podría limitarse entonces simplemente a contenido o información, porque de esta forma excluiríamos algunas de las características más importantes de los medios: su poder para modificar el curso y el funcionamiento de las relaciones y las actividades humanas.
En esta línea, McLuhan define el mensaje de un medio como todo cambio de escala, ritmo o letras que ese medio provoque en las sociedades o culturas. De esta forma, el contenido se convierte en una ilusión o visión, en el sentido de que éste se encuentra enmascarando la modificación del medio (la mediatización).
Medio y mensaje funcionan en pareja, comprometidos más o menos, puesto que uno puede contener a otro que contiene al discurso... y así, el contenido de cualquier mensaje resulta menos importante que el medio en sí mismo.
CANETTI: CONTROL Y PODER SOBRE LAS MASAS Y EL PÚBLICO
Para finalizar esta exposición me referiré al público: las masas. Este tema es magistralmente abordado en e l libro Masa y Poder escrito por Elías Canetti, premio Nobel de literatura en 1981 que aborda el tema de la relación entre los diversos tipos de "masa" y las estrategias de control y poder mediante las cuales los gobernantes y líderes políticos pueden dirigir a dichas masas.
La masa siempre quiere crecer y no existe ningún límite preestablecido que circunscriba el número de integrantes de una masa a una totalidad definitivamente cerrada, misma que tiene la posibilidad de estallar, convirtiéndose así en una masa abierta.
En el interior de la masa siempre reina la igualdad: las diferencias entre los individuos se diluyen en pos de la fuerza común; se trata de un cuerpo en el que todos los elementos son iguales en la medida en que están fundidos en un mismo cuerpo unificado y su proximidad y los hace sentir seguros.
La masa ama la densidad: la densidad se refiere a la proximidad anímica y puramente física de los cuerpos que integran la masa en pos de la unidad general. En la formación de una masa se invierte el temor a ser tocado por el otro, el temor a transgredir los límites individuales de la persona, con lo que aparece una formación en la que los integrantes de la masa se encuentran en constante contacto los unos con los otros sin importar el "quién" particular de cada uno de ellos.
La masa necesita una dirección: la masa "está en movimiento y se mueve hacia algo". Para la subsistencia misma de la masa y para la prevalencia del sentimiento de igualdad entre sus integrantes es fundamental que exista una meta común que esté por encima de las metas individuales de los integrantes. Esta dirección funge como elemento de cohesión de la masa siempre y cuando sea una dirección común e inalcanzada.
Canetti escribió:“Si las gacelas tuviesen religión, si el león fuese su dios, le pondrían, para saciar su avidez, entregar por propia iniciativa una gacela. Exactamente eso es lo que ocurre entre los hombres: del estado de miedo masivo deriva en ellos el sacrificio religioso. Detiene la carrera y el hambre del peligroso poder por un tiempo”.
Por todo eso, resulta tan complejo formar opinión pública inteligente, madura, informada, si las masas están dosificadas con informaciones controladas desde los esquemas de poder y económicos, para estandarizar gustos comerciales, culturales y preferencias electorales. Por todo eso insistimos, la labor de un periodista es educar, informar.
Orizaba, Ver. Universidad del Golfo de México Norte, 26 de mayo de 2015.
|