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Contemporizar para recuperar la confianza
Por Irene Arceo
Para ser gobernador, lo primero que se requiere es la confianza de la ciudadanía. Sin ese atributo, se dificulta la gobernanza. El binomio sociedad y gobierno es requisito indispensable en la función pública. La Federación y nuestra entidad, actualmente padecen una crisis de falta de confianza y credibilidad por errores de apreciación y de comunicación social. En tal caso, las efectivas e implacables redes sociales rebasaron la apolillada oficialidad informativa.
Es necesario un replanteamiento en la conducta política de los mandatarios, para recuperar la confianza antes de que sea demasiado tarde. Llegan al poder ensoberbecidos y se creen merecedores de todo: inefables y faraónicos se narcotizan con la labia de sus voraces inmediatos, pero al desgaste del sexenio, los fracasos y los golpes templan y obligan a ser humildes.
Los gobernantes deben practicar cotidianamente el diálogo y contemporizar, es decir, ponerse en el nivel del interlocutor para entender con respeto y cercanía las sentidas aspiraciones colectivas. En ese ejercicio cotidiano se escucha a la gente directamente con la participación comunitaria en el gobierno.
El día 15 de septiembre, asistí a Palacio de gobierno de Xalapa para presenciar la ceremonia del grito y el aniversario 205 años de la Independencia de México. Fue una celebración digna y llena de significados.
El palacio de gobierno de Xalapa, con su sobrio estilo neoclásico lució espléndido con iluminación de luz led en los colores verde blanco y rojo que iban alternando en secuencias cromáticas para producir sombras de columnas, escalinatas, corredores, balcones ventanales en los patios centrales y en la fuente.
Tal como lo hizo el presidente de la República en Palacio Nacional, que suspendió la cena, en el recinto gubernamental del ejecutivo estatal tampoco hubo cena, a cambio, se ofrecieron algunos deliciosos bocadillos típicos de nuestra región como pambazos, bocoles, garnachas, empanadas, agua de Jamaica, nieve de sabores y merengues.
Durante la marcial y estricta ceremonia de honores a nuestra bandera con recepción y entrega de la insignia patria por parte de elementos de las fuerzas armadas, el gobernador Javier Duarte de Ochoa, solamente estuvo acompañado por vallas de soldados vestidos con uniforme militar verde olivo, como una muestra de respeto y reconocimiento a la Defensa Nacional.
Una vez que el mandatario dio el grito en el balcón central ante miles de xalapeños -reunidos en la Plaza Lerdo, en el parque Juárez y en la calle Lucio- que ondeaban alegres banderas tricolores, los invitados entramos al salón principal para saludar al jefe del poder ejecutivo estatal.
Javier Duarte Ochoa de cerca, es un joven y alegre padre de familia que se fortalece con el orgullo de sus tres hermosos hijos y de su guapa esposa Karime, quien iba esa noche muy bonita, con su pelo cobrizo suavemente rizado y recogido con una discreta rosa rojo oscuro.
Llamó mi atención su atuendo: un sencillo y minimalista vestido largo y sin mangas, de crepé de seda color marfil con reminiscencias jarochas, que adornó profusa y exquisitamente con antiguas joyas de oro.
Al gobernador de le veía contento. La noche xalapeña lo ayudó, porque a pesar de que llovió en la tarde, para la Ceremonia del Grito con los fuegos pirotécnicos y la presentación de Pedrito Fernández y su mariachi, la gente pudo disfrutar la tranquila y bulliciosa Fiesta Mexicana sin mojarse. La organización del evento fue impecable gracias al oficio político del secretario particular y jefe de la Oficina del Gobernador, Enrique Ampudia Melo.
El mismo día 15 de septiembre el reconocido publirrelacionista León López y yo leíamos en el trayecto México- Xalapa, la entrevista textual que le realizó al gobernador veracruzano un reportero de El Universal, donde el mandatario niega que él o su gobierno estén detrás de alguno de los 12 asesinatos de periodistas que se han registrado en la entidad y asegura no tener nada que ver con los homicidios del fotorreportero Rubén Espinosa y de la activista Nadia Vera, quienes junto con otras tres mujeres fueron asesinados en un departamento de la colonia Narvarte, en la ciudad de México, el pasado 31 de julio, ya que desde que se supo del asesinato de Rubén Espinosa, en redes sociales y algunos medios de comunicación se hizo un juicio inmediato en el que el gobernador Duarte era señalado como culpable.
“Es claro y evidente que no tengo absolutamente nada que ver con este caso. Esto evidentemente, por los datos duros, tiene que ver con otras acciones que no tienen que ver con el ejercicio periodístico, ni profesional al cual Rubén Espinosa se dedicaba. Yo creo que es una situación lamentable”, dijo el gobernador a El universal.
Duarte de Ochoa aseguró que e l caso Narvarte ha cobrado relevancia en el Distrito Federal y tiene menos en la sociedad veracruzana y afirma: no es un tema que me preocupa, no es algo que me vaya a marcar. ¿Por qué? Pues porque no tengo absolutamente nada que ver. Ojalá y el caso Narvarte fuera mi principal problema, tengo problemas mucho mayores”.
Explica que de los 12 casos de periodistas asesinados ocho han sido atraídos por la Procuraduría General de la República (PGR), pues las investigaciones conducen hacia elementos relacionados con el crimen organizado.
En otros tres, investigados en el fuero local, hay detenidos sujetos a proceso y en otro, el más reciente, la indagatoria se encuentra en curso. Sin embargo, resalta que en ninguno hay algún elemento que haga presumir la intervención de su administración o del propio gobernador en los crímenes.
Señala:“Todo mundo ha hablado de las muertes de periodistas en Veracruz, pero en ninguno de los casos ninguno de los periodistas ha publicado, ha escrito o ha generado alguna nota o comentario que vaya en contra de mi administración ni de mi persona, es decir, en ninguno de los casos hay una vinculación directa del móvil que tenga que ver con mi gobierno y la situación que lamentablemente privó de su vida a esos periodistas.
En ninguno de los casos existe un tema que tenga que ver con la participación del gobierno que me honro encabezar ni, por supuesto, de un servidor. Lo que sí existe, y ese es el único nexo que me une a estos lamentables acontecimientos, es que se suscitaron en el tiempo en que yo soy gobernador del estado”.
Al respecto, el diputado federal por Tuxpan Alberto Silva Ramos, esa noche en Palacio, señaló que la entrevista de Duarte con El Universal mereció muy buenos comentarios del coordinador parlamentario del PRI en la Cámara de Diputados, César Camacho Quiroz por su valentía y precisiones.
Eso, dentro del PRI, porque afuera y en redes sociales los comentarios hacia el gobernador Duarte de Ochoa son en su mayoría ofensivos y groseros. Y es que el anonimato del internet facilita que, generalmente las personas critiquen a los demás, empoderados tecleando una lap, o divertidos con el modelo mas reciente de celular, aplicando lo último del mensajeo, entonces, trazan su aportación mediática: se envalentonan y despotrican viralmente para aplaudir o condenar de acuerdo a emociones momentáneas, sin consideración, reparo ni educación.. Justo es decir que enfrentar una responsabilidad pública, implica un riesgo y merece un respeto institucional, sino existe esa relación de confianza se dificulta la gobernabilidad.
Cierto, el gobernador del Estado, Javier Duarte enfrenta muchos problemas, entre ellos, el endeudamiento. El 17 agosto pasado, en conferencia de prensa en Sala de Banderas de Palacio de Gobierno, reconoció que Veracruz está endeudado por 44 mil 470.8 millones de pesos, más un pasivo circulante por restructuración de la deuda que ya existía, de la administración pasada, donde él fue titular de la Secretaría de Finanzas, y desde ahí impulsó la bursatilización de participaciones. Aparte, el gobierno Veracruzano tiene otros adeudos, producto de la contratación de servicios, proveeduría y construcción de infraestructura.
Duarte resaltó que el endeudamiento de Veracruz está apegado a la legalidad, ya que ha sido aprobado por el Congreso del Estado, y se ha registrado puntualmente ante la SHCP y, en comparación con otros estados, “ocupamos el décimo lugar en grado de endeudamiento, como porcentaje de afectación de las participaciones federales. Nuestra deuda equivale al 4.4 por ciento del PIB”, en ese contexto, aseguró que en el caso de Veracruz, calificadoras como HR Ratings, Moodys y Fitch Ratings y ARegional, han aprobado a la entidad en el manejo de la deuda.
Respecto a los pagos atrasados que tienen irritados a los diversos acreedores, Duarte dijo que “se están atendiendo estos pasivos, y una vez cotejados están siendo liquidados de conformidad a un calendario de pagos correspondiente al flujo de nuestros ingresos y aclaró: “ no se quiera confundir la deuda pública con la operación diaria del Gobierno; quienes dan cifras que no tienen ningún sustento, lo único que demuestran es su desconocimiento en la materia, o su interés en un posicionamiento político a costa de desprestigiar a las instituciones del estado”.
La noche del Grito en Xalapa, Duarte estuvo arropado por su familia, por la diputación federal veracruzana, por el Ejército y la Marina, por la Iglesia, y por un pueblo fiel y animoso que adora festejar las Fiestas Patrias. De sus dos años restantes, queda: lidiar con los tozudos aspirantes a sucederlo entre fuego amigo y furia opositora; la permanente y férrea presencia de ex gobernadores y empresarios imponiendo sus intereses en la región; la difícil situación de inseguridad pública en el estado con focos rojos en violencia y asesinatos; la frágil relación con el gobierno federal que descuida a los estados por su relajada y distraída política interior….
Con todo eso y más, Javier Duarte, tendrá que sacar fuerza para resistir de pie hasta enero del 2017 como gobernador de Veracruz, un cargo que, le ha tocado difícil y sin embargo dice: “trato de honrar todos los días”.
México D.F. Septiembre de 2015 |
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