Octaviano Lozano Tinoco

El primer debate entre los candidatos a la presidente de Estados Unidos, John McCain y Barak Obama, dejó nítidamente claro que los imperios no se democratizan y  su lenguaje sólo buscan perpetuar la hegemonía estadounidense.

Ambos políticos hablaron de matar a un hombre, en este caso Osama Bin Laden, atacar a una nación, Irán, y mantener la ocupación militar en Afganistán e Irak.

Pese a tener como tema la política exterior ni McCain ni Obama tocaron el tema de América Latina, su región más próxima.

Sólo McCain mencionó a los presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y Cuba, Raúl Castro, para ubicarnos en el mismo perfil político que el mandatario de Irán, Mahmud Ahmadineyad.

En medio de una de sus peores crisis económica de los últimos tiempos, a los candidatos les faltó autocrítica y dejaron claro que no hay marcha atrás e intentaran mantener  su política de expoliación a nivel global.
El slogan del “cambio” que pregona Obama se vino abajo. El hecho de que sea un ciudadanos de las minorías negras no representa nada.

Obama se va vuelto “blanco” y el establishment estadounidense lo ha absorbido. El cambio que pregona es de papel, porque mantiene como objetivo mantener la guerra y la muerte como política exterior.

De McCain es poco lo que se puede decir, porque representa el sector conservador y militarista que ha gobernador Estados Unidos en los últimos ocho años.

Ante todo esto es claro que los imperios no se democratizan, aunque la gente vaya a votar a las urnas, porque eso se convierte  en el gran show de la política.

Octaviano Lozano Tinoco

Como sucediera hace casi 20 años con la desaparición de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas hundida en la resaca de su invasión a Afganistán, la corrupción en la clase política y el desfalco que trajo consigo la carrera armamentista, Estados Unidos vive hoy su “Waterloo” de similares características.

En su paso por su peor crisis económica, desde 1929, nuestro vecino del norte también sufre una debacle política y moral, que con la carretada de 700 mil millones de dólares que se le piensa inyectar a su casino económico de Wall Sreet no podrá superar.

Los ocho años de George W. Bush en la Casa Blanca consolidaron la perversión política de una superpotencia que lanzó una guerra injusta contra Irak para controlar sus recursos petroleros y mantiene la invasión de la OTAN en Afganistán en su loca carrera contra el terrorismo.

Al fin Washington se está mordiendo la cola y ha cimentado el fin de un imperio que profesaba la fe ciega en el libre intercambio de mercancías y del mercado como el regular social de las controversias.

Hoy con la caída de su sistema financiero y la quiebra técnica de su casino de Wall Sreet se rompen esos dogmas económicos y el Estado como regulador del bienestar social se instalar nuevamente en la esfera de las decisiones políticas.

En el mundo hay más de mil millones de personas pobres que no alcanza a cubrir sus necesidades mínimas, el cambio climático pende como Espada de Damocles sobre toda la humanidad, los conflictos por los energéticos incendia las ambiciones de los dirigentes políticos y aumentan las carencias en salud y educación, por lo que urge replantear cómo resolver esos graves problemas.

Estados Unidos debe dejar de ser la única potencia en nuestro planeta producto de esta crisis y plantear las soluciones de manera multilateral. Desarmar a Washington y someterlo a disciplina económica y al respeto del orden internacional es una oportunidad única que da a los países la debacle estadounidense.

Los retos están la mesa y la humanidad debe tomar las decisiones que permitan quitarle las garras al imperio

Octaviano Lozano Tinoco

Hoy en que la disputa por el control del narcotráfico se esparce como reguero de pólvora en distintos puntos del país, se alzan voces para que Estados Unidos haga su parte, además de los 1,300 millones de dólares en apoyo bélico que contiene la Iniciativa Mérida.

El epicentro del conflicto, por la intensidad de los enfrentamientos y número de bajas, se localiza en la zona fronteriza entre Texas y Tamaulipas.

En esa zona se busca que las fuerzas de seguridad estadounidenses hagan su parte, para frenar la violencia que se vive en México.

Sin embargo ese reclamo no es nuevo y está siendo analizado por Estados Unidos, en caso de que la situación se salga de control.

En 1996 Caspar Weinberger, exsecretario de Defensa de 1981-1987  durante la presidencia de Ronald Reagan, fue autor, junto con Peter Schweitzer, del Instituto Hoover, del libro titulado The Next War (La próxima guerra), donde analiza varias situaciones hipotéticas en que podría darse una próxima guerra de los Estados Unidos, una de ellas contra México.

De acuerdo con el ejercicio un ficticio presidente mexicano de nombre Lorenzo Zapata, amigo de Estados Unidos, es asesinado, y ocupa su lugar Eduardo Francisco Ruiz, carismático profesor universitario "formado por jesuitas" y sumido en las ideas de Nietzsche y Hegel.

De acuerdo con el libro Ruiz emprende una reforma agraria y nacionaliza la banca y los seguros, ahuyentando a los inversionistas extranjeros y causando una grave depresión económica, que ocasiona el éxodo de un millón de refugiados al mes hacia Estados Unidos.

Además, Ruiz está en la nómina de grupos narcotraficantes que inundan de drogas

a territorio estadounidense

El presidente de Estados Unidos ordena una invasión para derrocar a Ruiz —y, claro, asegurar los yacimientos petrolíferos— convencido de que los soldados estadounidenses serán recibidos como libertadores.

En los jugos de guerra de  Weinberger,  en su apartado sobre la “Operación Azteca” donde explica la hipotética invasión estadounidense a México, el ingreso de tropas sería por Tamaulipas, que en estos momentos  cumple con algunas de las premisas expuestas en ese documento para el avance de los uniformados yanquis: inestabilidad y violencia generada por el narcotráfico.

Octaviano Lozano Tinoco

Con un discurso que también mata y alienta a no explicar nada para ubicarlo todo en la línea del miedo y la venganza, Calderón entró por fin en la dinámica que buscaba al focalizar los problemas de inseguridad en México en la “guerra” contra el “narcoterrorismo”.

Desde el altar a la Patria, en su perorata  Calderón metió en una misma cazuela a los “enemigos” y opositores en su intención de poner de rodillas al país.

Dijo que “todos los mexicanos, sin importar creencias, sin importar posiciones ideológicas, tenemos que unirnos en el repudio completo a estos cobardes atentados. El pueblo de México, particularmente en estas fechas tan significativas, habrá de mantenerse unido ante quienes quieren vernos divididos”.

Envuelto en los deleznable hecho sangrientos ocurridos en la plaza Melchor Ocampo, de Michoacán, donde la noche del 15 de septiembre desconocidos arrojaron a la multitud que festejaba las fiestas patrias dos granadas de fragmentación, matando a siete personas e hiriendo a un centenar, Calderón pretende salvar su gobierno.

Comentó que “son actos cobardes que muestran su verdadero rostro, el rostro de enemigos de México, que de la manera más miserable siegan la vida de personas indefensas, actúan contra familias inocentes que al igual que millones de mexicanos celebran en paz y con orgullo nuestra fiesta nacional”.

No le importaron los más de dos mil 877 asesinatos ocurridos en México en lo que va del año, ni los recientes  24 ajusticiados y aventados en los parajes de la Marquesa, Estado de México.

Muchos de los cuales, según reportes de prensa, eran albañiles, jardineros y veladores de Tlaxcala y Veracruz.

Sin embargo, de acuerdo con lo dicho por Calderón esos son traidores a la patria y criminales sin nombre.

Excesos verbales propias de la colombianización en México y la puesta en marcha de la llamada “seguridad democrática”, que impulsa en Colombia el presidente paramilitar Álvaro Uribe Vélez.

En los próximos días Calderón y su ídolo político, Uribe, se reunirán en Nueva York, en la sesión de la ONU, para presentar un pronunciamiento contra el “narcoterrorismo” en América Latina.

Pero ¿a que se le llama seguridad democrática?, pues llanamente a administrar el caos y permitir que esa tarea deje como resultado altos niveles de aceptación popular.

El señor Uribe no a concluido con las FARC ni con la exportación de droga, que sigue siendo una industria de altos niveles de existo en Colombia.

Además, comete actos ilegales, como bombardear un país vecino, como Ecuador y matar mexicanos, y eso le da puntos y aceptación.

En Colombia todos los funcionarios públicos, jefes del ejército y policía pueden ser enjuiciados, pero a la hora de la hora se les encuentra sin culpa y tienen un nuevo alo de impunidad. De esta manera, envueltos en el sistema democrático el gobierno mafioso colombiano se limpia.

Eso se quiere imponer en México donde cualquier decisión política puede tomarse, incluso ilegales, para acabar con los traidores a la patria.

Esa es la “seguridad democrática” de chisguete que nos hará vivir en una sociedad de espías y donde todos seremos presuntos culpables de oídas.

Octaviano Lozano Tinoco

En el pozo de amor a todas horas,
inconsolable, a gritos,
dentro de mi, quiero decir, te llamo,
te llaman los que nacen, los que vienen
de atrás, de ti, los que a ti llegan.
Nos morimos, amor, y nada hacemos
sino morirnos más, hora tras hora,
y escribirnos y hablarnos y morirnos.
 
 Hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero soy duro con él,
le digo quédate ahí dentro, no voy
a permitir que nadie
te vea.
 
Y esas difíciles
Palabras
Que siempre temí
Decir
Pueden decirse
Ahora:
Te amo.
 
Amar es combatir, si dos se besan
el mundo cambia, encarnan los deseos,
el pensamiento encarna, brotan las alas
en las espaldas del esclavo, el mundo
es real y tangible, el vino es vino,
el pan vuelve a saber, el agua es agua,
amar es combatir, es abrir puertas,
dejar de ser fantasma con un número
a perpetua cadena condenado
por un amo sin rostro;
                              el mundo cambia
si dos se miran y se reconocen,
amar es desnudarse de los nombres:
"déjame ser tu puta", son palabras
de Eloísa, mas él cedió a las leyes,
la tomó por esposa y como premio
lo castraron después.
 
Tenía tanta necesidad de que me amaras,
que nada más llegar te declaré mi amor.
Te quité luces, puentes y autopistas,
ropas artificiales.
Y te dejé desnuda, inexistente casi,
bajo la luna y mía.
 
Ustedes cuando aman
exigen bienestar
una cama de cedro
y un colchón especial,
nosotros cuando amamos
es fácil de arreglar
con sábanas qué bueno
sin sábanas da igual.
 
Ustedes cuando aman
calculan interés
y cuando se desaman
calculan otra vez,
nosotros cuando amamos
es como renacer
y si nos desamamos
no la pasamos bien.
 
Yo ya no lloro,
excepto por aquello que algún día
me hizo llorar:
los aviones que proclamaban
que todo había terminado;
la estación amarilla diluida en la noche
en la que coincidían, tan sólo unos instantes,
el tren que partía hacia el norte
 
Creo que sospecharás esto que ocurre,
como yo te presiento a la distancia en tu ciudad,
volviendo del paseo donde quizá juntases
la misma florecita, un poco por botánica,
un poco porque aquí,
porque es preciso
que no estemos tan solos, que nos demos
un pétalo, aunque sea un pasito, una pelusa.
 
Espero que te enamores, tan locamente,
de una caja de hierro,
que no puedas dejar, ni por un solo instante,
de lamerle la cerradura.
  
Desnudamos a las palabras
nos entregamos con el ritual de las letras
y parimos poesía con cara de protesta
porque el amor es lucha
y toda poesía es hostil al neoliberalismo.
 
Así como del fondo de la música
brota una nota
que mientras vibra crece y se adelgaza
hasta que en otra música enmudece,
brota del fondo del silencio
otro silencio, aguda torre, espada,
y sube y crece y nos suspende
y mientras sube caen
recuerdos, esperanzas,
las pequeñas mentiras y las grandes,
y queremos gritar y en la garganta
se desvanece el grito:
desembocamos al silencio
en donde los silencios enmudecen.

Octaviano Lozano Tinoco

Mientras el mundo recuerda el golpe de Estado de 1973 en Chile, que arrebató al pueblo un gobierno legítimo, y los atentados  de 2001 en Estados Unidos alentados por las agresiones "gringa" en todo el mundo, en México la divisa de la supuesta guerra contra el narcotráfico se desdibuja como si fuera la película de Juan Orol “Gángsters contra Charros”.

Ahí el  gángster Johnny Carmenta se tiene que enfrentar a Pancho Domínguez, el charro del arrabal, quien ha impuesto su ley en la ciudad. La rumbera Rosa transita del gángster al charro, encendiendo la ya de por sí enconada rivalidad entre ambos.

La joya la puso el diario EL Universal quien publicó, el 10 de septiembre de 2008, la siguiente nota:

“El nombre de Lorena González Hernández se escribe con doble D mayúscula, de "Dura, Durísima". Así la describen los investigadores de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, que no han logrado doblarla. Prácticamente no ha hablado nada desde que la detuvieron el domingo pasado. En esos primeros momentos la empezaron a interrogar y les dijo que hace tres meses había comprado una casa y un automóvil”.

De acuerdo con la nota, la supuesta implicada en la Banda de la Flor -ligada en el secuestro del joven Martí-,  se resistió a declarar  y por su negativa le dan mamporro en la cabeza, a lo que ella con desprecio les reitera que no les dirá anda.

Además, les instruye, que se tortura con una bolsa de plástico colocada en la  cabeza.

Historias que no dan claridad sobre lo que pasa en la supuesta lucha contra la criminalidad.

Esto se suma a la imagen de televisión de un padre que llora en público por la liberación de su hija, secreto que tuvo guardado por un año, pese a ocupó un cargo importante en el gobierno de Vicente Fox.

¿Qué pasa en la supuesta lucha contra la delincuencia? ¿ Hasta dónde es un show mediático para incrementar el miedo y una confrontación verdadera?

Hoy cuando las voces de la derecha apuntan su dedo flamígero contra AMLO y lo acusan de “fraguar un golpe de Estado” contra Calderón, por oponerse dentro de la lucha cívica y no violenta contra la privatización del Pemex, es preciso recordar si anteriores presidentes de México debieron renunciar o no a sus cargos por ineficientes y corruptos.

Aquí se plantea la revocación del mandato y no se intenta espantar con el petate del muerto  de ¿qué le pasaría a México si renunciara quien detentan el poder Ejecutivo? ni se busca romper el orden constitucional (¿?) con una asonada, sino utilizar las “herramientas de la democracia” para sacar de Los Pinos a quien no esté cumpliendo con sus promesas de campaña.

No tocaremos en este escrito a quien se hizo llamar el Presidente del Empleo ni quien prometió acabar con la inseguridad y se invistió como el futuro dignatario que no representaba un peligro para el país.

Empezaremos con Gustavo Díaz Ordaz, presidente de 1964 a1970, quien se hizo responsable de la matanza de 1968 y la posterior represión argumentando que luchaba contra el comunismo. ¿Debió haber presentado su renuncia?¿Debió haber terminado su mandato? ¿Sirvió al país o ha otros intereses? ¿Es también responsable de la actual tragedia nacional?

Luis Echeverría Àlvarez, mandatario de 1970 a 1976. El 10 de junio de 1971 tuvo lugar una manifestación estudiantil en la Ciudad de México en apoyo a los estudiantes de Monterrey. Estos fueron recibidos por un grupo paramilitar al servicio del estado llamado "Los Halcones". El presidente se desligó de los hechos y pidió la renuncia del Jefe del Departamento del Distrito Federal. Estos hechos se conocieron con el nombre de “El halconazo” o la matanza del Corpus Christi.

Durante su sexenio operó la llamada Guerra Sucia, durante la cual una gran cantidad de personas fueron torturadas y desaparecidas. Murieron los guerrilleros Genaro Vázquez y Lucio Cabañas.

Se desató también una ola de secuestros y asaltos a bancos por grupos guerrilleros de izquierda. El caso más famoso fue el intento de secuestro y asesinato del empresario regiomontano, Eugenio Garza Sada, el secuestro de uno de sus secretarios y de su suegro.

José López Portillo, de 1976 a 1982, despilfarró la riqueza petrolera  por tomar decisiones arbitrarias y financieramente ineptas que detonaron la crisis más severa en la historia de México desde la época revolucionaria, no sólo repitiendo, sino exponenciando los errores del periodo echeverrista. La famosa paridad peso-dólar de 12.50, que duró mas de veinte años, sufrió una devaluación catastrófica.

El llamado Jolopo enriqueció a su familia y designó como jefe de la policía a un nefasto funcionario, llama Arturo Durazo Moreno, quien sólo multiplicó la corrupción en el cuerpo policiaco.

Miguel de la Madrid Hurtado, de 1982 a 1988, permitió que entraran al poder los neoliberales educados en Estados Unidos y nos dejó como herencia a Carlos Salinas de Gortari. Permitió el fraude de 1988 que sigue provocando inestabilidad en el país.

Carlos Salinas de Gortari, 1988 a 1994, el presidente más nefasto y oscuro de la historia nacional reciente, que sólo hundió en la miseria y el atraso al país. Sólo lo quiere Carlos Slim al que le vendió Telmex y lo catapultó a las grandes ligas de los hombres supermillonarios en un pueblo de jodidos. Le estallò el levantamiento del EZLN en Chiapas, cuando festejaba la puesta en marcha del TLC con Estados Unidos y Canadá. Al dejar el poder  corrió la sangre por todo el país, desde cardenales hasta políticos.

Ernesto Zedillo Ponce de León, de 1994 a 2000, llegó el poder tras el asesinato de Luis Donaldo Colosio Murrieta y sólo causó el llamado error de diciembre. Zedillo y Salinas se culparon mutuamente de la crisis. La libre flotación peso-dolar ocasionó una fuga masiva de divisas ante la situación política del país.

El precio del dólar incrementó cerca del 300 por ciento, provocando la quiebras de miles de compañías, desempleo y que muchos deudores se vieran impedidos de pagar sus deudas. El gobierno de Zedillo ideó el Fondo Bancario de Protección al Ahorro, para apoyar a la banca nacional contra los deudores. Se salvó gracias a dos préstamos que le hizo el presidente de Estados Unidos Bill Clinton de un total de $20 mil mdd.

Vicente Fox Quedasa, de 2000 a 2006, en el llamado “gobierno del cambio y la transición hacia la democracia” aumentó el narcotráfico, la corrupciòn y la destrucción del Estado mexicano. Fox asumió la presidencia con uno de los índices de popularidad más altos en la historia reciente de México. Sin embargo, muy pronto su popularidad se fue minando por su torpeza y su incapacidad para entender cuantos era dos más dos. En su sexenio se incrementó la negligencia política y se amparo en su mujer, Marta Sahagún, para gobernar, en lo que se llamó “la pareja presidencial”.

Hombre sin voluntad y actuando a la buena de Dios, Fox dejó un país dividido y a punto del conflicto. Hoy el vaquero vive muy plácidamente en su rancho en San Cristóbal, Guanajuato, sin que la ley le toque un pelo.

Ante esos datos, uno pregunta ¿es buena idea plantear ante el Congreso la revocación del mandato, para así quitarnos a los alacranes, alimañas, sanguijuelas, tepocatas y víboras prietas que por ambición llegan a Los Pinos?

Octaviano Lozano Tinoco

En estos últimos días la frase “si no pueden que renuncien”, para enfrentar la violencia, va carcomiendo las entreñas de un gobierno que no lograr consolidar su poder.

Ante ello, Calderón  busca vacunarse blandiendo la bandera de ser un líder del ejecutivo democrático y comparte responsabilidades en el “combate” a la inseguridad con gobernadores y presidentes municipales, así como procuradores estatales y policías locales.

En esa tarea de buscar deslindar al residente de Los Pinos de la frase se suman diarios nacionales, como El Universal que publica, el 4 de septiembre de 2008, una misteriosa nota – apoyada por “fuentes y documentos” en poder del citado periódico-, donde se afirma que uno de los principales capos del narcotráfico mexicano estuvo vinculado para el trasiego de droga con una aerovane utilizada por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos en el traslado ilegal de presos entre 2005 y 2006 a la base militar de Guantánamo.

Deja entrever la nota que este personaje vuela más alto y sus contactos están fuera del gobierno mexicano y las instituciones nacionales, que lo persiguen.

En lo escrito se habla de Guantánamo, prisioneros de El Kaida (La Base), Irak, de vuelos secretos, que sólo buscan perfilar la omnipresencia de este personaje del nivel del mítico Osama Bin Laden.

Sin embargo, la rueda ya empezó a girar desde que el empresario Alejandro Martí –padre del joven Fernando asesinado por sus secuestradores- en el Consejo de Seguridad Pública afirmara “si no pueden renuncien, pero no sigamos usando las oficinas de gobierno, no sigan recibiendo un sueldo por no hacer nada porque eso también es corrupción”.

El primer pistoletazo lo dio el presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), José Luis Soberanes Fernández, quien pidió que “se realice una limpia en todas las instituciones de seguridad pública y de procuración de justicia, porque el crimen organizado se ha infiltrado en ellas; mientras eso no se haga, todas las acciones que se emprendan en materia de seguridad serán inútiles”.

Al  crear un frente común entre los organismos públicos de defensa de los derechos humanos –en el que participan 28 comisiones estatales y la CNDH– para vigilar que se cumplan las acciones del Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad, el ombudsman nacional dijo que si para el primero de diciembre, cuando se cumplan 100 días del acuerdo referido –y dos años del gobierno de Calderón–, no hay resultados de las 75 acciones anunciadas, las comisiones del país “demandaremos su cumplimiento. Si para esa fecha no hay avances sustanciales, que renuncien los funcionarios responsables, y como lo dijo el señor Martí, los que fueron incapaces de cumplir que renuncien y que venga gente capacitada que quiera hacer su trabajo, y no simple y sencillamente tapar todo con el velo de la corrupción”.

Más allá de lo que se diga de otros colores políticos, ¿dónde estará Calderón cuando se le pida su renuncia desde el frente que lo llevó al poder al no detener la violencia?

A no ser que la administración busque mantener altos los niveles de violencia para que le reditue puntos de aceptación en las encuestas, como es el caso colombiano, donde los actos ilegales del presidente Àlvaro Uribe Velez provoca que se rompan los niveles de apoyo popular al mandatario.

Octaviano Lozano Tinoco

La marcha ciudadana contra la “inseguridad” por las calles de la capital la tarde del sábado pasado, donde se pudo saber que incluso hubo el “supuesto” pago de un secuestro en pleno Ângel de la Independencia, dejó como resaca la frase: “si no pueden renuncien”.

En el mismo tono del que se “vayan todos” de diciembre de 2001 en Argentina, cuando el gobierno del defenestrado presidente Fernando de la Rúa, causò la crisis grave económica en ese país suramericano y la gente salió a pedir a los bancos su dinero, hoy nace en México otra frase.

Si bien es cierto que esas palabras de manera irresponsable se quieren confeccionar a Marcelo Ebrard, jefe del gobierno capitalino, a la frase le pueden salir alas y quedar perfecto a otro funcionario público, que sufre raros accidente de bicicleta.

“Si no pueden que renuncien y se vayan todos”, porque este paìs ya no aguanta más corrupción y malos manejos. Un acto violentos no sólo es asesinar, sino también pagar sueltos de hambre e incrementar al pueblo los productos de primera necesidad.

“Si no pueden que renuncien y se vayan todos”, porque un acto violento tambièn es ver los programas de televisión abierta y permitir que los dueños de los canales se crean jerarcas de la conciencia nacional.

“Si no pueden que renuncien y se vayan todos” porque permitir que los grandes empresarios amansen fortunas descomunales sólo causa más pobreza en la gente.

“Si no pueden que renuncien y se vayan todos”, porque la seguridad no se logrará con más policías ni leyes cruentas, sino con educaciòn, seguridad social y respeto al pueblo.

“Si no pueden que renuncien y se vayan todos” porque para que existan grandes carteles del narcotráfico debe haber una red de protección “de traje y corbata”, peinada y perfumada.

“Si no pueden que renuncien y se vayan todos” para reconstruir este país desde sus cimientos.