* EL HOMBRE DE CANTARELL
Por Alfonso Fernández de Córdova M.
MEXICO, DISTRITO FEDERAL, 26 de abril de 2011.- El artífice de Cantarell, la sonda petrolera de Campeche, del auge petrolero de 1976 a 1981 y primer perforador marítimo mexicano, ingeniero Jorge Díaz Serrano, dejó de existir el lunes 25 de abril de 2011, a la edad de 90 años, en casa de su hija María Elvia, en la colonia Condesa de la Ciudad de México.
El martes 26, a las 12.00 horas, recibió un homenaje póstumo de cuerpo presente muy emotivo con la asistencia de más de mil personas reunidas al pie y en los pisos de la Torre de PEMEX, en la avenida Marina Nacional de la capital mexicana.
Hicieron uso de la palabra Carlos Romero Deschamps, líder del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana, y Juan José Suárez Coppel, director general de PEMEX, en presencia de su viuda Helvia Martínez Verdayes, los hijos de Díaz Serrano, Jorge, Emilio, Ricardo, Fernando, María Elvia y Laura Elena Díaz Cervantes, un centenar de amistades, así como cientos de ex compañeros, empleados y trabajadores de la empresa atestiguaron el sentido acto.
Un paro cardíaco puso fin al sufrimiento que le originó un infarto por coágulos alojados en la base del cerebro, la diabetes y otras complicaciones que le impidieron volver a sus actividades normales y caminatas tempraneras alrededor de su casa en la Colonia Anzures, donde vivió hasta marzo del 2010.
¡Diana Cazadora está triste y llora al fiel y noble compañero con el que ejemplificó una verdadera historia de amor en más de cincuenta años!
Helvia Martínez Verdayes, su esposa por lo civil y religioso, empezó a recibir las condolencias de amistades, familiares y ex compañeros del ingeniero Díaz Serrano, en la capilla Bretaña del Panteón Francés de San Joaquín, en la calzada Legaria.
Díaz Serrano y Helvia Martínez fueron padrinos del diario digital Reportajes Metropolitanos y convivieron en los tres primeros aniversarios (2007-2009) con la directora Elvia Andrade Barajas, personal de diseño electrónico y colaboradores de todas las secciones, en el Museo de la Caricatura, en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
Jorge Dìaz Serrano y su esposa Helvia Martìnez Verdallez, Juan Ignacio Aranda y esposa; padrinos del Primer Aniversario de www.reportajesmetropolitanos.com.mx , acompañados de parte del equipo de RM: Octavio Lozano Tinoco, Elvia AndradeBarajas, Minerva Lòpez M., Alfonso Fernández de Córdova M. y Mònica Martìn.
El ingeniero Jorge Díaz Serrano, quien llevó a México, en sólo cuatro años y medio, del dieciocho al cuarto lugar mundial entre los productores de petróleo, en 1981, se debatió entre la vida y la muerte a partir del 8 de marzo de 2010, cuando fue internado en el hospital inglés ABC, donde un equipo de médicos especialistas lo atendieron del infarto en la base del cerebro donde quedaron alojados los coágulos que lo mantuvieron inconsciente varios meses.
En la víspera del LXXII aniversario de la Expropiación Petrolera, el ex director de PEMEX estuvo acompañado en su lecho de dolor por su esposa Helvia Martínez Verdayes, quien guardó -cincuenta años- el secreto de modelar para la escultura de la Diana Cazadora, obra del escultor Juan F. Olaguíbel y el arquitecto Vicente Mendiola, fuente ubicada en Paseo de la Reforma y Río Misisipi, y para la figura femenina de la fuente de Petróleos, en la confluencia de Paseo de la Reforma y Periférico.
Los hijos del primer matrimonio de Díaz Serrano, Emilio, Jorge Roberto, Ricardo Martín, Fernando, María Elvia y Laura Elena Rafaela Díaz Cervantes, y sólo algunos amigos -de los cientos que tuvo- lo visitaban y estaban atentos de su evolución. Carlos Martínez Rodríguez, inseparable y leal secretario en más de veinte años, permaneció a su lado hasta el último momento.
Jorge Díaz Serrano nació el 6 de febrero de 1921, en Nogales, Sonora, en el seno de una familia de clase media. Su padre fue ingeniero agrónomo y fue delegado del Departamento Agrario en Sonora, Sinaloa, Nayarit y Guanajuato, por lo que la familia tuvo que mudarse a distintas ciudades y a Jorge le tocó estudiar el sexto grado de primaria en una escuela al pie de la Alhóndiga de Granaditas, junto con los hijos de otros empleados y de trabajadores mineros guanajuatenses, principalmente.
Al elegir libremente su carrera, le dijo a su padre que deseaba ser mecánico, por lo que acudieron con su tío el ingeniero y constituyente en 1917, Juan de Dios Bojórquez, quien a la sazón era secretario de Gobernación, para ayudarlo a ser admitido en el Instituto Técnico Industrial, paso previo para ingresar, becado por el Presidente Cárdenas, a la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (ESIME) del Instituto Politécnico Nacional, donde se tituló en 1941 y su primer trabajo fue en la Comisión Nacional de Irrigación.
De 1943 a 1945 disfrutó de una beca para especializarse en Estados Unidos, en la construcción y pruebas de motores diesel, al tiempo que practicar y mejorar el idioma inglés. Terminada la Segunda Guerra Mundial aprovechó su experiencia y relaciones y obtuvo empleo durante quince años en la empresa Fairbanks Morse and Company que abrió una oficina de representación en México, dedicada a la venta de básculas, bombas y motores diesel para locomotoras, barcos y la industria petrolera.
El intenso y especializado trabajo fue compensado con altos ingresos mismos que le permitieron en 1952 empezar a formar sus propias empresas inclinándose cada día hacia la exploración de petróleo. En 1962 hizo las primeras perforaciones en el mar, en la costa de Tabasco.
Durante más de veinticinco años, a la par de sus éxitos profesionales como contratista, vendedor de maquinaria y financiero de sus proyectos, la vida lo empujó a los lujos, caprichos, guapas mujeres, música y licores internacionales hasta que su cuerpo no soportó el ritmo alcohólico y lo demandó con una hepatitis y luego una pancreatitis, en 1968, por lo que estuvo internado en hospitales casi todo el año y desde entonces se apartó de la “dolce vita” y no volvió a fumar ni tomar ni tener diversiones insanas. Se dedicó al ejercicio físico y caminar diariamente una hora en las cercanías de su casa y llevar una vida ordenada y metódica en dietas y líquidos.
En 1972 ingresó a la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, donde estudió Historia del Arte y en 1974 emprendió la maestría en Historia de México. A fines de 1975 y principios de 1976 renunció a sus negocios para dedicarse a la política.
De diciembre de 1976 a junio de 1981, fungió como director de Petróleos Mexicanos, lapso en que colocó a México como cuarta potencia petrolera en el mundo, hecho que le atrajo envidias y enemigos políticos gratuitos, pues se perfiló como el más fuerte sucesor del presidente José López Portillo. Las intrigas políticas lo obligaron a renunciar. Meses después fue nombrado embajador de México en la URSS y en 1982 fue electo Senador por el Estado de Sonora.
En julio de 1983 se le sujetó a un juicio político, primero y único que registra la historia política del país, que culminó con el desafuero en el mes de diciembre y automáticamente fue recluido cinco años. Recuperó la libertad en julio de 1988, sin pruebas del fraude por el que fue acusado y desde entonces se retiró a la vida privada y atender su oficina de consultoría en ingeniería petrolera hasta principios del 2010.
Familiares y amigos estuvieron en la capilla Bretaña, donde por la noche llegó a dar el pésame la doctora Yoloxóchitl Bustamante Díez, directora general del IPN, porque Díaz Serrano fue egresado de la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica Electricista del Instituto Politécnico Nacional.
El STPRM siempre llevó buenas relaciones con Díaz Serrano, durante su gestión y fuera de ella, por lo que a iniciativa del líder Carlos Romero Deschamps, quien asistió por la tarde a la capilla ardiente, dio instrucciones para que el martes, a las 12.00 horas se le rindiera un homenaje póstumo de cuerpo presente en la explanada de la Torre de PEMEX. Ahí se le tributó un minuto de silencio y luego una fuerte ovación.
Un sacerdote pronunció una oración y bendijo el ataúd y se montó una guardia de honor en memoria del ingeniero Díaz Serrano. Acto seguido fue conducido en una carroza seguido del cortejo fúnebre y docenas de arreglos de flores blancas hasta la capilla ardiente. A las 16 horas fue trasladado al crematorio y tres horas después sus cenizas fueron trasladadas a su casa de la Colonia Anzures, donde reposarán unos días hasta que sean depositadas en un nicho familiar en la Catedral Metropolitana.
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