* Ejercicio de vanidad, la vida del actor: Ignancio Aranda
“Nos gusta que nos miren, que nos admiren, que nos aplaudan”…
*
Para mí es un honor ser hijo de Ignacio López Tarso, pero he luchado por lograr mis propios triunfos
Por ELVIA ANDRADE BARAJAS
CIUDAD DE MEXICO, DISTRITO FEDERAL,19 de julio de 2015.- Hijo de tigre pintito, dice un refrán que se ajusta a Ignacio López Aranda, quien resume: “La vida del actor es un ejercicio de vanidad. Te gusta ser visto, que te aplauden, te admiren por como hablas, gesticulas, te mueves. El actor le da vida a un personaje ficticio o verdadero, que existe exclusivamente en un papel. Esto es muy hermoso. Muy divertido. Mágico. Unico”.
Explica que desde hace años decidió no llamarse López Tarso Junior, aunque no niega ser hijo de quien es. “Me gusta mucho que me lo hagan notar. Me dicen que hablo como él. Es un honor para mi ser hijo de Don Ignacio López Tarso, pero sí quise que mi nombre fuera distinto, para que me costara mi trabajo.
“Entonces Juan Ignacio Aranda es mi nombre y así me llamó artísticamente desde hace 30 años”, afirma orgulloso al ser entrevistado en exclusiva por Reportajes Metropolitanos, medio periodístico al que en nombre de su padre apadrino en su Segundo y Tercer Aniversario.
Cuando era niño ser hijo de López Tarso fue muy divertido. Mi papá nunca ha tenido descanso. Siempre ha trabajado.
Me llevaba con él a todas sus grabaciones. Vi muchas.. Fue muy divertido, porque todo es distinto, siempre conoces nueva gente, directores, lugares.
Juan Ignacio Aranda nació el 6 de febrero de 1952. Es rubio, muy blanco, de ojos verdes, con mucho cabello, voz fuerte, firme y clara.
“Me gusta hablar, me gusta el español, me gusta como suena. Que me vean que me oigan”.
Recientemente ganó la Diosa de Plata por mejor co actor estelar en la película Obediencia Perfecta, nominada a 11 Diosas de Plata, uno de los muchos premios que ha recibido como actor.
“Cada personaje, agrega, es distinto a veces das de inmediato con él, pero en otras no lo encuentras, no te sale, no te gusta como lo haces. Estas incómodo. Lo buscas hasta que un tono, un gesto, una vestimenta o un movimiento te lo dan y empiezas a sentirte seguro y lo creas.
“Empiezas a ser otra persona, Hablas de otra forma, caminas diferente. Dejas de ser tú mismo y eres otro. Es ahí donde se da la magia de la actuación, cuando dejas de ser tú mismo un poco y te convierte un poco en otro.
“El Teatro da muchas satisfacciones, dice, es una cuestión de todos los días, compartes el camerino con varios compañeros, cuando das función sales muy motivado. Con mucha adrenalina es una combinación química de nervios con ganas de hacerlo, de salir a escena.
“Este miedo lo sienten en todas las profesiones y vocaciones”, dice Ignacio Aranda, quien desde el 15 de julio participa en Micro Teatro, una nueva modalidad en México, para acercar este género a más gente, en menos tiempo y con menos dinero.
El teatro, explica, te da la oportunidad de repetir varias veces el mismo personaje, pero siempre es distinto, pese a que se dice lo mismo y te mueves igual, y ahí es donde está el reto: que no se automatice, que no se vuelva monótono.
“Es muy distinto hacer teatro, cine o televisión”, afirma.
Dónde te gusta actuar más?
“Los tres. Cine, teatro, televisión. Es totalmente diferente el mecanismo de crear un personaje. He ido aprendido la diferencia que hay entre un medio y otro. Estudie teatro en el Centro Universitario de la UNAM y no me dieron la menor idea de lo que iba a gozar o sufrir cuando hice mi primer película o cuando hice mi primer telenovela.
“Hacer cine es un trabajo de mucha paciencia, de mucha tolerancia. De estar en tu camerino, en tu camper, esperando. A mí no me gusta estar en el cotorreo. Incluso en el teatro no comparto la fiesta, la música. Prefiero concentrarme en un camerino en calma. Entregarme a la concentración, para lograr mi personaje.
“El público es muy sensible y con una buena actuación, se desborda en emociones y aplausos, y eso es muy placentero para el actor y escuchar el aplauso es un gran reconocimiento, que enriquece el alma y estimula la confianza en ti mismo”, dice Juan Ignacio Aranda.
En cine y Televisión no te aplauden, por eso es muy halagador que alguien te reconozca en la calle, aun cuando andas en pants, gorra y lentes
Ver como se hace el teatro desde afuera del escenario se siente muy impresionante.
En Locos por el Té, puesta en escena en el Teatro Manolo Fábregas, todos los actores representan dos personajes. Es teatro dentro del teatro.
Ignacio Aranda representa a un actor y al artista que trabaja en una pésima compañía de teatro, con una pésima obra y con una pésima directora a la que nadie le entiende.
Es una obra muy bonita, original.
Ha trabajado mucho con Susana Alexander, con quien presentó Una Madre Judía, el Principito, actuado por ella.
De Susana Alexander resalta que siempre dice: “mira, tú has escuchado: camarón que se duerme se lo lleva la corriente, pues conmigo escucharás actor que se duerme se lo lleva la Susana”.
Entre risas y admiración explica:
“Ella se sabe todos los libretos y cuando algún actor olvida su libreto ella salva la situación, porque se aprende todo. Lo de ella y lo de otros. Es excelente, de memoria privilegiada y gran disciplina”.
ELVIA ANDRADE BARAJAS estudió en la Escuela de Periodismo Carlos Septien García. Fue corresponsal del Estado de México, reportera de Asuntos Especiales y editora de la Sección Metropolitana en el Periódico Excelsior.
*Etica profesional y memorización determinantes en el éxito de un artista: JIA
* Ha trabajado en 39 obras de teatro, 40 de Micro teatro y 17 películas
Por ELVIA ANDRADE BARAJAS
Segunda y útlima parte
CIUDAD DE MEXICO, DISTRITO FEDERAL, 26 de julio de 2015.- La ética profesional es muy importante en la carrera artística. Eso lo vas aprendiendo con el tiempo. En las escuelas no te la enseñan, pero la práctica te enseña la importancia de la puntualidad, responsabilidad y lo indispensable de la buena convivencia en el camerino, afirma Ignacio Aranda, premiado como co actor de la película mexicana Obediencia Perfecta.
Mi carrera artística, agrega, empezó viendo actuar al mejor actor de México, ayudándole a memorizar sus personajes. Por ejemplo, Juego de Niños o Tirano Banderas.
“Me decía pásame la línea, el libreto, y yo leí todos los otros personajes y mi papá repetía el suyo hasta aprendérselo.
“Yo actuaba dos o tres actores y mi papá interpretaba el suyo”, recuerda al afirmar “así que hubiera sido difícil que me dedicado a otra cosa. Yo no sé qué hubiera sido si no fuera actor.
“Desde chico intentaban hacer personajes distintos, agrega Ignacio Aranda al resumir:
“Lo más difícil del actor es la creación del personaje, darle vida, que se crea, que se sienta. El texto debe estar bien aprendido, tiene que ser de memoria: sólo así, el personaje fluye, porque de lo contrario todo sale mal.
“A veces hay personajes más difíciles que otros, pero siempre lo atrapas por un detalle. Tienes que tenerlo perfectamente diseñado, porque en cine te piden que grabes cualquier capitulo y tienes que tenerlo aprendido. Puedes empezar por el final o la mitad. Por eso debes saberte todos los capítulos.
“Por ejemplo en El Señor de los Cielos, que empezó a grabarse el 15 de mayo, con el personaje de Ramiro Silva de la Garza, que es el personaje ficticios basado en Raúl Salina de Gortari, en la cuarta temporada y ultima, lo sacan de la cárcel, lo exoneran y a partir de ahí todo es ficción”.
Entrevistado en un camerino del Teatro Manolo Fábregas, Juan Aranda habla sobre el Micro Teatro en México.
Explica que es una obra corta en un lugar muy reducido en una casa de dos pisos con muchas habitaciones y en cada una se representa una obra. Es una idea española que se ha puesto en práctica en Puebla, Guadalajara y últimamente en el Distrito Federal.
Tiene gran aceptación por los amantes del teatro, porque es más barato. Cuesta 100 pesos y la obra tiene una duración de 15 a 17 minutos, bajo la dirección de Mauricio Jiménez.
Todas las obras son de Emilio Carballido, basadas en su libro 36 obras cortas de Teatro sobre el DF.
En 1978 junto con Mauricio Jiménez hizo una obra de Carballido y ahora vuelven al teatro, pero bajo la dirección de éste.
Al referirse a la ética profesional del artista, destaca que la puntualidad es básica en todo, y en el teatro es una gran responsabilidad, porque mucha gente ha pagado un boleto y espera que al abrirse el telón aparezcan los artistas por los que pagó y espera ver una buena función.
Tampoco puedes llegar tarde a una filmación de cine, añade, son millones de pesos los que están invertidos en una producción y no puedes jugar con eso.
Respecto a la memorización de un guion tanto para cine, teatro o televisión recomienda que se haga en voz alta, y desaconseja hacerlo viéndose en el espejo. Te vuelves falso; se debe preocupar por decirlo y sentirlo con verdad, ¡que parezca que lo dices por primera en su vida!.
En cine, dice, muchas veces utilizan gente real, como en la película El Violín, donde una persona mexicana mayor fue grabada por horas. y luego lo editaron para hacer la película, pero ese mismo hombre no podría estar en teatro, donde se necesita voz, presencia y memorización y caracterización. Ese si es un trabajo muy especializado.
Los niños que participan en las películas no se dan cuenta que la cámara está grabando, pero los adulto si y en ellos recae la responsabilidad de la escena, explica Ignacio Aranda quien empezó su carrera en 1982 y a la fecha ha actuado en 39 obras de teatro.
Loco por él Te es la 39, en Micro Teatro ha hecho 40 mini obras, ha participado en 17 películas, entre ellas Obediencia Perfecta, con la que ganó la Diosa de Plata como mejor Co actor masculino, de las que ha recibido cuatro.
Sin embargo, pese a su impecable trayectoria nunca ha hecho un estelar, “pero creo que ya tengo la experiencia para hacerlo”, dice al recalcar con orgullo:
“A mi papá le gusta mi carrera, me hecha muchas porras. Cuando nos vemos en televisión nos criticamos mucho”.
Ignacio Aranda habla poco de su familia, pero abrevia que se casó en 1993 con una mujer a la que amo y con quien soy muy feliz. Tiene dos hijas, una de ellas es antropóloga, vive en Japón. Otra quiere ser actriz y abogada.
“Yo no puedo decirle que no, porque mi padre no ha dejado de apoyarme, al contrario me exige especialización porque dice que hijo de tigre, tiene que ser pintito”.
ELVIA ANDRADE BARAJAS estudió en la Escuela de Periodismo Carlos Septien García. Fue corresponsal del Estado de México, reportera de Asuntos Especiales y editora de la Sección Metropolitana en el Periódico Excelsior.