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Octaviano Lozano Tinoco

Periodista desde 1986.

Es egresado de FES Aragón (antes ENEP) de la carrera de Periodismo y Comunicación Colectiva.Trabajó en Excélsior por más de 20 años y ahora presta sus servicios en el Financiero. Está agradecido con Reportajes Metropolitanos por abrirle un espacio a sus opiniones. Andará en el periodismo por unos años más. Mucho gusto  y agradecido.





















Besos enclaustrados
Del rumor al caos
Perseguir la sombra
Democracia
Barack Hussein Obama
Fin de año ¿la misma historia?
22 de diciembre de 2014

Toda la vida... es mucha vida, y solo dura el instante en el que transcurre...”.
Margarita Sologuren Sorcia.

                                                                                                                 A Margarita
 
Por Octaviano Lozano Tinoco
 
Se acerca el fin de año y México sigue su camino por la cuerda floja, bajo el  vacío que termina en un descampado infestado de cocodrilos, hienas y leones todos esperado que la crisis económica y política por fin derriben al país de su equilibrio y caer definitivamente en la  violencia total.

Sin embargo, lo verdaderamente grave del problema es que no hay un frente político que estructure el discurso de un pacto nacional, que permita de manera civilizada resolver los conflictos nacionales.

El país necesita ir más allá de ideologías y avanzar en la consolidación de un verdadero estado de derecho y una distribución justa de le riqueza nacional.

También poner fin a la corrupción y la impunidad de la clase política y empresarial, así como impulsar a la sociedad para que fortalezca su participación política y sea vigilante del precepto importante para que todos los elegidos por el voto popular “manden obedeciendo al pueblo”.

Después de dos años de reformas, once en total, al presidente Enrique Peña Nieto el país se le despedazó en las manos, porque las transformaciones están cimentadas en la corrupción, la impunidad y violencia que gobierna a México. Por ello se encuentra inmerso en una grave crisis de violencia y credibilidad.

El primer hecho grave de su sexenio fue la muerte de 22 civiles el 30 de junio en el municipio de Tlatlaya,  Estado de México, de los cuales ocho fueron ejecutados por militares tras un choque armado, según la fiscalía, y 15 de acuerdo con la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).

El segundo, el de mayores repercusiones, fue la desaparición de 43 normalitas de Ayotzinapa el 26 y 27 de septiembre en Iguala, Guerrero, a manos de policías e integrantes de una agrupación criminal.

Aunado a estos acontecimientos, el presidente hizo público su patrimonio personal en días recientes, en respuesta a la polémica sobre el origen de una lujosa mansión de su esposa, Angélica Rivera.

Según un reportaje del programa de Carmen Aristegui esa propiedad fue construida por la empresa Higa, que ganó varios proyectos de infraestructura en el Estado de México cuando Peña era gobernador de esa entidad vecina de la capital.

Higa tiene participación en la empresa Teya, socia de China Railway Construction Company, que este año ganó una licitación para construir un tren de alta velocidad en el país. El mandatario revocó esa licitación el 6 de noviembre, justo dos días antes de que el reportaje fuera publicado.

Con esos graves problemas, además del alza del dólar y la baja del precio del petróleo, así como la ruina en su credibilidad, es claro que el país ya se le fue al presidente Peña en sus primeros dos años de gobierno.

Por ello, es necesario crear un frente amplio, con todo el abanico político, que desinstale el aparato de corrupción e impunidad que gobierna al país. Su tarea es  hacer que México viva en un verdadero estado de derecho, la ley para todos sin ningún distingo.

Que esto no sea un solo deseo de fin de año.


Las élites se suben al ring
18 de diciembre de 2014

Para las élites dominadoras, esta rebeldía que las amenaza tiene solución en una mayor dominación –en la represión hecha, incluso, en nombre de la libertad y del establecimiento del orden y de la paz social. Paz social que, en el fondo, no es otra sino la paz privada de los dominadores.
 
Paulo Freire

Por Octaviano Lozano Tinoco
 
El aparente mundo feliz del dinero en México se ha subido al ring y sin máscaras de bondad, beneficiarios del pueblo con sus gestos de caridad (sus fundaciones) y creadores de empleo, ahora se acusas mutuamente de ladrones.

Los dos bandos son claros Ricardo Salinas Pliego y Emilio Azcárraga contra Carlos Slim por el otro; en esta estrategia esos polos encontrados buscan quedarse con más trozo de pastel que ya tiene en propiedad con la repartición del país que ha realizado el gobierno del Enrique Peña Nieto por medio de las once reformas estructurales, entre ellas la venta de los recursos energéticos.

Quienes han gozado de las mieles de México quieren más y para ello están dispuestos a llevarse entre las patas a la nación, porque es su concepción política lo que menos quieren en que  el país viva en un verdadero Estado de Derecho.

La lucha enfrenta a Carlos Slim, el hombre más rico del mundo y dueño de los mayores operadores de telefonía fija y celular del país, contra los magnates de los medios de comunicación, Emilio Azcárraga, que controla Grupo Televisa, y Ricardo Salinas, propietario de TV Azteca.

A ese pleito se sumó Carlos Salinas de Gortari, que como festejo por la exoneración de los cargos de enriquecimiento ilícito de su hermano Raúl, conocido en su sexenio como Mr Ten Percent, por cobrar 10 por ciento de comisión por toda compra al gobierno, quien se lanzó a la yugula contra Slim en artículos aparecidos en el diario El Financiero.

En un artículo titulado: “Telmex, una privatización exitosa que terminó cuestionada” - Primera de dos partes- Salinas de Gortari señala que “la venta de Telmex en diciembre de 1990 formó parte de un ambicioso proceso de reformas para transformar al Estado y al país bajo el liberalismo social. Entre las reformas más elogiadas a nivel internacional entonces estuvo la de las privatizaciones. Hoy es de las más debatidas. Entre ellas, la más criticada es la de Telmex.

 Conviene recordar que en México la telefonía estuvo casi un siglo en manos privadas. Telmex sólo perteneció al Estado 18 años, entre 1972 y 1990. Al momento de la privatización el gobierno tenía 56% de las acciones y 44% ya era propiedad de particulares (los usuarios principalmente). Al privatizarse se le destacó internacionalmente como ejemplo de una privatización exitosa.

El Banco Mundial señaló en 1994: “Telmex es considerado como una de las grandes historias de éxito de la privatización”. Hoy, un cuarto de siglo después, en una encuesta reciente la mayoría de los usuarios se quejaron desesperadamente por “cortes de llamadas, cobros indebidos, mala señal, pérdida de la conexión y desconexión del servicio sin ningún motivo.

” Para muchos Telmex se ha convertido en la “bestia negra” de las empresas privadas mexicanas. Es decir, en sinónimo de “abuso, atropello, monopolio concentrador del ingreso”. Al respecto, en el debate público se han vertido varias afirmaciones, sobre las que me permito, a petición de este diario, compartir mi opinión”.

Hoy todos sacan sus cuchillos largos para dirimir diferencias, porque el pastel puesto en la mesa se les hace poco a los comensales


¿Dónde terminará todo esto?
15 de diciembre de 2014

La historia es una novela escrita por el pueblo.
Alfred Victor De Vigny

Por Octaviano Lozano Tinoco

En el momento de la mayor oscuridad y todas las emboscadas para México, es difícil vislumbrar cómo terminará esta zaga de impunidad, violencia, crisis económica, criminalidad, antidemocracia, corrupción, movilizaciones, periodicazos, redes sociales y pobreza.

Uno quisiera poder escribir el final de toda la crisis en una historia donde la democracia diera cause al malestar social y el fortalecimiento del estado de derecho, donde la ley se cumpla de mera vertical y horizontal, de igual a igual para todos los ciudadanos, y no como sucede ahora, donde  quien tiene más dinero goza plenamente de la ley.

Sin embargo ni el mejor novelista podría escribir en este momento, de qué manera México podría destejer el enredo de la madeja de situaciones que día con día se suman más a los hilos de confusión, donde la ruptura social un grave riesgo, para el país.

Me gustaría que terminará todo como la novela Pedro Páramo, de Juan Rulfo, como lo siguiente:

“Y de nada había servido... La Cuca, que ahora estaba allá aguantando el relente, con los ojos cerrados, ya sin poder ver amanecer; ni este sol ni ningún otro.

-¡Ayúdenme! -dijo-. Denme algo.

Pero ni siquiera él se oyó. Los gritos de aquella mujer lo dejaban sordo.

Por el camino de Comala se movieron unos puntitos negros. De pronto los puntitos se convirtieron en hombres y luego estuvieron aquí, cerca de él. Damiana Cisneros dejó de gritar. Deshizo su cruz. Ahora se había caído y abría la boca como si bostezara.

Los hombres que habían venido la levantaron del suelo y la llevaron al interior de la casa.

-¿No le ha pasado nada a usted, patrón? -preguntaron.

Apareció la cara de Pedro Páramo, que sólo movió la cabeza.

Desarmaron a Abundio, que aún tenía el cuchillo lleno de sangre en la mano:

-Vente con nosotros -le dijeron-. En un buen lío te has metido.

Y él los siguió.

Antes de entrar en el pueblo les pidió permiso. Se hizo a un lado y allí vomitó una cosa amarilla como de bilis. Chorros y chorros, como si hubiera sorbido diez litros de agua.

Entonces le comenzó a arder la cabeza y sintió la lengua trabada:

-Estoy borracho -dijo.

Regresó a donde estaban esperándolo. Se apoyó en los hombros de ellos, que lo llevaron a rastras, abriendo un surco en la tierra con la punta de los pies.

Allá atrás, Pedro Páramo, sentado en su equipal, miró el cortejo que se iba hacia el pueblo. Sintió que su mano izquierda, al querer levantarse, caía muerta sobre sus rodillas; pero no hizo caso de eso. Estaba acostumbrado a ver morir cada día alguno de sus pedazos. Vio cómo se sacudía el paraíso dejando caer sus hojas: «Todos escogen el mismo camino. Todos se van». Después volvió al lugar donde había dejado sus pensamientos.

«Susana -dijo. Luego cerró los ojos-. Yo te pedí que regresaras...

»... Había una luna grande en medio del mundo. Se me perdían los ojos mirándote. Los rayos de la luna filtrándose sobre tu cara. No me cansaba de ver esa aparición que eras tú. Suave, restregada de luna; tu boca abullonada, humedecida, irisada de estrellas; tu cuerpo transparentándose en el agua de la noche. Susana, Susana San Juan.» o levantar su mano para aclarar la imagen; pero sus piernas la retuvieron como si fuera de piedra. Quiso levantar la otra mano y fue cayendo despacio, de lado, hasta quedar apoyada en el suelo como una muleta deteniendo su hombro deshuesado.

«Ésta es mi muerte», dijo.

El sol se fue volteando sobre las cosas y les devolvió su forma. La tierra en ruinas estaba frente a él, vacía. El calor caldeaba su cuerpo. Sus ojos apenas se movían; saltaban de un recuerdo a otro, desdibujando el presente. De pronto su corazón se detenía y parecía como si también se detuviera el tiempo y el aire de la vida.

«Con tal de que no sea una nueva noche», pensaba él. Porque tenía miedo de las noches que le llenaban de fantasmas la oscuridad. De encerrarse con sus fantasmas. De eso tenía miedo.

«Sé que dentro de pocas horas vendrá Abundio con sus manos ensangrentadas a pedirme la ayuda que le negué. Y yo no tendré manos para taparme los ojos y no verlo.

Tendré que oírlo, hasta que su voz se apague con el día, hasta que se le muera su voz.»

Sintió que unas manos le tocaban los hombros y enderezó el cuerpo, endureciéndolo.

-Soy yo, don Pedro -dijo Damiana-. ¿No quiere que le traiga su almuerzo?

Pedro Páramo respondió:

-Voy para allá. Ya voy.

Se apoyó en los brazos de Damiana Cisneros e hizo intento de caminar. Después de unos cuantos pasos cayó, suplicando por dentro; pero sin decir una sola palabra. Dio un golpe seco contra la tierra y se fue desmoronando como si fuera un montón de piedras”.

Pero la novela no es la realidad y hasta ahora no sabemos cómo el pueblo de México resolverá estos días trágicos y amargos del Pedro Páramo que no subyuga.

Entre el abismo y la disculpa
11 de diciembre de 2014

Hay que soñar hacia atrás, hacia la fuente, hay que remar siglos arriba, más allá de la infancia, más allá del comienzo, más allá de las aguas del bautismo,  echar abajo las paredes entre el hombre y el hombre, juntar de nuevo lo que fue separado
Octavio Paz.

Por Octaviano Lozano Tinoco 

La tragedia de los 43 normalistas de Ayotzinapa, desaparecidos entre el 26 y 27 de septiembre en Iguala, Guerrero, se ha convertido en una voz de justicia y contra la impunidad en México, que ha roto todas las fronteras y las 21 reformas estructurales no han servido de dique para contener las protestas dentro y fuera del país.

El gobierno de Enrique Peña Nieto ha mostrado una total torpeza para resolver el caso, porque buscaba que el mercado y el crecimiento económico echaran tierra a los estudiantes para que el pueblo olvidará ese crimen de Estado, pero nada de ello ha ocurrido y el llano sigue en llamas.

A los actos de protestas en diversas capitales del mundo por Ayotzinapa se ha sumado la cereza al pastel, con el acto político del joven  Adrián Cortés Salas, quien en la entrega del premio Nobel de la Paz, en Oslo, Noruega, interrumpió el acto y pidió justicia por Ayotzinapa.
Acreditado como periodista el joven extendió una bandera mexicana durante la entrega del Nobel de la Paz en el Grand Hotel de Oslo; Cortés Salas es alumno de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México.

De 21 años, el joven se colocó delante de los galardonados Kailash Satyarth y Malala Yousafzai mientras recibían una ovación. De acuerdo con los videos que circulan de ese momento el mexicano pretendía que la joven pakistaní  sostuviera la bandera mexicana. “Por favor Malala, por favor”, dijo.

La bandera tenía una mancha roja en el centro, y según varios canales de televisión noruegos antes de ser apartado pidió a Malala que no "olvidase" a México.

En un artículo publicado en el New York Times, titulado “Lo que el presidente de México debe hacer”, el historiador Enrique Krauze propone que Peña Nieto para salir del atolladero, debe hacer cambios en su gabinete y pedir una disculpa al pueblo de México, por sus errores.

En el escrito pregunta “¿Cómo detener la violencia criminal? ¿Cómo replegarla y eventualmente vencerla? A diferencia de las dos experiencias anteriores, la vía de un dictador –personal o colectivo– no es solo indeseable sino impensable. La libertad de expresión, las redes sociales y el sólido arraigo de los derechos humanos, no la permitiría. La única opción es que –en el marco de nuestra joven y frágil democracia– el gobierno logre el consenso político y social para afianzar con solidez el imperio de la Ley”.

 Agrega que para “hacerlo, debe tener credibilidad política y moral, y en este momento es precisamente esa credibilidad la que está en entredicho”.

Apunta que más del decálogo de seguridad anunciado por Peña Nieto, es urgente que el “presidente debería hacer cambios de fondo en su gabinete; remover, por ejemplo, al secretario responsable de haber otorgado la licitación del tren rápido con la misma compañía constructora con la que la Primera Dama adquirió, parcialmente, su mansión. A juicio de muchos de los críticos del presidente, esto pudo haber ocurrido como intercambio. Aunque la esposa del presidente está vendiendo la propiedad y el contrato del tren ha sido rescindido, Peña Nieto debe reconocer las sombras que estos hechos han arrojado sobre su administración.

Escribe Krauze que “esta es, quizá la más difícil petición que yo haría: que el presidente encare a la nación, reconozca sus errores y ofrezca una disculpa al pueblo mexicano. Nada confiere mayor nobleza a una persona en el poder que reconocer su propia humanidad. Ninguna estrategia de reformas, ni siquiera la más racional, puede reemplazar la legitimidad de un liderazgo ético, especialmente en tiempos de crisis. Encarnar ese liderazgo debe ser la prioridad inmediata de Peña Nieto”.

Pedir una disculpa frente el abismo no es una solución ante las dramáticas situación que vive México; los melodramas no resuelven heridas. La única salida es que México viva dentro de una plena democracia, y eso es imposible que el PRI, Peña Nieto y Televisa puedan aceptar.

Lo que no dijo Derbez de Televisa
08 de diciembre de 2014

Cuando la hipocresía comienza a ser de muy mala calidad, es hora de comenzar a decir la verdad. Bertolt Brecht  

Por Octaviano Lozano Tinoco

  Al parecer a Televisa “el agua le llegó a los aparejos” y las movilizaciones en todo el país y el mundo en protesta por los 43 normalistas desaparecidos en Ayotzinapa ha minado su soberbia e impunidad, por lo que utilizando al comediante Eugenio Derbez presentó en el programa del Teletón un discurso extraño, donde intentó explicar, entre regaños a los televidentes, su benevolencia y su trabajo por la ayuda a  los más desfavorecidos en México.

La perversión y manera en que la televisora maneja la información en beneficio del poder,  en este caso la presidencial, y contra el pueblo ha volteado la tortilla y hoy en las calles la sociedad movilizada deja ver su repudio contra la televisora. 

 Sin embargo, durante el programa Teletón de más de 30 horas (los tres días de Duelo, como lo escribiría George Orwell en su novela 1984), Debez dijo que “muchos dudan de la transparencia de la fundación Teletón o de si esto es una estrategia de Televisa para pagar menos impuestos; hasta se ha comentado que si la lana se usó para construir una mansión en las Lomas”, en clara referencia a la conocida “Casa Blanca” propiedad de Angélica Rivera, esposa del presidente Enrique Peña Nieto.

Y agregó: “Sólo creo que no debemos mezclar las cosas negativas que están ocurriendo en el país con algo tan positivo como es el Teletón”.
 
“Sé que muchos tienen dudas y se cuestionan, es normal, pero la mejor manera de quitarse esas dudas es simple: visiten un CRIT (Centro de Rehabilitación Infantil Teletón), analícenlo a fondo, mejor aún, pregúntenle directamente a quienes reciben beneficios del dinero que estarán donando. Ellos no tienen contrato con Televisa, ni casa en las Lomas, ni tienen que quedar bien con nadie. ¡Pregúuuntenles!”, dijo haciendo la voz de su personaje Aarón Abasolo. “Así como las redes [sociales] están abiertas para que todos opinen, están las puertas de los CRIT para que todos los conozcan”, añadió.

Derbez dijo que el discurso fue de su total  responsabilidad e incluso pidió a Televisa que no lo cortarán, como si los directivos de la televisora no sabían lo que lo que iban a decir.

Pero lo que no dijo es el grava daño que ha hecho Televisa al país y lo que ha representado en la historia en México.

Televisa ha sido el “soldado del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y del presidente”, como lo dijera Emilio Azcárraga Milmo, exdueño de Televisa y quien muriera en 1997,  por lo que las matanzas de Tlateloco en 1968 y en Jueves de Corpus en 1971 nunca fueron reportados por la televisora.

Del fraude electoral de 1988, cuando Carlos Salinas de Gortari le arrebató la presidencia a Cuauhtémoc Cárdenas y al bloque de partidos de izquierda, la televisora no reportó nada.

Con acuerdos oscuros impuso la carrera política del actual presidente Enrique Peña Nieto y vamos viendo los resultados.

No hay razón para creer en la benevolencia de Televisa, porque esa televisora no tiene intereses sociales, sino solamente mercantiles y de negocios.

Y ahí están la historia que no desmiente nada. El pueblo de México no le debe nada a Televisa, pero si esta cadena de televisión le debe mucho al pueblo de México, porque con su silencio ha permitido que este país siga siendo corrupto e impune, dañando así a los más desfavorecidos.


A cien años de la llegada de Villa y Zapata a la ciudad de México
04 de diciembre de 2014

¡Qué tiempos éstos en que     
hablar sobre árboles es casi un crimen 
porque supone callar sobre tantas alevosías!     
Ese hombre que va tranquilamente por la calle 
¿lo encontrarán sus amigos    
cuando lo necesiten?

Bertolt Brecht

Por Octaviano Lozano Tinoco

Mientras México vive un despertar político, tras los hechos trágicos en Iguala y la desaparición de 43 normalistas de Ayotzinapa, este sábado 6 de diciembre se cumplen cien años del ingreso a la capital de los jefes revolucionarios Francisco Villa y Emiliano Zapata.

Los libros de historia señalan que fue el 6 de diciembre de 1914, cuando el líder sureño, Emiliano Zapata y el norteño, Pancho Villa hacían su entrada triunfal a la Ciudad de México. Era un acto de victoria y conquista revolucionaria.
Zapata, a quien se le conocía como “El caudillo del Sur”, y Pancho Villa, “El Centauro del Norte”, habían firmado dos días antes el Pacto de Xochimilco, con el cual se consolidaba la alianza entre el Ejército Libertador del Sur y las tropas de la División del Norte, con el fin de promover y hacer cumplir las reformas agrarias, así como llevar a un civil a la presidencia de la República.

 Fue un momento fundamental de la Revolución Mexicana, que se había iniciado en 1910 y que llegaría a su fin en 1920.

Los luchadores sociales, junto con sus fuerzas campesinas y militares, recorrieron entonces las calles de Ciudad de México, hasta llegar al Palacio Nacional, donde meses antes había estado Venustiano Carranza, quien huyó hacia Veracruz para instaurar su gobierno.

Era el pelotón compuesto por los hombres de la División del Norte y del Ejército Libertador del Sur; dos fuerzas que se unieron en alma, corazón y armas.

Algo más de 50 mil hombres se concentraron en Chapultepec, y a las 11:00 de la mañana empezaron a avanzar por el Paseo de la Reforma, de acuerdo con un relato del investigador Alejandro Rojas, quien precisa que la jornada culminó cuando Villa, acompañado por Zapata, se sentó en la silla presidencial.

¿Qué deja la historia como espejo en estos momentos complicados para el país, donde la violencia, la impunidad y la pobreza carcomen las entrañas de país? Si nos ha arrebatado el futuro y parece imposible que México sea verdaderamente una democracia, la pregunta es “¿qué hacer?

México debe vivir en  plena democracia, con respeto a los derechos humanos y los políticos mandar obedeciendo.

En el país urge que termine la impunidad, la corrupción y la económica de compadrazgo, así como atomizar a los monopolios políticos y económicos. Es decir, debe acabarse con el PRI y Televisa.

Terminar con la violencia del narcotráfico y todas las secuelas de criminalidad, avanzando en la legalización de las drogas.

Este siglo 21 México debe ganarse nuevos aires de libertad y eso avanza en la calle, con la organización del pueblo, como Zapata y Villa lo marcaron hace cien años.

Se me chispoteo
01 de diciembre de 2014

Encuentro la televisión muy educativa. Cada vez que alguien la enciende, me retiro a otra habitación y leo un libro.

Groucho Marx

Por Octaviano Lozano Tinoco

El sábado 29 de noviembre murió  en la ciudad de Cancún, Quintana Roo, Roberto Gómez Bolaños, “Chespirito”, uno de los grandes íconos de la televisión en México, durante “la dictadura perfecta” del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y cuando Televisa se reconocía como “soldado del presidente” en turno.

De aquella voz única que conformó la idiosincrasia de una generación de mexicanos también se pueden contar a Raúl Velasco, en la barra de música, Ángel Fernández, en deportes; Jacobo Zabludoswki, en noticias, y Chabelo, en temas infantiles; los dos primeros ya desaparecidos, y los últimos siguen batallando  por permanecer ahora reciclados.

Y uno se pregunta ¿Qué beneficios obtuvo la gente con estos personales encumbrados al monte del Olimpo en la cultura popular mexicana? ¿En qué momento se opusieron a las arbitrariedades que los gobiernos cometían en el país, tomando cuenta su influencia para llegar a la gente? Cero, cero, cero. Nada hicieron y sólo gozaron de la corrupción y la impunidad que les dio cobijo.

Y hoy que a los 85 años Chespirito murió en serena paz, por orden de Televisa, que se hizo multimillonario con sus personajes – y no con la señora Angélica Rivera, que asegura le pagó millones de dólares- México vive tres días de duelo nacional por ese deceso.

En una entrevista a la revista Proceso, el especialista en medios de comunicación, Javier Esteinou Madrid, afirmó que Gómez Bolaños “se volvió una de las piezas claves del famoso modelo de la televisión para los jodidos (Televisa), una de las máximas expresiones de Emilio Azcárraga Milmo, el padre de Azcárraga Jean”, actual presidente del corporativo de medios.

Chespirito creó las series “El Chavo del 8” y “El Chapulín Colorado”, populares no sólo en México sino en Estados Unidos y Latinoamérica, sobre todo en los años setenta y ochenta.

En los días de duelo, mientras las fosas comunes siguen aparecieron en México, pero no así los 43 estudiantes de Ayotzinapa, miles de personas llegaron el domingo al Estadio Azteca para rendirle un homenaje póstumo al comediante  Gómez Bolaños, quien se convirtió a través de sus personajes en ídolo de millones en Latinoamérica.

Muchas personas iban disfrazadas como personajes de Chespirito, y varios llevaban gorros como los que usaba El Chavo del Ocho, lo que más se veía eran las "antenitas de vinil", como las que ayudaban al Chapulín Colorado a detectar la presencia de enemigos.

El féretro con los restos del comediante, escritor y guionista partió poco antes del mediodía de instalaciones de la cadena Televisa, para la que trabajó toda su vida, y se dirigía al estadio a bordo de un vehículo descubierto y forrrado de rojo.

Protegido el féretro con un acrílico, en la plataforma también se observaban dos esculturas, una del Chavo del Ocho y otra del Chapulín Colorado, y varios ramos de flores blancas.

Los organizadores pidieron a los admiradores del comediante que llevaran una flor blanca para rendirle honores y creen que el estadio pueda llenarse.

El gran hermano impuso el duelo, pero no por los miles de personas desaparecidas, sino por un escritor que los hizo millonarios. ¿México llora o debe llorar?

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