PALENQUE, CHIAPAS, 23 de junio de 2015 (AFP).- Wilmert muestra afligido la cicatriz en su frente. Ahí, asegura este hondureño, fue donde agentes migratorios de México le dieron el último disparo con una pistola eléctrica, dejándolo casi sin sentido, cuando se resistía a ser detenido en su camino hacia Estados Unidos.
Con redadas en plena calle que lanzan a los migrantes a correr despavoridos y con operativos para impedir que viajen en el tren de carga conocido como La Bestia, México lleva a cabo una persecución sin precedentes a los indocumentados, iniciada hace un año luego de que Estados Unidos declarara la alerta por la llegada a su frontera de una ola de menores extranjeros no acompañados.
Si no fuera porque los habitantes de Palenque (Chiapas, al sur de México) salieron en defensa de Wilmert y empezaron a grabar con sus celulares cómo un agente lo pateaba, probablemente su historia no habría sido denunciada ante las autoridades y este hondureño habría sumado uno más a la abultada lista de centroamericanos deportados por las autoridades mexicanas en el último año.
"Casi me ahogaron, se pasaron. Me dieron muchos disparos con la pistola esa, al final no podía ni caminar y me echaron al suelo y me golpearon salvajemente", explica este campesino de 35 años, quien recibe el apoyo legal del albergue de migrantes de Palenque en su intento de solicitar una visa humanitaria por el delito que ha denunciado.
Jose Adán Martínez, otro hondureño de 20 años, también señala a agentes migratorios por bajarlo del tren con una pistola Taser, antes de ser deportado por tercera vez, pero no presentó la denuncia por miedo a represalias.
Desde la ONG Movimiento Migrante Mesoamericano, Rubén Figueroa comentó que han recabado "varios testimonios directos sobre el uso de pistolas eléctricas para la detención de migrantes en los últimos meses".
Sin embargo, el Instituto Nacional de Migración (INM) negó que sus agentes usen ese tipo de armas y dijo que "nunca se ha podido documentar ni demostrar" esta práctica, denunciada por varios albergues de migrantes.
Represión. La persecución del Gobierno mexicano desde que en julio lanzó el plan Frontera Sur, con el despliegue de 5.000 agentes y una ampliación de los controles migratorios, ha alertado a varias organizaciones internacionales por el aumento de la represión.
Solo en los cuatro primeros meses de 2015, México ha detenido a un 83% más de indocumentados que en el mismo periodo del año pasado (57.892 frente a 31.642) y ha deportado un 79% más de migrantes (51.565 frente a 28.736), principalmente centroamericanos, según datos oficiales.
Además de los retenes en carreteras y de detenciones intempestivas en hoteles, buses e incluso hospitales, los oficiales del INM tienen la instrucción de impedir que los indocumentados sigan su camino subidos a lomos de La Bestia, el medio que más usan en su intento de llegar a Estados Unidos, y a pesar del riesgo de sufrir mutilaciones o de ataques de narcotraficantes.
Al filo de la medianoche de un sábado, agentes migratorios, junto a policías federales y estatales y otros hombres sin uniforme, detuvieron un tren con una treintena de migrantes en un camino aislado cerca de Palenque.
"¡Bájense, bájense!", les gritaban los funcionarios, que, saltándose los protocolos, detuvieron a una docena de los jóvenes sin pedirles ninguna identificación y, agarrándoles fuerte del brazo, los metieron en camionetas cerradas, conocidas como perreras.
Al notar que un equipo de prensa los estaba grabando, los agentes empezaron a decirle a los indocumentados que tuvieran "cuidado", guardaron sus bastones retráctiles y evitaron perseguir a los que desaparecieron entre la vegetación.
"Esto no es nunca así. A golpes se los llevan, los corretean", aseguró Alejandro Fernández, que vive al lado de las vías y ha visto varios operativos.
Inquietud. Organizaciones como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) han mostrado su preocupación por el "endurecimiento" de las acciones contra migrantes en México por este programa nacido a raíz de la crisis denunciada por Estados Unidos.
Recientemente, la "Caravana de migrantes", que cada Semana Santa circula por el país, recibió amenazas de las autoridades y al menos ocho de sus integrantes fueron detenidos.
"Es una cacería de migrantes. Creo que ahorita todos lo estamos viendo así, que este plan consiste en agarrar a migrantes para que no pasen a Estados Unidos", una de las fundadoras del albergue del migrante de Palenque.
Y en el consulado de El Salvador en Tenosique (Tabasco) aún no dan crédito al ataque de policías municipales de Macuspana contra un grupo de migrantes que viajaban en autos privados, dejando a dos salvadoreños y un guatemalteco heridos de bala.
"Es una cacería de migrantes. Creo que ahorita todos lo estamos viendo así, que este plan consiste en agarrar a migrantes para que no pasen a Estados Unidos", asegura la hermana Nelly, una de las fundadoras del albergue del migrante de Palenque.
Debido al incremento de los operativos, los más de 200.000 migrantes (principalmente centroamericanos que huyen de la pobreza y violencia) han optado por hacer buena parte del camino a pie, exponiéndose todavía más a los asaltos, secuestros y violaciones por parte del crimen organizado.
Muchos de ellos duermen exhaustos al ras y acaban con los pies vendados y llenos de ampollas, como Luis Rivera, un joven de 24 años de San Pedro Sula (Honduras), considerada la ciudad más peligrosa del mundo, quien caminó 116 kilómetros en dos días.
"Rezándole a Dios estamos que nos agarre la migra y nos regrese", pedía el joven, impotente y deshecho en sudor. |